Capítulo 25

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Pete.

Ae intentó matarme.

Estaba acostado en una de las camas de la enfermería y era lo único en lo que podía pensar. El dolor en mi abdomen me lo recordaba en todo momento.

-Jamás había visto a un omega curarse tan rápido—dijo ChaAim cuando terminó de vendarme.

Aunque su voz intentaba sonar entusiasta a mí no me importaba mucho eso. La imagen de Ae seguía en mi cabeza y sin querer despertaba un miedo en todo mi ser que jamás creí que sería posible.

-Pete, sabes que no fue su culpa.

Sabía que ChaAim tenía razón, en el fondo de mi corazón lo sabía. Pero solo lograba hacer todo más confuso.

-Está afuera en este momento—continuó—A estado ahí todo este rato, ¿quieres que lo haga pasar?

Quise gritarle que sí, pero no fui capaz de pronunciar palabra. Solo evite mirarla y después de ver mi reacción ella continúo revisando a los demás heridos.

En el momento en que ella salió, Eric apareció.

Me miraba con preocupación y parecía dudar en acercarse a mí.

- ¿Cómo estás? —preguntó.
- ¿Qué haces aquí? —decidí ignorar su pregunta.
-Solo me aseguro de que te hayan atendido bien. Fue una verdadera locura lo que sucedió ahí adentro.


"¿Locura? Eso había sido un matadero."


-No tienes que preocuparte por mí. Ve a cuidar a alguien que de verdadlo necesite.

Él era la última persona que necesitaba ver en ese momento. Al único que quería ver era a Ae, pero no sé porque sentía que lo mejor era esperar.

Eric suspiró derrotado y se dio media vuelta para marcharse, pero antes de irse, volteo a verme una última vez.

-Te lo dije.

No sabía a qué se refería y la verdad, no me importaba.

Intenté dormir para ver si de esa manera se aceleraba el proceso de curación, pero mis pensamientos me perturbaron toda la noche. Y de haber sabido lo que pasaría, hubiera preferido quedarme donde estaba. 

Ae

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Ae.

Jamás me había sentido tan culpable por algo en toda mi vida. Jamás me había odiado tanto como ahora.

Estaba parado afuera de la enfermería esperando a que ChaAim me dijera como estaba Pete. En otras circunstancias, estaría a su lado en todo momento y nadie sería capaz de sacarme de ahí, pero ahora, no me sentía capaz de verlo.

La sangre en mis manos y ropa se había secado y yo continuaba mirando sin poder entender lo que había pasado, ya que nada tenía sentido para mí.

Solo tengo la sensación de haber encajado mis garras en Pete y que se había sentido bien.

Entre el amor y la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora