Capítulo 10

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Alba.

Desde arriba veo con mucha, pero muchísima confusión la forma en la que Mad y mi caballo se ven.

—¿Por qué lo ves así?

Mientras bajo de mis telas oigo su respuesta.

—No lo sé, ¿los caballos son capaces de robar el alma?

—Mmm... no. Creo que ningún animal hace eso.

—Pues creo que... ¡Oye!

Le robó su manzana.

Mi caballo le muestra sus dientes en forma de burla. Trato de no prestarle atención a cómo Mad pelea con mi caballo mientras ordeno mi rincón.

—Te daré otra manzana, ya déjalo.

Ella refunfuña mientras salimos del establo. Huelo mi camiseta y la mueca de asco es automática.

—Espérame mientras me ducho. ¿Luego me haces un favor? Acompáñame a casa de Estela. Me llamó para que fuera a verla — me adelanto a responderle a su pregunta —. Él no estará, saldrá y esteremos solo las tres.

Ella se encoje de hombros. Mamá le sonríe cuando entramos a la cocina.

—Su caballo me robó mi manzana.

Pongo mis ojos en blanco y la dejo que se queje con mi madre. Seguro que mientras tanto robará unas cuantas galletas que ella horneó.

Estela me prometió que Zack no estará, y yo ya no podía rehusarme a ir, ya ha pasado mucho tiempo y prometí visitarla a menudo. Sin embargo, desde que él dijo que me extrañaba, siento un nudo en mi garganta. Y muchos más aun con las noticias de la supuesta novia que dejó allí en Londres.

Zack.

Salgo del auto e inclino mi cabeza para poder ver la casa completa. Me oculto de sol poniendo mi mano sobre mi frente.

Siento como si algo dentro de mí escociera, como una herida abriéndose poco a poco. Aprieto en un puño fuerte las llaves antes de abrir la puerta.

Mi abuela ya con su edad no puede venir muy seguido a cuidar la que era mi casa, pero me enteré que los padres e incluso Alba han venido a limpiarla y ventilarla de vez en cuando.

El césped a fuera por partes era verde y por partes inexistentes. Las paredes dese fuera son una evidencia clara que ya nadie la habita desde hace mucho y, por dentro, aún se mantiene con las manchas de los retratos que alguna vez estuvieron colgados allí.

Creo que cada hogar tiene su aroma característico, cada familia lo va creando y eligiendo el olor que más le gusta. Pero, a pesar de que yo no sentía esta construcción como un hogar, mi madre hizo lo posible para que así fuera.

Cómo la decoraba, cómo limpiaba cada rincón con productos que olieran a lavanda, cómo tarareaba las canciones mientras lo hacía y cómo sonría con amor cada vez que llegaba de algún sitio nunca hicieron que yo me pusiera alegre.

Al menos nunca se pudo cuando estaba él.

Pero sí sentía que mi madre era mi hogar y mi lugar seguro. Al final, sabiendo que era ella quién terminaba con todo el dolor encima, seguía creyendo que de alguna forma podría sacarnos de allí y que arreglaría nuestras vidas. Era muy egoísta pretender eso sabiendo por todo lo que pasaba, pero eso creía.

Todo está vacío. Solo es una caja que alguna vez contuvo algo.

Camino lento mientras llego a cada esquina. Choco contra una pared y me devuelvo, hasta que mis pies se estancan en el inicio de las escaleras.

La Luna No Brilla SolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora