A veces el silencio grita más fuerte que las palabras. Y el corazón se debate entre lo que desea y lo que necesita
Entre la Verdad y el Amor
Altagracia
Altagracia y José Luis estaban sentados en la sala de espera del tribunal, sus manos entrelazadas. La tensión en el ambiente era palpable mientras esperaban su turno para firmar los documentos de adopción. Habían soñado con este momento durante tanto tiempo, y ahora estaba a punto de hacerse realidad. Angélica estaba a su lado, leyendo su agenda; aún no podía creer que habían adelantado la cita.De repente, José Luis sintió un nudo en el estómago al ver a Martín entrar en la sala. Su expresión se endureció al recordar cómo Martín había hablado con Altagracia.
— ¿Estás bien? —preguntó Altagracia, notando el cambio en el rostro de su esposo
— Sí. —respondió él, tratando de mantener la calma.
Martín se acercó a ellos con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.
— ¡Hola, pareja! —saludó con un tono despreocupado—. ¿Listos para dar ese gran paso?
José Luis apretó la mano de Altagracia un poco más fuerte, sintiendo cómo la incomodidad aumentaba.
— Claro, estamos emocionados —respondió Altagracia con una sonrisa forzada, tratando de mantener la conversación cordial. Martín se inclinó ligeramente hacia ella, como si quisiera hacerla sentir especial, y eso encendió una chispa de celos en José Luis, solto un suspiro cuando el juez se alejo.
— Mi amor, no puedo creer que finalmente estemos aquí. Después de todo lo que hemos pasado, los gemelos serán oficialmente nuestros —dice ella, nerviosa y llena de amor por esos pequeños.
— Créelo, cariño —responde él, depositando un beso en el dorso de su mano—. Es un momento que hemos esperado con ansias. Imagina llevarlos a casa. Iker y Emiliano corriendo por los pasillos, riendo. -Los ojos de Altagracia brillan con emoción al imaginarlo.
El juez los convocó y, nerviosos, se pusieron de pie. Altagracia se arregló la blusa y José Luis alisó su cabello. Ingresaron a la pequeña sala, donde una mesa se encontraba repleta de papeles y bolígrafos.
— Mi hermosa diosa, Altagracia Sandoval —comentó el juez al verla entrar, su mirada sobre ella no pasó inadvertida para el empresario, quien rápidamente colocó una mano en la cintura de su esposa, atrayéndola más hacia él.— Angelica, te presento a la reina de mis suspiros —le dice el juez con una sonrisa que desbordaba confianza.
— Vete al demonio —respondió Altagracia, quitándole la mano cuando él intentó dejar un beso en sus nudillos.
— Oh, pero no puedo irme a ningún lugar, preciosa —replicó Martin con un tono juguetón—. Estoy aquí para recordarte cuánto te extraño.
— ¿Te parece gracioso hablar así con ella en mi presencia? —preguntó José Luis, con los celos al límite—. ¿No tienes respeto?
— Dime, Altagracia, ¿tu marido siempre se pone celoso cuando hablas conmigo? —La pregunta provocó un escalofrío en José Luis, quien se acercó aún más a ella.
— ¡Claro que sí! —exclamó él sin poder contenerse—. ¿Cómo no voy a estar celoso cuando escucho a un tipo hablarle de esa manera a mi esposa como si fueras un objeto?
— Vamos, José Luis, no te pongas celoso. Solo estoy siendo amable con tu mujer. Es una conversación amistosa.
— Martin, ya basta.
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Love
RomanceAltagracia, una abogada exitosa y reconocida a nivel nacional, se encuentra atrapada en una tormenta personal. Casada con el propietario de la naviera más destacada de América, sufre la pérdida de su cuarto hijo. Envuelta en dolor y tristeza, cuent...