Lo importante se recuerda.

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Zack.

Si ella no lo recuerda, pues yo menos.

Solo recuerdo cómo es el sonido de su risa; recuerdo el color de su cabello, como si fuese una cascada de oro puro; el tono de marrón que se convierten sus ojos al estar expuestos al sol; sus pecas que salpican su nariz y pómulos; recuerdo también cómo comenzó su rara obsesión por tener zapatillas de distintos colores; ¿cómo quedan esas polleras largas en su cuerpo? también lo sé. Memorizo en cada ocasión cómo brillaron sus ojos cuando descubrió por primera vez acrobacia en tela, su sonrisa de felicidad cuando tomó su primera clase no me la olvido por nada en el mundo. Se veía hermosa siendo feliz.

Nuestra amistad fue larga, pero nunca olvidaré cómo fueron creciendo mis sentimos por ella. Yo culpo a la adolescencia, pero cada cosa que ella hacía me volvía loco, me mataba, ella me enamoraba.

Rozar su piel me ponía tan nervioso. Miren que hasta que ella me mirase hacía mi corazón latir con fuerza.

Nuestro primer beso... Qué patéticamente hermoso fue ese momento. Patético me refiero a mí, porque estuve pensando días antes en cómo besarla y aun así me torturé toda la noche porque pude haber puesto un poco más de mi parte. Pero era un niño, supongo, fue lo que me salió, sin embargo, jamás me arrepentiré de haberlo hecho.

Recuerdo la confianza que ella tenía en mí, esa de la que yo carecía. Puedo contar con los dedos de una sola mano las personas que creyeron en mí, y ella siempre estuvo presente. Siempre me dio ese empujoncito que yo necesitaba para avanzar y luego siguió caminando a mi lado, nunca me dejó solo.

De lo malo también me acuerdo, sentía un poco de celos, ¿pueden creerlo? No lo demostraba mucho, pero que otros chicos la mirasen me ponía de mal humor, hacía mi esfuerzo para que ella no lo notara, sin embargo, y que esto no lo descubra porque me matará, les decía a todos ellos que ella era mi novia. Y sí, es como lo imaginan, lo decía incluso cuando no lo éramos.

Y no, no me olvido (y deben venir, no sé, extraterrestres a borrarme la memoria para que lo haga) de cuando ella dijo que sí. Dijo. Que. Sí. Quería. Ser. Mi. Novia.

Debo incluso recordar a la mujer que nos escuchó cuando se lo pregunté. Y juro que la buscaré, porque si algún día a Alba se le ocurre desmentir ese hecho tan hermoso para mi vida necesitaré de un testigo. Es obvio que le creerán a Alba si lo desmiente, porque ella, con todo lo que es, es perfecta y yo solo un ser vivo que roba oxígeno comparado a su lado. Todos los somos comparados a su lado.

En fin, ¿Qué más?... Ah, sí. Nuestros verdaderos besos, esos que me dejaban sin aliento... es imposible que me olvide de ellos. Debo admitir que me salía un lado primitivo, porque saciarme de esa mujer nunca podré. Jamás me cansaría de ella.

Amaba cuando ella me veía jugar; suena infantil, pero siempre quería impresionarla. Necesitaba que ella estuviera contenta de la persona que besaba y llamaba amigo, y con el tiempo novio.

Recuerdo que no me importaba darle la espalda al paisaje cuando nos sentábamos sobre aquella rama del árbol, si solo con mirarla me bastaba y era más que suficiente. Ella abarcaba mi definición de "apreciar el hermoso paisaje".

Así que, sí, recuerdo todo eso menos cómo nos hicimos amigos. Pero lo importante sucedió: conocernos.

Me encantaban los mementos que pasaba a su lado. Ella y jugar a la pelota generaban que me olvidase de todo lo malo. Lo peor llegaba cuando estaba alejado de ella y de mi pelota de fútbol.

No siempre detesté mi casa. Cuando era niño no entendía muchas cosas, así que lo mi madre ocultaba no lo descubría. Pero la verdad siempre sale a la luz y por eso yo comencé a odiarlo.

La Luna No Brilla SolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora