Lo veía entrenar mientras hacía mis deberes a un lado de la cancha. Pasaba todo lo que podía entrenando o jugando. Lo que sea, pero solo quería estar lejos de su casa; se quedó hasta una semana en la casa de su abuela con tal de no estar cerca de su padre, pero siempre volvía, volvía por su madre.
Incliné mi cabeza cuando alguien tapó el sol. Era su entrenador; me sonrió, ya me conocía desde hace un tiempo.
—¿Cómo estás, Alba?
—Estresada con la tarea, ¿y tú, Rick? — sacó su gorra unos segundo para rascar su cabeza.
—¿Qué puedo decir? Ya estoy acostumbrado a estar rodeado de adolescentes que se comportan como simios.
Reí mientras miré a los chicos fingir que estaban en una pelea. Él nuevo chico que se había sumando hace no mucho estaba acercándose. Mi amigo también lo hizo cuando lo vio, no le caía muy bien.
—Te he visto mucho por aquí, ¿eres familiar de alguno? — miré aquel chico que se detuvo al lado de Rick. Tuve que levantarme porque mi cuello ya dolía.
—Es la amiga de Zack. — respondió el entrenador.
—Es mi novia, Rick. — miré a Zack con los ojos bien abiertos por su confesión que ni esterada estaba. Miraba fijamente a aquel chico mientras respondía.
Puse mis ojos en blanco cuando vi que estaban mirándose como dos perros a punto de pelearse por un hueso.
Ambos íbamos callados en el colectivo cuando su entrenamiento terminó. Era cierto que a veces nos besábamos, pero solo era secreto nuestro, nadie lo sabía. Ni siquiera mi mejor amiga Mad.
Miraba por la ventana y él me miraba de reojo a mi lado. Oí el cierre de su bolso abrirse, pero, aunque tuviera toda la curiosidad del mundo, mantenía mi orgullo mirando por la ventana.
Hasta que una flor, con el tallo partido a la mitad, quedó frente a mis ojos. La sostuve entre mis manos, sonreí al ver sus pétalos doblados.
Sus ojos avellanas me miraron entre divertidos y apenados.
—No aguantó mucho en mi bolso.
—¿Desde cuándo la tienes?
—Desde ayer. — ambos reímos. — Se mi novia, Alba, y yo seré el chico más feliz del mundo.
Él era el hombre más romántico que he conocido, me hacia sonrojar con las ocurrencias que decía. Tuve que apartar mis ojos de los suyos porque me ponía nerviosa.
—Pensé que gustabas de Lisa. — le dije. Porque su nombre ya se escuchaba mucho, decían que era la promesa del futbol y por eso muchos se acercaban a él en la escuela y esa chica también; hablaban cada vez más seguido que creí que yo ya no le gustaba más.
Arrugó su nariz con disgusto.
—Ella no me gusta. Si tuviera tus pecas, tus ojos, tu pelo que parece una casaca de oro puro y si tuviera tu risa o supiera trepar telas hasta tocar el sol. Entonces puede que sí. —sonreí y besé su mejilla —¿Es un sí?
Asentí con obviedad. Comenzó a hacer cosas raras con sus puños en modo de festejo y tocó el hombro de la señora que estaba en los asientos de adelante.
—Oiga, usted, que estuvo parando la oreja con nuestra conversación. — escondí mi rostro entre mis manos —. Por si no escucho la ultima parte, dijo que sí.
Nos miró divertida y yo sonreí, seguro que roja como un tomate. Golpeé el hombro de Zack, pero ni quejándose pude borrarle su sonrisa.
ESTÁS LEYENDO
La Luna No Brilla Sola
Teen FictionAlba y Zack son de aquellas amistades que no recuerdan el día exacto en el que se conocieron. Alba y Zack son de aquellas personas que les encantan vivir al límite y siempre están haciendo travesuras. Alba y Zack son de aquellas personas que el tiem...