Capitulo 19

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Te amo demasiado.

Altagracia.

Luego de esa cena tan llena de problemas, Altagracia regresa a la sala donde se encontraba José Luis con un vaso de Whisky, su mirada reflejaba una mezcla de preocupación, dolor, decepción y vergüenza.

- ¿Todo bien? -le pregunto ella dejando caer en el sofá a su lado.

- No puedo creer lo que pasó en la cena. Las cosas se salieron de control tan rápido... ¿por qué no podemos tener una noche tranquila? -se termino el contenido del vaso y volvió a llenarlo.- Lo único que deseaba era una comida tranquila, que mi familia conociera a mis hijos...

- No te mortifiques por eso, mi cielo. Tu mamá quedó encantada con los chicos, al igual que Mat, quien se veía feliz de tener primos con los cuales jugar... -intentó consolarlo Altagracia, pero la tristeza en los ojos de su esposo era palpable. 

- Sabes, me duele que mi hermana no acepte a mis hijos. Le dijo cosas horribles a Frida... No puedo creer que alguien de la familia pueda ser tan cruel. -dijo, llevándose el vaso de whisky a los labios y tomando un trago largo. Altagracia sintió la tristeza en su voz y se acercó un poco más

- Ella sola se dará cuenta de su error, mi amor. No puedes permitir que eso te afecte tanto. A veces, las personas necesitan tiempo para entender las cosas

- ¿Tiempo? ¿Y cuánto tiempo va a llevar? Mis hijos merecen amor y aceptación, no rechazo. - replicó, con frustración. Altagracia, viendo que la conversación se tornaba pesada nuevamente, decidió actuar. Con un movimiento rápido, le quitó la botella de licor de las manos.

- Creo que es mejor que dejemos esto por ahora. -dijo con una sonrisa

- ¡Vamos mujer! Necesito esto para sobrellevar la situación.- protestó, extendiendo la mano hacia la botella con desespero.

- No, mi amor. Necesitas hablar y procesar tus sentimientos, no ahogarlos en whisky. -insistió Altagracia, manteniendo la botella fuera de su alcance.

- No entiendo por qué estás haciendo esto. ¿Acaso no puedo tomar un poco? -replicó con un tono defensivo 

 Altagracia sintió cómo la tensión en la sala se hacía palpable. José Luis estaba claramente alterado, y ella podía ver que el whisky había comenzado a hacer efecto en él. Su mirada era más intensa, casi desafiante. Ella lo miró fijamente, tratando de mantener la calma. Sabía que no se trataba solo de una bebida; era una forma de escapar que podría llevarlo a un lugar oscuro.

- No es que no puedas tomar, claro que puedes hacerlo; pero quiero que encuentres una forma más saludable de lidiar con esto. Tus hijos necesitan un padre fuerte, no uno atrapado en el alcohol. O ¿qué pretendes? ¿Volver a ese tiempo cuando éramos novios? -sus palabras salieron con una mezcla de preocupación y firmeza. José Luis frunció el ceño ante la comparación, su frustración se transformó en enojo.

 - No digas tonterías, Altagracia -replicó molesto, su voz cargada de resentimiento-. Ya no tengo veinte años. 

Altagracia sintió cómo le ardía la piel ante su respuesta. La verdad era que ella no estaba tratando de recordarle el pasado; solo quería que él se diera cuenta de que el camino que estaba tomando no lo llevaría a nada bueno, en menos de media hora se había bebido botella y media.

- El alcohol no es para perderse en él -dijo ella, intentando mantener un tono sereno-. Es para disfrutarlo, para compartir momentos con las personas que amas. Pero tú... tú en este momento lo usas como una forma de huir. -José Luis soltó una risa amarga, como si sus palabras fueran una broma cruel.

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