Cayó.

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Zack.

Dejo las llaves sobre la mesa cuando ingreso a mi departamento.

No todos los días podré estar con mi abuela ya que queda bastante lejos del estadio donde entreno, por eso me quedo aquí la mayoría de los días de la semana.

Me ducho y cuando salgo decido prepararme algo para comer. Estoy con un buen humor para hacerlo yo y no llamar a algún restaurante.

Le marco a Laio y contesta enseguida. Lo pongo en lata voz mientras cocino.

—Funcionó, amigo. Gracias.

—Me harás ser un mentiroso de mierda como tú — rio junto con él —. Pero no te voy a negar que me emociona ver a esa reluciente chica nuevamente.

Aun no perdona del todo a Alba, pero no está tan enojado porque sabe que ambos arruinamos lo que teníamos, así que todo el enojo no se lo echó a ella, sino que a mí también. Y lo hizo, tuve que escuchar sus insultos cuando le conté lo sucedido y no emitir ni una sola palabra por hacerle caso a consejos inservibles.

Me costó convencerlo de invitar a Alba, pero con mis suplicas y prometerle que también iría su amiga, aceptó.

Ahora estoy con una nueva oportunidad de tener a Alba y poder conversar con ella. Y haré de todo para no desperdiciarla.

La Luna No Brilla SolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora