Habían pasado dos semanas desde aquello, y se había ganado el acceso a la enfermería, donde finalmente le empezaron a tratar las manos, que ya no las aguantaba. Allí finalmente empezó a lidiar a sus otros primos, que internados cómo estaban, realmente no tenían muchas opciones más que hablar entre sí.
Entre ellos, destacó Katiuska; que si no fuera porque tenía el pelo amarillo en vez de negro, le recordaría a la instructora y ni la miraría cuando ésta le hablaba. Todos estaban abandonados allí, siendo la vergüenza por haberse lastimado.
Jhon, que era dentista y el que menos se parecía a ellos; se hizo un esguince en el tobillo, Kiel, el único con color en la piel que había visto desde que estaba allí, se había lastimado la espalda tras caerse. Katiuska, por su parte reservaba su razón de estar allí y simplemente dijo 'cólicos'.
Cosa que todos tenían después de estar comiendo por tanto tiempo papas y batatas. Así que prefirieron mejor hablar de la razón del porqué terminaron en esa extraña clase de reformatorio.
—Bueno, mi padre consideró que estaba siendo demasiado vago y me mandó aquí —fue la simple respuesta de Kiel, que era el más joven, no llegaba ni a los veinte. Una tragedia, la verdad.
—Yo pensé que estaba teniendo una vida demasiado sedentaria, y me conozco, sé que jamás habría ido a un gimnasio de forma recurrente—fue la razón de Jhon, que era el más viejo—¿De qué me sirve tener lujos si puedo infartarme en cualquier momento?
—¿Has tenido resultados? —le preguntó Katiuska.
—La panza me bajó un montón, supongo que cuando regrese, si es que la perra de mi esposa no me dejó en bancarrota; caerá de rodillas ante mi nuevo físico —habló, haciendo el gesto de flexionar el bíceps, pero nada se marcaba realmente—¿Y qué hay de ti, bonita?
—Fui sometida en mi consultorio, y simplemente no quiero sentirme vulnerable nunca más; esto parecía lo más rápido y seguro —suspiró ella—. Creo que habría sido mejor unas simples clases de defensa personal.
—¿Y qué hay de ti, grandote? —preguntó el moreno al notarlo tan callado—. Te vi peleando con Alexei, seguro que tienes un pasado super turbio o algo así para estar aquí.
—Fallé en proteger un cliente, así que vine a pulir mis habilidades —mintió con descaro, dudaba que alguien le hubiera prestado atención previo a su encuentro con esa montaña de carne; que por cierto, cada vez que cruzaban caminos, éste lo maldecía en su idioma que él no entendía.
—O sea, que el único que está aquí en contra de su voluntad soy yo —resopló el moreno—. Increíble.
—Si te sirve de consuelo, cada tres meses hacen una evaluación de módulos, necesitas 'pasar' tres de éstos para poder salir —que bien, nadie se había tomado la molestia de aclararle eso—. Normalmente evalúan qué tan diestro te has hecho en ese tiempo, si fallas, bueno, tendrás que esperar tres meses más.
—¿Cuánto tiempo llevas aquí? —preguntó Jhon algo espantado con esa revelación—. Por favor dime que la prueba no es muy dura.
—Ya pasé mi primera prueba —declaró la rubia entusiasta—. Sólo me tomó dos intentos —aclaró con una sonrisa. Él notó tanto Jhon cómo Kiel sacaban cuentas y se horrorizaban con los resultados.
—¡Jamás saldré de aquí! —se exaltó el dentista—. Esa zorra debe estarse revolcando con todos los hombres de la mansión.
—¿Qué clase de dentista eres? —cuestionó, sabía que la ortodoncia era cara, a fin de cuentas, volvió a tener dentadura fue gracias a Ryan y que no le molestaba pagar una fortuna para que le rehicieran todos los dientes.
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222
RomanceCualquiera con sentido común sabe que las acciones tienen consecuencias, pero ¿Quién puede medir qué tan graves serán dichas consecuencias? Después de haber hecho cosas horribles, Segundo se encuentra en lo más bajo de su vida, y ahora debe volverse...