𝐄𝐏𝐈𝐒𝐎𝐃𝐈𝐎 𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐄

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Temores latentes.

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DÍA TRES.

«Hace frío…» Pensé, con él anheló de envolverme en la calidad sábanas de mi cama, fue una lástima que no encontrara mis sábanas, ni mi suave almohada y mucho menos estuviera sobre mi cómoda cama.

Abrí los ojos lentamente, mis párpados pesan mientras siento que mi mente emerge de las profundidades del sueño. La habitación está bañada en una tenue luz matutina, la luz del sol me da en los ojos, no es tan fuerte, pero mi vista cuando acabo de despertar es sensible, por lo que hago una leve mueca e intento acostumbrarme a la iluminación.

Y mi “cama” es dura como una piedra, ni siquiera estoy acostado, estoy sentado en una silla con el rostro pegado a la mesa y las manos extendidas al frente. Parpadeo confundido, todavía algo somnoliento, tratando de recordar dónde estoy.

A medida que mi conciencia se aclara, recordé que otra vez he pasado casi toda la noche en vela, incapaz de conciliar el sueño por dos sencillas razones: migraña y preocupación. La persistente punzada en mi cabeza ha sido como una tormenta que ha oscurecido mi descanso y me ha mantenido en un estado de incomodidad constante, es por eso que siento todo mi cuerpo adolorido.

Mi cabeza duele y siento que mi mejilla cosquillea.

Lo primero que veo es el cabello de Nam-Ra frente a mí. Negro y brillante. Está a mi lado, descansando en una silla, con los brazos sobre la mesa y su cabeza descansando ahí. A juzgar por el ritmo de su respiración, diría que está dormida. Dormida junto a mí. Habría sido perfecto si tuviera su rostro frente al mío, cómo en esas escenas románticas de las novelas, cuando los protagonistas duermen frente al otro.

Muevo los ojos con cautela, aparte de Nam-Ra en mi campo de visión puedo ver a Ji-Min y a Cheong-San, ambos igual dormido en una silla.

Casi estoy por preguntar qué hacen ellos aquí, pero poco a poco la realidad se filtra de nuevo en mi conciencia y en lugar de sentirme aliviado por la llegada de un nuevo día, mi corazón se llena de temor. No es la sensación más bonita que debo tener al despertar, pero no puedo evitarlo.

Vuelvo a cerrar los ojos, suspirando con decepción, resignación, desilusión. Todavía sigo aquí. Otra vez esto resulta no ser un sueño. Creo que volví a quedarme dormido por unos cinco minutos más o diez minutos más, ya que por un momento no sentí nada.

Cuando abrí los ojos de nuevo, despegue la mejilla de la mesa y me doy cuenta de que la tengo completamente adormecida, aunque eso no dura mucho porque comienzo a sentir un cosquilleo. Debo tenerla roja o algo así. Solo me limité a limpiar el rastro de baba que tenía en la barbilla.

A medida que me incorporo lentamente en la silla sintiendo el peso de la fatiga en cada músculo de su cuerpo y también todavía siento la persistente punzada en mi cabeza, ya no es tan fuerte como antes; Pero me recuerda que la noche anterior fue una tortura más, plagada de una migraña debilitante, la preocupación y el terror constante de los zombis que acechan fuera del auditorio, que me mantuvo despierto casi toda la noche.

Y a eso hay que sumarle muchas cosas, como los esfuerzos que he estado haciendo, la falta de alimentación y descanso adecuado, y también que la tensión se ha vuelto parte de mí; Por eso mi cuerpo está tenso y agotado por la falta de sueño reparador y el constante estado de alerta.

Cada parpadeo de mis ojos ha estado acompañado de la imagen aterradora de los seres infectados, sus gemidos guturales resonando en mi mente.

En fin, todavía estoy un poco envuelto en una neblina somnolienta, pero mis ojos escudriñan la habitación, buscando confirmación de que los zombis aún están fuera y que yo y mis compañeros seguimos atrapados en esta pesadilla.

𝐑𝐄𝐒𝐈𝐋𝐄𝐍𝐂𝐄 [Choi Nam-Ra]Onde histórias criam vida. Descubra agora