Capítulo 8.

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Alba.

—¿Él está aquí?

A mi alrededor todo sigue normal, pero siento como si alguien hubiera tomado el control remoto de mi vida y puesto todo en pausa, en mute, en retroceso o en cámara lenta. Lo que sea, pero solo hace que me maree más.

Nicolás intenta que me relaje sujetando mis manos y acercarme a él. Me zafo de su agarre y le pregunto de nuevo, quizá no oí bien.

Por favor, que no haya oído bien.

—Sí, pero eso no tiene por qué importar, ¿o sí?

Agarro mi cabeza lamentando mi vida y la suerte que me tocó. Que la verdad se distribuyó muy mal, todo se distribuyó mal en esta vida.

Él chico hace el pobre intento para que me olvide, pero tranquila no voy a estar sabiendo que él está pisando el mismo suelo que yo.

Retrocedo y trato de disculparme.

—Tengo sed, iré a buscar un poco de bebida.

—Te acompaño — niego. Necesito estar lo más lejos de las personas en este momento, pero será imposible con este lugar rebalsado de gente.

—No hace falta, ¿te veo luego?

Creo haberlo visto asentir, pero inmediatamente volteé. Busco a Mad con la mirada y por suerte sigue en el mismo lugar en el que la vi por última vez bailando.

La sujeto por el brazo, haciendo que me vea. Frunce su ceño al ver mi estado. Seguro que aparento una persona a punto de desmayarse.

—No me siento bien. Iré a beber algo y luego a tomar aire fresco. Te llamaré para encontrarte luego — grito para que me escuche.

—¿Estás bien? — no, mi ex está aquí.

—Sí, por supuesto. Solo hay mucha gente y me siento agobiada, no tardaré.

Me analiza un momento, pero termina aceptando.

He perdido la cuenta de cuántas veces he repetido la palabra "permiso" para poder llegar a la cocina y, como no encontré agua por ningún lado, beber un poco de cerveza.

Respiro hondo para calmarme. Comienzo a moverme porque el aire aquí en verdad apesta, no sirve para canalizar mis emociones.

Me detengo abruptamente cuando llego a la puerta que da al jardín. Mala idea.

Retrocedo y voy por plan de buscar arriba si hay una habitación desocupada para poder respirar sola, sin nadie más contaminando mi espacio.

Es verdad, él está aquí.

Un grupo estaba amontonado a su alrededor para sacarse fotos con él en el jardín. Pude ver poco, pero se veía igual, sonriente y feliz. Estaba contento.

Qué desastre. Si él me ve se le arruinará la noche al igual que a mí al entéreme que él está aquí. Y no solo en la fiesta.

Seguro que está en casa de Estela. No tan lejos de donde estoy yo. Puedo salir de casa y en cualquier momento encontrármelo. Me pregunto hace cuanto está aquí, porque, si es hace días, entonces él tampoco quiere verme. Porque las veces que fui ver a su abuela o las veces que fui al árbol y no lo vi, entonces él puso de su parte para que no nos encontremos. Y supongo que debo poner de mi parte también.

Encuentro una habitación vacía y me siento sobre la orilla de la cama. Apoyando los codos sobre mis rodillas y escondiendo mi cara entre mis manos.

—Todo va a salir bien — me digo.

Puedo decirle a Mad que no me siento bien. Hay mucha gente en esta casa, él no nos verá, saldremos sin que nadie nos note, nos subiremos al auto y me encerraré en mi habitación hasta que las vacaciones terminen. Todo bien.

La Luna No Brilla SolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora