4 | Huida

95 5 0
                                        

Serena

— ¿Qué? No — exclame — Tengo que encontrar a Grace.

Hablé asustada. Buscaba por todas partes a Grace y no había rastro de ella ¿Le abría pasado algo? o peor ¿La arrestaron?

Nate volvió a hablar.

— ¡Carajo! Sube ya — las sirenas de las patrullas se escuchaban más cerca.

Di una última mirada a mi alrededor y al no ver a mi amiga subí a aquel auto.

Tomé mi celular y la llamé cuando Nate arrancó a toda velocidad. Me coloque el cinturón de seguridad al ver que manejaba como loco.

— ¿Puedes ir más despacio? — le dije llamando de nuevo a Grace — Aún no quiero morir.

— No morirás, Brooks — me miro por un momento y baje la mirada a mi celular para mandarle mensajes a Grace.

Seguía sin contestarme. Un nudo se instaló en mi estómago al no saber dónde estaba. Llamé a Priscila y seguí mandándole mensajes a mi amiga, pero no obtuve respuesta.

A mi lado, Nate contesto su celular.

— Si, de hecho estoy con ella — eso llamó mi atención y él me tendió su móvil — Es para ti.

Tomé su celular.

— ¿Hola? — pregunté dudosa.

—¡Serena! — la voz de Grace estaba al otro lado de la línea. Suspire de alivio al escucharla.

— ¡Grace! Dios mío ¿Dónde estás? — pregunté.

— Estoy en mi casa ¿Vendrás o me dirás "te lo dije" y cancelamos la pijamada? — dijo con sarcasmo.

Solté una risa.

— Voy para allá — le pase el teléfono de nuevo a Nate y colgó.

— ¿Podrías llevarme hasta dónde está mi auto? — cuestione y él frenó de repente — ¿Qué carajo te pasa? — exclame colocando una mano en mi pecho.

Ese hombre iba a matarme.

— Dime que tu auto no está en la Avenida — dijo centrándose en mi. La preocupación filtrada en sus palabras.

— No, está a dos calles —respondí.

— No podemos ir — comenzó a conducir de nuevo — La policía sigue ahí y de seguro nos verán, aún están arrestando a personas y agradece si tu auto no tiene una multa mañana.

¿Una multa?

— ¡¿Multa?! — casi grite — ¿Porqué van a multarme?

— ¿No sales mucho, no? — cuestionó mirándome de nuevo, no me acostumbraba a sus ojos puestos en mi — La Avenida tiene toque de queda, cualquier auto que esté ahí después de las once lo multan.

Resople. Como predije, asistir a estas carreras había sido un error y uno muy grande como para que yo terminara en el auto de Nate Crawford.

— ¿Te llevó a tú casa? — cuestionó después de un rato de silencio.

— No, te matan si te ven por ahí — respondí con sinceridad a lo cual él soltó una carcajada — Y a mi me desheredan.

— Cierto, vamos a la mía — dijo sonriendo con coquetería pura y quizás si yo hubiera sido otra chica habría caído en su juego. Le di un golpe en el hombro.

— Ni loca, llévame a casa de Grace — dije.

Le expliqué la ubicación y llegamos en cuestión de minutos. Abrí la puerta, baje extrañando al instante la calidez de su auto.

Noches de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora