Capítulo 15.

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Alba.

Los días han sido una como querer hacer funcionar un auto dentro del océano. Mi mente así se sintió y yo soy la conductora ignorante que no entiende que no está en el lugar correcto y muchos menos dándome cuenta que el interior del vehículo se está inundando. Pero aun así lo sigo intentando. Es decir, debo seguir, no me puedo detener, aunque quiera solo estar acostada vaciándome un tarro de helado para quitarme lo deprimente.

No supe nada de él, en las tres semanas que han pasado y que parecieron interminables, no supe nada. Fui varias veces a casa de Estela con la esperanza de encontrármelo, no sabía qué haría si eso sucedía, pero quería verlo. Y luego me dije que no hay mayor hipocresía que tener a una persona confundida cuando la confundida soy yo. Y si le dije silenciosamente a Zack que se alejara, debía aguantar las ganas de todas esas veces que quería ir corriendo a verlo porque no podía hacerle eso a él. Odio esas personas que dicen querer soltar pero no sueltan a los demás y siguen haciendo daño, y yo no quiero hacer eso.

Mad vino, mis padres quisieron saber y Estela también qué ocurrió. No sé si Estela me odie, porque sé que pondrá a su nieto primero antes que otros y yo no he tratado bien a Zack que digamos. Responder que nada me sucedía con un nudo en la garganta ha sido de la cosa más común que ha pasado en estas semanas. Las preguntas "¿Estás bien?" y "¿Quieres hablar?" han sido mis enemigas estos días y mis respuestas de "Sí" y "No" mis amigas. Me he replanteado varias veces qué es lo que quiero y mi cabeza ha llegado a dolerme con las pocas horas de sueño que cargo; literalmente me he dedicado a solo pensar en la competencia que pronto tendré y evitar todo lo que pueda pensar en él, pero el resultado no era muy bueno.

Y puede que me odien, quizá el rencor que me tiene Laio crezca y no me hable jamás, puede que los cumpleaños de Mad sean incomodos porque él estará, tal vez nadie apruebe lo que hice o puede que lleguen a juzgar mi decisión, pero yo sé que hice lo correcto.

Él tiene que cargar con muchas cosas para que aparezca yo con mis inseguridades y lo agote aún más. Me pone nerviosa estar alrededor de muchas personas y él tiene una vida muy sociable; en una fiesta o reunión tendrá que estar pegado a mí porque yo soy una inservible hablando socialmente. Quizá en algún momento él necesite que lo consuelen y yo ni siquiera sé qué hacer conmigo cuando me siento mal. No sé que tipo de amor espera, ¿y si le doy el incorrecto? ¿Y si no era lo que esperaba? ¿Y si le parece nefasto cómo soy amándolo? Una cosa era ser amigos y otra ser una pareja y conocerse de otra forma. Esa forma puede no gustarle o sí y yo sea alguien completamente desastrosa y termine arruinándolo. Como ya lo hice.

Le ahorré pasarse un mal trago, de nuevo.

...

Estiro mis piernas detrás del escenario y respiro hondo cuando mencionan mi nombre.

Perfecto, calculado, sin ningún error. Esto me debe salir bien; lo he practicado por meses con Flor, en el establo y hasta memorizado cada paso, movimiento y truco para que saliera bien.

A cada parte de la canción hago corresponderle el movimiento que va, sin retrasarme o adelantarme. Postura adecuada y no me olvido de nada. Recuerdo con antelación qué es lo que sigue y lo hago sin ningún error. Me siento contenta al terminar, satisfecha con lo que hice.

Espero a que terminen de pasar los que quedan antes de nombrar a los ganadores y espero ansiosa a que digan mi nombre.

Aplaudo cuando nombran al tercer puesto y mi cuerpo se tensa cuando me llaman a mí para el segundo. Mis padres y Flor aplauden contentos con mi puesto, pero me inclino con una sonrisa que tiembla para que coloquen la medalla sobre mi cuello. Esto no debía ser así, me preparé para el primer puesto, debía ganar esa medalla.

La Luna No Brilla SolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora