Capítulo 2

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Alba.

Casi me desnuco por girar mi cabeza al ver la mariposa del otro lado de la ventana del colectivo.

Ya con Mad estamos en camino yendo a la casa de nuestros padres. Como mucho serán tres horas de viaje hasta llegar, lo bueno es que ya los edificios y esas calles llenas de tránsito lo dejamos atrás hace mucho, y ahora solo me queda ver esos hermosos paisajes con césped y de algunas plantaciones.

Mad a mi lado viene jugando en su celular, yo me aburrí hace rato de estar con con el mío y por eso voy contando los pájaros que veo volando y también ver si me encuentro algún animal extinto. Pero con eso no me está yendo bien.

—Recuerda que te buscaré para irnos de fiesta. También estoy viendo en hacer una en mi casa cuando mis padres no estén. — ella despega sus ojos de la pantalla unos cortos segundos para verme.

—No seré odiada por tus padres, si haces una fiesta debes decirles.

—Querida, si le decimos, ambas seremos odiadas. —sonrío divertida.

—Esta vez no te ayudaré a limpiar el baño.

—Hecho. Por otro lado, aprenderé a conducir, así que pasaré a buscarte para dar un paseo por ahí.

—Espera a que compre un casco y te acompaño.

Resopla porque sabe que hablo en serio. Subirme a un auto manejado por ella es mi muerte segura y, por más que me queje de la vida, todavía quiero vivirla. Así que con ella tomaré todas las medidas de seguridad que existan.

Me estiro en el asiento cuando el colectivo estaciona en la terminal. Bajamos nuestros bolsos y al pisar tierra firme vemos a nuestros padres esperándonos.

Les sonrío y corro hacia ellos para abrazarlos.

Los extrañaba demasiado. Siempre me hacen falta, hasta en los más mínimo como hacer las compras o simplemente poder abrazarlos a cualquier hora, pero estar lejos de ellos me cuesta todos los días.

—Mi pequeña está de vuelta. —dice mamá acariciando mi rostro.

Papá lleva mis cosas y nos despedimos de la familia de Mad. Ella me hace un gesto con la mano para que esté atenta a mi celular; seguro que me llamará por la noche.

Ayudo a mi padre a subir las cosas en el maletero y me subo en los asientos traseros. Cambió su pick up por este horrible auto viejo, un mustang clásico, aunque él dice que es una inversión ya que es un auto de colección.

Incluso el olor de este lugar extrañé; alejarme comenzó a doler a medida que iba creciendo, porque de chiquita no entendía lo cómoda que me sentía en lo que muchos llaman "estar alejado de todo".

Dejo la ventanilla abajo mientras mi padre conduce y saco mi cabeza; el viento golpea mi rostro con fuerza y sonrío. Esto es paz para mí.

Chillo cuando veo mi casa.

Ahora es una casa de madera de dos pisos y con un establo. Pero recuerdo que antes era solo el sueño de tener una casa así. Mis padres me contaron que se vinieron aquí solo con una habitación y el baño construido y, con el tiempo, fueron construyendo su hogar de a poco y con su esfuerzo.

Bajo antes de que mi padre frene y ellos ríen. Corro hacia los establos y voy directo a mis dos caballos. Acaricio sus cabezas; tenía miedo que no me reconocieran, pero son muy mansitos y dejan que llore mientras les digo cuánto los extrañé.

—¡Alba, ven a ver quién te está esperando! —grita mi padre.

Corro emocionada sabiendo quien me falta por saludar. Sus ladridos ponen contentos a mi corazón mientras lo llamo.

La Luna No Brilla SolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora