Capítulo 10

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Hace exactamente un mes que el entrenamiento de casi doscientos chicos había comenzado. Ae y Tin se habían hecho cargo de entrenarlos a todos, los nuevos generales no dudaron en hacerlos sudar, ejercitarlos hasta que les dolieran los huesos y derramar una que otra lagrima.

Los chicos habían decidido adelantar el combate cuerpo a cuerpo, no les explicaron por qué a sus reclutas ya que si se enteraban de que las posibilidades de perder esta guerra habían aumentado se desataría el caos.

Pero había una duda flotando en el ambiente. Se supone que todos estaban recibiendo el mismo entrenamiento, entonces, ¿cómo es que nuestro omega Pete ha podido derribar a tres de sus compañeros en combate?

En teoría los omegas son menos fuertes que todos los demás, lentos incluso. ¿Por qué Pete no representaba nada de eso? Obviamente nadie sabía que había estado recibiendo ayuda del General Intouch.

Cada vez que derribaba a un oponente, Pete volteaba por inercia endirección a Ae, buscando esa mirada de aprobación que le hacía sentirse más quesatisfecho.  

Ae le sonreía mientras se le llenaba el pecho de orgullo.

-Creo que otra vez tenemos un ganador—le susurro Tin a Ae, haciendo que su sonrisa se agrandara—Pero aún falta mucho por hacer.

Ae asintió y supo que el momento de divertirse había llegado.

Se acomodó al centro del círculo de combate y habló para captar la atención de sus alumnos. Aunque su presencia ya hacia la mitad del trabajo.

-Han estado progresando mucho y me siento muy orgulloso, pero aún no es suficiente. Por eso, el general Medthannan y yo les haremos una pequeña demostración.

Tin se rio con malicia y caminó hasta quedar de frente a su amigo, quien en este momento era su rival.

-No hemos hecho esto desde los 16—dijo Tin.
-Igual puedo vencerte—declaró Ae con seguridad.

Se sonrieron desafiantes y tomaron sus posiciones.

Tin atacó primero, lanzando su puño contra Ae quien lo esquivó con un paso hacia atrás.

Ae conocía a la perfección los golpes de su amigo, sabía que sus piernas eran su fuerte y tenía que cuidarse de eso. Cuando Tin se abalanzó sobre él con una patada confirmo todos sus pensamientos. Pero Ae era fuerte, muy fuerte y sabia usar eso para ganar. Cada vez que detenía los golpes de Tin, se aseguraba que le doliera. Sus manos herían las partes del cuerpo que Tin planeaba usar en su contra.

Tin era preciso al iniciar, metódico y muy disciplinado, pero siempre que parecía perder se descontrolaba y olvidaba concentrarse, enfocándose en todo menos en ganar. Por eso era fácil para Ae ganarle y no se sorprendió cuando tuvo a Tin en el suelo, con una rodilla sobre su pecho inmovilizando todo su cuerpo y un puño a tres centímetros de su cara.

-Idiota—se quejó el chico derrotado.

Ae se burló de él con una sonrisa y lo ayudó a levantarse.

Tin podía contar las veces que le había ganado a Ae, eran tres. Pero a Ae no le importaba la victoria en ese momento, solo tenía ojos y atención para la manera en que Pete lo estaba mirando con sus ojos brillantes y una sonrisa de satisfacción al verlo ganar.

Notó que sus manos se apretaban en puños y su respiración era acelerada. Si supiera lo que provocaba dentro de ese chico, no dudaría en saltar sobre él.

El resto del día transcurrió normal y cuando por fin llegó la noche, el general y su recluta terminaban otro entrenamiento.

-Cada vez te vuelves mejor.
-Todo es gracias a Ae—dijo Pete, como había estado diciendo todo el mes.

Entre el amor y la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora