Narrador
El día del juicio tan esperado había llegado. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas del tribunal, iluminando el rostro de la abogada, que, a pesar de su firmeza habitual, no podía evitar que sus manos temblaran ligeramente al ajustar su chaqueta. Había pasado meses preparándose para este momento, pero el peso de la responsabilidad pesaba sobre sus hombros como una losa. Sabía que no solo se jugaba su carrera, sino el futuro de aquellos pequeños a quienes había tenido el privilegio de conocer y proteger.Mientras se sentaba en la mesa de los demandantes, observó un punto fijo en la pared y su mente la llevo a los niños del orfanato. Recordaba algunos jugar con sus juguetes, recordó los ojos brillantes y curiosos de los otros mientras que otros, y también recordó a ese par de gemelos preciosos. Ella sonrió para sí misma; esos rostros inocentes eran su motivación. Con un profundo suspiro, tomó su carpeta de documentos y comenzó a repasar sus notas una vez más.
El juez entró y todos se pusieron de pie. La abogada sintió cómo su corazón latía con fuerza mientras se sentaba nuevamente. Con total seguridad, comenzó a emplear cada una de las estrategias bien planificadas y estudiadas. Su voz resonó en la sala, clara y decidida. Citó precedentes legales y presentó pruebas que habían sido meticulosamente recopiladas. Cada argumento era una pieza del rompecabezas que unía la historia de aquellos pequeños con el deseo de justicia que ella ardientemente defendía.
Las horas transcurrían y la tensión se palpaba en el tribunal. Testigos de ambas partes declaraban; algunos de los suyos vacilaban, lo que le restaba puntos.
Cuando el juez anunció un receso, ella quería sentarse a llorar, sintiendo que había fracasado. Observaba el rostro de la directora y de las monjas que enseñaban en el orfanato, y la imagen de cada uno de los niños acudía a su mente. Se prometió que ganaría, y eso haría.
- Licenciada Sandoval y Licenciado Benítez, ambos están disputándose unos terrenos que afirman pertenecer a sus defendidos. Sin embargo, se ha verificado la veracidad de cada testimonio, así como la autenticidad de los títulos de propiedad y...
- Y yo quiero mostrarle algo antes de que usted y el jurado emitan el veredicto final -dijo la abogada, interrumpiendo al juez y jugando su última carta, en la que tenía puestas todas sus esperanzas. Haciendo señas a un guardia, se encendió una pantalla y al principio, gritos de diversión y carcajadas llenaron la sala.
Antes de entrar, había entregado el video al guardia por si necesitaba usar esa última carta.
A medida que avanzaba en su exposición, notó cómo los rostros del jurado cambiaban, mostrando interés y empatía. La abogada se sintió invadida por una oleada de confianza; sabía que estaba haciendo lo correcto. Algunos niños daban sus testimonios y palabras sobre que significaba ese lugar para ellos.
- ¿Y qué significa este lugar para ti? -se oye la pregunta de la abogada a la adolescente.
- Es todo para mí, es mi refugio, mi hogar y donde está mi familia -responde con una sonrisa tímida-. A medida que crecemos, se nos hace más difícil que un matrimonio nos quiera adoptar, ya que siempre prefieren a los bebés o a los más pequeños, pero sé que algún día tendré mi propia familia. Mientras tanto, aquí puedo prepararme para el día en que salga y tenga que defenderme en el mundo.
Testimonios como esos fueron escuchados por el jurado y el juez, algunos se secaban las lágrimas mientras que otros las dejaban correr por sus mejillas.
- Si pudieras hablar personalmente con ese señor que quiere tu hogar, ¿qué le dirías? -pregunta Altagracia a un niño de ocho años.
- Que no nos quite nuestro hogar y el de mis amigos, todos aquí somos una familia.
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Love
RomanceAltagracia, una abogada exitosa y reconocida a nivel nacional, se encuentra atrapada en una tormenta personal. Casada con el propietario de la naviera más destacada de América, sufre la pérdida de su cuarto hijo. Envuelta en dolor y tristeza, cuent...