Capitulo 10

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Iker y Emiliano

José Luis.

Unas semanas más tarde, aunque las tensiones en casa persisten, José Luis sentía que su relación con Altagracia había mejorado ligeramente, especialmente después de compartir un momento íntimo por la mañana. Aquella conexión renovada había traído consigo un aire de esperanza, pero también una sensación de fragilidad. Ambos sabían que los problemas no se habían resuelto por completo, pero al menos podían encontrarse en esos pequeños momentos de complicidad.Por otro lado, Frida seguía complicándole la vida. La joven no dejaba de causar problemas en el colegio; sus constantes enfrentamientos con profesores y compañeros parecían no tener fin. Cada vez que José Luis recibía una llamada del director, su estrés aumentaba exponencialmente. El último incidente había sido particularmente grave: Frida había sido acusada de desobediencia en clase y de hablar de manera irrespetuosa a un maestro además la habían visto fumando en otras libres.

— No entiendo qué le está pasando —murmuró José Luis una tarde mientras almorzaban juntos en el bufete—. Siempre fue una buena estudiante, sus calificaciones en el colegio anterior lo demuestran, pero ahora parece que se ha descontrolado. 

 Altagracia lo escuchaba con atención, sintiendo la frustración que emanaba de él. Sabía que José Luis se preocupaba mucho por su hija y que cada problema solo añadía peso a sus hombros. 

 — Tal vez deberías hablar con ella —sugirió Altagracia—. Necesitas entender qué la está llevando a actuar así, no se, quizás problemas con algún chico o chica, con su madre... -José Luis asintió, aunque con reticencia. La idea de enfrentarse a Frida siempre le causaba un nudo en el estómago; temía que cualquier conversación pudiera desencadenar una nueva explosión de rebeldía. 

 — Está bien, pero debo hacerlo con cuidado —respondió—. No quiero que se sienta atacada. 

— A veces, los adolescentes solo necesitan saber que sus padres están dispuestos a escuchar sin ser señalados o juzgados. Quizás Frida está lidiando con cosas que no entiende completamente y se siente sola.

— ¿Como sabes tanto eh? —le besa las manos.

— Yo también fui una chica problema en algún momento de mi vida, cuando me sentía incomprendida, dolida y sola, sumándole a eso las burlas de mis compañeros cuando me salieron las rosetas del lupus. Intenta acercarte a ella José Luis, no se ingenia alguna salida padre e hija, algo sencillo como llevarla a ver una película o comprar la despensa.

— Lo dices como si fuera sencillo.

— Es sencillo, tu hija es solo una adolescente malhumorada y malcriada que pide a gritos ser comprendida y escuchada. Mira no necesito un titulo de psicología para entender patrones de abandono.

— Altagracia ¿Abandono? Vivió con su madre....

—  ¿Y fuiste testigo de que le brindo si amor de madre? No verdad. —termina de dejar las cajitas del almuerzo en la papelera. — Bueno terminemos aquí, tengo trabajo y tu también.

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A las cuatro de la tarde, José Luis recibe un mensaje de su hija informándole que ya está en casa y moreno se sorprende no recibir citacion para el otro día en el colegio. Su esposa aún no había regresado, por lo que supone que debe estar en el bufete, atrapada en algún asunto legal que no le da tregua.

Con un suspiro, decide que es el momento de salir de la naviera y enfrentar la tarde. Al salir, le pide al chofer que lo lleve al lugar que durante meses visitó y que ahora parece haber olvidado. 

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