Capítulo 23.

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Alba.

Me hago una cola alta mientras camino hacia la salida del gimnasio. Sin embargo, tengo ese presentimiento de que lago me olvido; clavo mis pies sobre el suelo y trato de pensar. Veo mis manos y eso es lo que me sirve para recordar que dejé mi botella a un lado de las telas. Con razón sentía mis manos vacías.

Al enderezarme luego de haber recogido la botella, me sorprendo al ver a Jony parado a mi lado, un poco inquieto.

—¿Todavía no te vas? — me pregunta. Se ve sudoroso y nervioso. Entrecierro mis ojos.

—Olvidé mi botella — se la muestro —¿Estás bien?

—Sí — ríe de una manera extraña —. Pero tendrías que irte ya, han dicho que puede nevar y bueno... — se pone a mi espalda y comienza a empujarme hacia la salida. Anclo mis pies en el suelo y lo enfrento.

—¿Qué te sucede? Estás sudoroso y algo raro. Más de lo normal.

—Muy graciosa, pueblerina. Pero no me sucede nada. Solo me preocupo por ti.

Vuelve a empujarme y yo suspiro caminando por mi cuenta. Él se queda de pie en la puerta viéndome con mucha ansiedad para que me vaya.

—¿No me estarás ocultando algo, Jony?

Bufa.

—Para nada. Pero debes irte, ya.

Pongo mis ojos en blanco y salgo. Jony me saluda con su mano desde dentro.

Saco mi bufanda del bolso y me la pongo; olvidé mandarle un mensaje a Zack para que viniera a recogerme, por eso me tocará esperarlo unos minutos hasta que llegue.

Apoyo mi espalda contra la pared y miro el cielo nublado antes de que alguien me hable.

—Hola, Alba. Qué bueno verte — mis ojos caen en un chico alto, delegado y que me recuerda a Jony. Pero al sudoroso lo dejé dentro del gimnasio.

—Ehh... Hola — me habló con tanta familiaridad que me apeno por no saber quién es —. También es bueno verte — lo que sería bueno es que yo recordase al menos su nombre.

—¿Cómo has estado? ¿Cómo te está yendo con la universidad? — mierda, sabe toda mi vida y yo estoy a un colapso por recordar de dónde yo lo conozco. También me está dando un poco de miedo y espero que no sea un secuestrador o algo así. No veo caras sospechas como para que me secuestren.

—Bien, por suerte todo está bien... ¿Tú cómo estás?

—Bien, gracias. Me alegro que todo esté bien y que tu abuela también

—¿Abuela? — creo que voy a salir triunfando porque me parece que es él quien se confundió de persona y la vergüenza no me la llevaré yo.

—Sí. Jony me dijo que estaba enferma.

—¿Jony?

—Ajá. Me dijo que por eso no pudiste ir a la cena, porque tu abuela estaba internada.

Maldita sea. Es el primo de Jony. Se me forma lentamente una sonrisa, porque lo único que quiero hacer es asesinar a mi amigo.

—Ella ya está mejor. Gracias por preocuparte.

—Jony estaba muy preocupado por ti. Mi novia tenía muchas ganas de conocerte, pero supongo que podremos reunirnos otro día.

—Sí, claro — qué tan grande es problema en el que está metido Jony.

El chico rasca su nuca, un poco avergonzado.

—Lamento el escándalo que armé por confundir las cosas. No sabía que Jony estaba en pareja y creí que... bueno, que quería algo con mi novia.

Pues muy alejado no está. Dudo que Jony quería hacerle eso a su primo, porque, por lo que me contó, cuando habló con esa chica, no sabía que estaba saliendo con su primo. Y pese al horrible momento que me está haciendo pasar por sus errores, yo le creo. Pero no quieta el hecho que ahora tenga en mente poner aceite en sus barras para que caiga y se quiebre alguna parte de su cuerpo.

La Luna No Brilla SolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora