11 | Compromiso

93 7 0
                                    

Serena

Me encontraba sentada en el cómodo sofá de aquella tienda mientras bebía una copa de Champagne.

Taylor nos había citado para la prueba de vestidos de novia. Nos encontrábamos en la tienda la cual mi amiga prácticamente rentó, pues ahí le llegarían distintos modelos de vestidos. Taylor solo quería lo mejor y lamentablemente eso no se encontraba en Beverly Hills.

La madre de Taylor estaba contándome algo cuando se vió interrumpida por la llegada de alguien más.

Jill Crawford entró a la sala sonriente buscando con la mirada a Taylor.

— Hola, lo siento por la tardanza — le dio un beso en la mejilla a la señora Abrams y al verme hizo lo mismo — Hola, linda.

Le devolví el "hola" sintiéndome un poco incómoda. Nunca había convivido con ella y no estaba enterada de que estaría presente en la prueba de vestidos, parecía que Taylor omitiría todos los detalles de la familia Crawford.

Se sentó junto a la señora Abrams y comenzó a hablar con ella. Me fijé en sus facciones y la examiné disimuladamente por mero aburrimiento, no se parecía en nada a Nate. La señora Crawford denotaba cierta elegancia, sin exagerar. Se mostraba muy sencilla y amable hacía todos, no pude evitar preguntarme ¿Porqué me saludó? se suponía que toda su familia me odiaba.

Dejé de mirarla cuando Taylor entró a la habitación usando un vestido Vera Wang.

— ¡Por dios! luces hermosa — musitó su madre con emoción. Taylor me sonrió y le devolví el gesto.

El vestido era precioso, marcaba su cintura y la falda caía con un corte princesa. Era hermoso, pero no veía a Taylor convencía.

— ¿Les gusta? — preguntó dudosa morándose al espejo.

— El vestido es lindo y te queda muy bien, pero lo importante es si te gusta a ti — comenté examinando meticulosamente el encaje del vestido.

Taylor fue a cambiarse de vestido y yo acepté una segunda copa de Champagne.

— Serena ¿Ya tienes tu vestido? — la señora Abrams me preguntó y negué.

— Taylor dijo que iríamos a verlos en unos días.

— Creo que te tiene una pequeña sorpresa — me guiñó el ojo y quise cuestionarla pero Taylor apareció de nuevo.

Ahora portaba un vestido Alexander McQueen que era muy ajustado. Tenía manga larga completamente de encaje y el vestido terminaba en un corte sirena.

— Me gusta, pero no me siento cómoda — mencionó la futura novia.

— Ese es otro punto importante, linda. La comodidad — Jill apuntó y Taylor volvió a irse.

La señora Abrams se levantó para atender una llamada dejándonos a Jill y a mí solas. El ambiente irradiaba tensión, se sentía extraño estar cerca de ella sabiendo que me odiaba y aunque yo no lo hacía mis padres me habían dicho que tenía que hacerlo.

La incomodidad persistía hasta que ella decidió romperla.

— Serena ¿Serás la dama de honor? — me cuestionó y no se por qué su tono de voz me brindó cierta confianza. Me miraba impasible.

Asentí — Si, aún no creo que vaya a ser la dama de honor de Taylor, bueno. Aún no creo que vaya a casarse — comencé a hablar. Mierda. Estaba nerviosa y no sabía la razón.

Jill soltó una risita.

— Yo tampoco puedo creerlo, son tan jóvenes, pero así pasa cuando se enamoran ¿Sabes que mi hijo será el caballero de honor? — lo último lo dijo animada.

Noches de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora