Alba.
Me he quedado toda la tarde en la biblioteca de la universidad para tener información más completa en mis apuntes, pero tengo que admitir que me asusté cuando se escucho un gran estruendo al dejarlo caer sobre la mesa. Es inmenso, es una enciclopedia que debe contener hasta la genética de un mamut.
Bostezo y cierro el libro recordando el numero de pagina que lo dejé. Están por cerrar así que devuelvo lo que pedí y salgo. Me encanta ver cómo con el viento las hojas de otoño caen dando un toque mágico; me pongo mi gorro con un pompón en la punta para refugiar mis orejas de la brisa.
Camino hasta la residencia bastante distraída, ordenando las fechas de próximos exámenes, tener tiempo para entrenar y también poder ir al refugio de Zack. No me gusta comprometerme y luego fallar, por eso ahora si ordeno mis horarios debo saber que algunos días estaré ayudando a Cher y Surf. Que, por cierto, ambos me cayeron bien. Surf se parece mucho a Jony, nada mas que con un aire más relajado y despreocupado, apuesto que es lo que se sientan mientras hay un caos y dice "relájate, todo tiene solución". Ojalá yo pensara y tuviera ese positivismo, si al mínimo desastre entro en pánico o me tiro en cama como si fuera el fin del mundo.
Saco mi copia de llaves, una de la casa y la otra es de mi cuarto; mis padres son los que me ayudan a pagar la residencia si yo no puedo, es decir, casi todos los meses, pero, si con Mad conseguimos algún trabajo que se amolde con nuestros tiempos, solemos compartir habitación para pagar mita y mita; porque la vida de adulto es muy cara y por lo general conseguimos trabajo en algún kiosco por las noches que no pagan muy bien. Y entonces no pasamos varios días discutiendo por el espacio; podemos convivir juntas solo a risas y alegría la primera semana, lo demás mejor ni lo cuento.
Le sonrío a una de nuestras compañeras al entrar y frunzo mi ceño al ver que está como ida. Ya me ha pasado encontrar a alguna fumando y no precisamente un cigarrillo electrónico.
Me acerco sigilosamente.
—¿Estás bien? — ella asiente. Ambas inclinamos la cabeza hacia el final de las escaleras al escuchar la risa de Mad —. Ah, llegó Laio.
Es la reacción que consigue ese niño cuando viene. Es como si las atontara y las tiene chillando en sus cuartos. Ni se imaginan el primer día que vino a visitar a mi amiga, hasta la dueña de esta casa estaba sonriendo, y eso jamás lo había visto.
—Él es lindo, muy lindo — dice mientras se aleja.
Si Mad la escucha le arrancaría los ojos. Sonrío divertida y subo las escaleras. La confusión y el pánico comienzan a invadirme cunado escucho una tercera voz y no es ni la de Mad o Laio. Me detengo en el tercer escalón cuando veo su cuerpo doblar y bajar con una sonrisa.
También se detiene cuando me ve, sin embargo, la curvatura de su boca no se desvanece y se mantiene viéndome hasta que a su espalda aparecen dos cuerpos que lo obligan a bajar. Retrocedo dejándoles el lugar para que pasen.
—¡Llegaste! — miro a Mad con el corazón en la boca. Me alejo de ellos un poco mareada sin que lo noten, al menos sin que la mayoría lo note. Mi amiga truena sus dedos, nerviosa, mientras nos mira a Zack y a mí —. Tenemos visita — suelta una risita.
—Ya veo — murmuro.
Está abrigado con un buzo negro y así sus ojos resaltan de una manera increíble. Respiro hondo de golpe y aguanto la respiración, quizá hasta desmayarme.
—Hola.
Expulso todo el aire de mis pulmones. Mi corazón reconoce su voz.
—Hola — dejo de verlo —. Y hola, Laio.
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La Luna No Brilla Sola
Novela JuvenilAlba y Zack son de aquellas amistades que no recuerdan el día exacto en el que se conocieron. Alba y Zack son de aquellas personas que les encantan vivir al límite y siempre están haciendo travesuras. Alba y Zack son de aquellas personas que el tiem...