Capítulo 21

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El día estaba más que perfecto. El sol no se había asomado mucho, las nubes se veían grises, tal vez llovería; el viento era refrescante y el aroma fresco de los pinos le daba un toque perfecto al ambiente, pues para Pete, era como si el mundo entero oliera a Ae.

Ambos chicos caminaban al lado del otro, tan juntos que sus manos se rozaban de vez en cuando. La feria aun no abría sus juegos, así que decidieron ir a dar un paseo por la plaza y todos los puestos que tenía. Era como un pueblito mágico, aunque no sabrían decir si lo era por las cosas lindas que tenía o solo era porque ellos estaban enamorados.

Pete estaba fascinado con lo que veía, había tantas artesanías y detalles hermosos en los puestos que ya no sabía que recuerdo llevarle a su madre. Mientras que Ae estaba simplemente fascinado con Pete. Parecía un niño pequeño cuando sonreía y se asombraba con lo que veía, sostenía las cosas en sus manos y apreciaba cada pequeño detalle.

- ¿Aun no puedes decidirte? —preguntó Ae.
-Es muy difícil, los dos son lindos—respondió Pete.

Ae no le veía lo complicado a escoger un llavero, de hecho, ni siquiera veía necesario tener uno, pero Pete si, así que él también le tomaría importancia.

- ¿Por qué no llevas los dos?
-Lo había pensado, pero creo que mi mamá se dará cuenta de que no me pudedecidir y prefiero que sea especial. 

Ae sonrió ante su actitud.

Cuando Pete finalmente se decidió, pudieron seguir caminando, pero en menos de diez minutos volvió a entretenerse en otro puesto. Este era un poco más grande y vendía joyería de plata. Y mientras Pete seguía sumido en su mundo, Ae diviso algo que atrajo su atención.

-Pete, espérame aquí, ya vuelvo.

Pete ni siquiera le contestó, Ae simplemente salió corriendo y se perdió entre la multitud, sonrió y por fin pudo comprar el brazalete que quería para Ae. No era la gran cosa, pero se veía del estilo de Ae a pesar de que él no usaba accesorios. El brazalete tenía un diseño como si las tiras de plata estuvieran trenzadas y aunque el material debería de brillar, estaba un poco oscurecido, lo cual lo hacía mejor, ya que no imaginaba a Ae usando algo brillante. 

Guardó el brazalete justo en el momento en que divisó a Ae corriendo hacia él.

- ¿A dónde fuiste?
-Es una sorpresa—sonrió.

Ae tomó a Pete de la mano y lo guio hasta la entrada de la feria, habían abierto hace menos de veinte minutos y ya estaba llena de personas.

- ¿Algo que quieras hacer primero? —quiso saber Ae mientras caminaban.
- ¿Podemos subirnos a algún juego? —preguntó entusiasmado.
-Claro.

Había bastantes atracciones a las cuales subirse y ya que Ae no estaba muy familiarizado con el ambiente, dejó que Pete lo arrastrara a donde quisiera.

-Ae, ¿podemos subir ahí? —Pete jaló su brazo emocionado después de ver la montaña rusa.
-Eres como un niño—se burló Ae acariciando su cabeza—Haremos lo que quieras, no tienes que preguntarme.
-Pero quiero saber si quieres hacerlo también, no quisiera obligarte a hacer algo que no te gusta. 

El puchero que se formó en los labios de Pete hizo que Ae no pudiera resistirse a besarlo.

-Me gusta estar contigo, así que lo que sea que nos involucre a ti y a mí, quiero hacerlo.

Pete sintió su cara ponerse roja, pero aun así le sonrió a Ae.

Ambos se dirigieron juntos a la montaña rusa y a tantos juegos como Pete quiso. Ae tenía miedo de arruinar su paseo ya que nunca había tenido una cita y solo había ido a una feria cuando tenía diez años. ¿Qué pasaba si no sabía cómo comportarse? ¿Qué pasaría si Pete lo encontraba aburrido o torpe?

Entre el amor y la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora