𝐄𝐏𝐈𝐒𝐎𝐃𝐈𝐎 𝐂𝐀𝐓𝐎𝐑𝐂𝐄

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El pañuelo.

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NOCHE UNO.

Lo veo claramente.

Sus ojos están llenos de lágrimas, luego se vuelven rojos de sangre, sus manos tiemblan y llora.

Han Gyeong-Su es en lo único que puedo pensar.

“—Oigan. ¿Qué me pasa? Algo me está pasando.”

“—¡Mierda, no me convertí!”

“—¿Me contagié, verdad?”

“—Mantente lejos. ¡No te acerques!”

Cada palabra, cada frase, se graba en mi mente, como un eco doloroso de su miedo y desesperación. Cada palabra es un recordatorio de la tragedia desatada, de la pérdida que hemos sufrido.

Uno de mis mejores amigos se ha ido…

“—¿Por qué te mordería? Somos amigos, maldita sea.”

“—Todo estará bien si me voy…”

“—Me iré de aquí por mi cuenta.”

“—Tranquilos. Estoy bien, estoy bien… Gracias por… todo. En serio.”

“—¿Por qué hacen eso? Me están asustando. Basta.”

“—¡Seung-Ho, no! Basta, Cheong-San. ¿Por qué haces esto? ¡Seung-Ho!”

Su voz resuena en mi cabeza, escucho sus palabras y el miedo en su tono. Puedo oírlo, sollozando, exclamando, asustado, gruñendo. Puedo escuchar el silbido de Cheong-San, me llega claro y nítido, como si aún estuviera haciéndolo.

Veo su espalda mientras se lanza sobre su mejor amigo. Todo se reproduce en mi mente como una película de terror, una de la que no puedo escapar ni detener.

Y todo me deja con un sentimiento de impotencia y culpa, anhelando que las cosas hubieran sido diferentes.

Permanezco sentado en la silla, con los codos apoyados en la mesa y el puño sobre la boca, mientras mi mirada se pierde en la madera y el negro de la pintura que la cubre. Negro, oscuro como el abismo en mi corazón que se formó al ver a Gyeong-Su convertirse en algo siniestro frente a mis ojos.

Woo-Jin está a mi lado, con su brazo descansando en la mesa y la cabeza apoyada en él. Dae-Su se encuentra frente a mí, y Na-Yeon a mi izquierda. A los demás no los percibo.

Un silencio denso nos envuelve a todos, el mismo tipo de silencio que se produjo después de la caída de I-Sak por la ventana del laboratorio. Un silencio de luto de respeto e incredulidad, en el que nos sumergimos para tratar de entender lo que ha sucedido de un segundo a otro. No puedo articular palabras, no deseo hacerlo.

Me asemejo a una estatua de mármol, tan inmóvil que apenas parpadeo y respiro. El nudo en mi garganta persiste, al igual que el dolor en mi pecho. Siento un agujero negro, tan oscuro como la pintura sobre la mesa, y sé que llevará tiempo cerrarse y sanar.

La tristeza lo impregna todo, aún siento el peso abrumador sobre mi corazón, mucho más grande que antes, más grande que nunca. Es el resultado de la perdida de Min-Ji, I-Sak y Gyeong-Su.

No ha pasado tanto tiempo, por eso inconscientemente rememoro una vez más lo que sucedió luego de que él se fuera.

Mientras la mayoría de mis compañeros y profesora lloraban por la tragedia de su transformación, yo perdí el control de mi cuerpo y caí de rodillas, incapaz de asimilar la noticia. La respiración se me dificultaba y mis manos temblaban al cubrirme la cara, enterrando mis dedos y uñas en mi piel. Y después de unos minutos, un silencio sepulcral se apoderó de todo, cada uno permaneció quieto en su lugar, perdido en sus propios pensamientos.

𝐑𝐄𝐒𝐈𝐋𝐄𝐍𝐂𝐄 [Choi Nam-Ra]Onde histórias criam vida. Descubra agora