Trataba de acompañarlo a todos sus entrenamientos, al igual que su madre. Conversábamos mucho con ella mientras jugaba; era muy dulce, él tiene los ojos de ella. Me hacía peinados mientras estaba entrenando y algunas veces venía mi mamá para pasar la tarde charlando.
Aunque no siempre fue todo con esa rutina feliz.
Ambos íbamos a la escuela más cercana que había de nuestras casas, era chiquita, con no muchos estudiantes. Y en eso que lo acompañaba y él jugaba, digamos que dejamos un poco de lado nuestros estudios. Claro que nuestros padres se enojaron, el suyo se enojó muchísimo.
Vino esa noche llorando a mi casa. Recuerdo haber escuchado su silbido y luego yo bajé por la ventana sin que mis padres lo notaran. Estaba llorando por la rabia; al día siguiente tenía su primer partido como titular y su padre le había prohibido ir. Quería mucho eso, y lo entendía, le encantaba mucho jugar. Me lo dijo, me dijo que jugando se olvidaba de todo lo malo.
Yo pensé muchas maneras para que pudiera ir. Pero ambos estábamos castigados y sin un centavo para viajar en colectivo. Pero un foquito imaginario se prendió sobre mi cabeza.
—¡Lo tengo! – dije como si hubiera resuelto la incógnita difícil para muchos matemáticos —. Pero tendremos que despertarnos muy temprano.
Le conté mi plan, un poco nerviosa; le comenté eso a mi madre, que comenzaba a ponerme nerviosa mirarlo y que él me mirase. Era raro. No lo entendía. Ella soltó una risita y me explicó cosa del amor, la adolescencia... Le tuve que parar el carro cuando dijo la palabra "enamorada".
Enamorada, ¿yo?, ¿De mi amigo que lo conozco desde la infancia y que ambos sabemos las cosas vergonzosas del otro? No ¡Jamás!
Pero mientras le contaba lo que íbamos a hacer, él se quedó mirándome, también nervioso, lo supe porque empezó a hacer muecas con su boca, señal de nerviosismo. Siempre lo hacía.
Sus ojos vieron mi boca. Yo entrecerré mis ojos y me aparté cuando cerró los suyos. Se tiró a lo loco, su cabeza no chocó contra nada cuando me hice a un lado.
—¿Qué querías hacer? – rascó su cuello de manera nerviosa.
—Besarte. — lo miré horrorizada.
—¿Por qué querías hacer eso? — sus hombros se encogieron.
—No sé, solo quería hacerlo. – su ceño se frunció —¿Tú no dijiste que debemos hacer lo que queramos?
Me miró acusatorio, con sus brazos cruzados. Mi boca se abrió y cerró sin nada qué decir.
—Sí, pero no con este tipo de cosas... Debes ser más precavido.
Volvió a encogerse de hombros mientras se recostaba sobre el césped, con sus manos detrás de su cabeza y mirando las estrellas. Mi corazón también estaba nervioso, y al parecer mis nervios se fueron a mi estómago, porque una sensación muy extraña se instaló allí.
Tuvimos que despertarnos muy, muy temprano; antes que nuestros padres. Simulé seguir durmiendo en mi cama con un par de almohadas bajo las sábanas, eso debía servir hasta que volviésemos. Aunque mi mente en esos momentos no funcionaba muy bien; era obvio que a las tantas de la mañana cualquiera de mis padres subiría a ver por qué no me levantaba.
Caminamos mucho por la carretera más cercana, esperando a que un auto nos llevase, pero ninguno paraba y una conductora nos preguntó si estábamos perdidos para llevarnos con nuestros padres. Ahí nos dimos cuenta que debíamos pensar en algo más para poder llegar a la ciudad.
Y, justo en ese momento, como si fuera un milagro hecho por aquel unicornio mágico que imaginaba de niña, una camioneta, bastante vieja, se asomó a lo lejos. Nos escondimos entre esas hierbas altas mientras esperábamos a que se acercara. Y cuando pasó frente a nosotros comenzamos a correr agachados para que el conductor no nos viera. Sujeté la parte trasera y él empujó mis piernas hacia arriba para que pudiera subir. Cuando estuve dentro, extendí mi brazo para ayudarlo, y así ambos nos escondimos en la parte trasera de ese vehículo hasta llegar a la ciudad.
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La Luna No Brilla Sola
Ficção AdolescenteAlba y Zack son de aquellas amistades que no recuerdan el día exacto en el que se conocieron. Alba y Zack son de aquellas personas que les encantan vivir al límite y siempre están haciendo travesuras. Alba y Zack son de aquellas personas que el tiem...