Capitulo 1

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"En la lucha por la maternidad, cada lágrima derramada se convierte en un mar de fuerza y determinación, es un acto de amor con deseos de desafiar obstáculos"

Altagracia

Altagracia se derrumbó por sexta vez en la cama, tratando de apaciguar el torbellino de emociones y dolor, tenía la certeza de lo que sucedía. Su vientre,nse estaba convirtiendo en un campo de batalla donde la vida y la muerte se entrelazaban. A su lado estaba profundamente dormido ese hombre con el cual se casó hace ocho años, estaba ajeno al tormento que ella enfrentaba con lágrimas en los ojos, se sentía impotente e inútil al saber que no podía hacer nada.

La sabana manchada de carmesí es un recordatorio vivo y cruel de su aborto.

Un nuevo aborto.

— No, no, no de nuevo... José Luis. - susurra Altagracia, despertando al empresario. Sus manos manchadas de rojo, y el miedo en sus ojos fue lo que hizo despabilar al empresario quien se levanto rápidamente de la cama.

— No puede ser ¡Maldita sea! no te muevas. — La toma ayuda rápidamente a cambiarse de ropa.— Debemos ir al hospital.

Rápidamente, él se viste y parten hacia el centro médico, donde la ginecoobstetra espera con tristeza, su corazón se estrujó al recibir la llamada de José Luis, sabía lo contentos que estaban cuando les dio la noticia que esa vida estaba latiendo con fuerza y llevaba 15 semanas. Al llegar, Altagracia es llevada de urgencia al área de ginecología y obstetricia donde la especialista comienza hacer las revisiones incluyendo una ecografía y sin más preámbulos da el diagnóstico con suma tristeza "aborto espontáneo".

La especialista, apretando la mano de Altagracia, intenta darle ánimos, pues ella más que nadie sabía las ganas que tenía de ser madre.

— Lo siento mucho, sé cuanto quieres un bebé, pero sabes que los riesgos están por tus antecedentes. Llamaré a tu esposo.

Las lágrimas reprimidas finalmente fluyen cuando queda sola. El dolor en su pecho parece insoportable y se siente tan inútil, así como furiosa con su propio cuerpo por no sé capaz de mantener con vida algo que tanto amaba y anhelaba. Cuando José Luis entra, la ve detenidamente y ella se enjuga las lágrimas.

— No lo hagas, no te reprimas.- murmura él, dejando un beso en su frente.- Tranquila, mi amor, lo seguiremos intentando.

— No, ya no más. Cada bebé perdido me deja un daño irreparable. -susurra- ¿Para qué sirvo? No puedo ser mamá.

— Oye, no digas eso. - responde José Luis.- No es tu culpa mujer.

— Lo es, no soy capaz de darte un hijo, mi cuerpo no es capaz de mantener una vida, ya no puedo más. -lo observa a los ojos. Y él odiaba verle culpa en ellos.

— Hablaré con Carolina para comenzar un método anticonceptivo.

— Altagracia...

— Es mi decisión, por favor respeta, además lo mejor es que te resignes que no tendremos hijos o bueno, de mi parte no podrás tenerlos. Si deseas divorciarte no me opondré a firmar los papeles, tu familia no para de restregarme en la cara que necesitas un heredero y ese bebé, conmigo no llegará.

— Deja de decir tonterías por favor, no necesito más nada si te tengo a ti.

— No son tonterías, sé lo mucho que amas a los niños y tus anhelos de ser padre, y  yo no podre dártelos José Luis, solo basta con ver como  amas estar con  tu sobrino cada que esta en casa.

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