Capitulo 8

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“las atrocidades que presenciaron fueron un recuerdo escalofriante de la oscuridad que puede habitar en el corazón humano”

La historia de los gemelos

José Luis

José Luis y su esposa llevan a Iker y Emiliano de vuelta al orfanato, en un momento de calma y serenidad. Al llegar, la directora, apareció en el umbral con una sonrisa radiante que iluminaba su rostro. Su expresión se transformó de sorpresa a pura alegría al ver a los cuatro.

— Aquí tienen a este par de pequeñines. -dice la abogada.- Están muy bien alimentados.

— Entonces, despidámonos chicos, y luego directo al baño y a dormir.

— Pero señorita Paulina...

— No hay peros, mañana tienen clases. Vamos, despidámonos.

— Adiós José Luis, adiós Alta. -los niños se despiden sin mucho ánimo, José Luis observa cómo su esposa deja besos en sus frentes y cómo sus ojos se llenan de lágrimas.

— Muchas gracias por este día tan inolvidable.

— Paulina, sé que es muy tarde y debe estar cansada, pero esto no puede esperar más, ¿podemos hablar en privado? -pregunta José Luis, sorprendiendo a la directora y a su esposa, quien sabía que habían tomado una decisión, pero no esperaba que él quisiera hablar de eso ahora.

— Entonces, díganme... -dice Paulina sentándose frente a ellos.

— Hace unos meses que venimos a este lugar, y no es un secreto que amamos a los niños, todos son importantes, pero esos dos se robaron nuestro corazón...

— Entiendo.

— Lo que queremos decir es que hemos decidido adoptar a Iker y Emiliano. -concluye la mujer rubia. Paulina se sorprende y se emociona ante sus palabras.- Durante años intentamos ser padres y no fue posible, así que después de múltiples pérdidas decidimos dejar de intentarlo y ser agradecidos con lo que tenemos, pero desde que conocimos a los gemelos y hasta esta noche, reafirmé que ellos son los que estábamos esperando.

— ¿En serio hablan?

— Por supuesto, Paulina —dice José Luis—. Mi esposa y yo estamos más que seguros de querer a esos niños como nuestros hijos; queremos darles todo y más.

— ¡Qué hermoso! —responde Paulina, con lágrimas de alegría en los ojos—. No hay nada más bonito que darles un hogar lleno de amor.— Ellos han pasado por tanto y merecen una familia que los quiera incondicionalmente.

— Eso es lo que se necesita, —interviene José Luis—. Un amor sincero y la disposición de crear un espacio seguro para ellos.

— No saben cuánto me emociona escuchar esto. Es un día de alegría, pero también de sinceridad, porque como bien se sabe, buscar una familia para cada niño es difícil, y con los gemelos, eso se triplicaba.

— ¿Por qué? Son adorables —dice la rubia.

— Lo son, pero también son niños que han sufrido demasiado. Cuando llegaron, no eran nada de lo que son ahora. Iker siempre ha sido más extrovertido; sin embargo, Emiliano es quien peor la pasó.

— No estamos entendiendo —dice José Luis, mirando a su esposa con el ceño fruncido.

— Los gemelos... —comienza la directora— tienen una historia que contar, una llena de amor, pero también de dolor. Una noche de lluvia y viento les arrebató a su padre, un hombre bueno y de gran corazón. Con el tiempo, su madre se volvió a enamorar, pero de un hombre miserable que detestaba a los pequeños, pues son la viva imagen del exesposo de su mujer. Los encerraba en los establos, dejándolos dormir allí con los caballos y los cerdos. Fueron los peores años para esos niños, quienes tuvieron que presenciar atrocidades... —Altagracia siente un nudo en su corazón; las palabras pesan como piedras. José Luis toma su mano, incapaz de imaginar tal maldad humana.

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