Conseguir el número de Ryan fue sorpresivamente fácil, de hecho solo bastó con que se lo pidiera a su hermano. Lo complicado era encontrar las palabras para pedirle que controlara a Angello una vez que se terminó de enterar de la situación, y eso que no había mencionado nada al respecto.
—Entonces sí, llevo casi dos días intentando que Angello bañe, castre y desparasite a sus nuevas ratas —empezaba el millonario, tenían cómo veinte minutos hablando ya—. Unos muchachos arruinaron el regalo sorpresa que tenía para mí, y en serio me molestó —mierda, si Ryan estaba molesto, no había nada que pudiera hacer—¿Sabes lo difícil que es hacer que salga solo? Y eso que estamos en terreno protegido cómo le dicen ustedes, él salió con las intenciones de hacerme un lindo detalle y vienen a arruinárselo —resopló—. O sea, no soy muy fanático de las ratas, aunque bueno, hay una blanca que tiene por aquí que se llama Pepito y es super tierna, de hecho le gusta dormir boca arriba a veces, ya va, ya te paso una foto —su teléfono sonó— ¡Es toda una monada! Le puse un collar rosa del mismo color de su cola.
Bien, había perdido a Ryan ante las ratas.
—Bueno, mira, conozco a uno de los muchachos que se tomó la molestia de arruinar la sorpresa —atinó a decir, sobándose el puente de la nariz—. O sea, es un imbécil en general, pero creo que a él y a su amigo le quedó clara la lección de no meterse con los demás.
—¿Cómo así? ¿Qué les hizo Angello?—sonaba genuinamente curioso.
—A uno de ellos les metió una docena de ratas en la cocina de su casa —iba a añadir más información, pero Ryan lo interrumpió llamando por la bestia.
—¡Angello! —gritaba el millonario al otro lado del auricular—¡Prometiste que no te meterías más en casas añejas*! —le regañaba; ¿Eso era algo que se tenía que prometer? A la lejanía escuchó al loco ese, no entendió mucho y ni se molestó en buscar una forma de entender—. No me importa, es riesgoso, no ves muy bien de cerca, ¿Y si te confundes y te pasa algo? —le preguntaba con preocupación, Angello le respondió otra cosa que él no entendió—. O sea, sí, esas estaban castradas y limpias ¡Pero igual! No me cambies el tema o sino, terminarás durmiendo con Pepito.
¿Qué puta relación tienen esos dos? Se preguntó, verdaderamente consternado.
Los escuchó discutir un rato más hasta que Ryan finalmente se acordó que estaba en una llamada.
—Angello dice que los dejará en paz y que retirará sus ratas de sus casas—hablaba de lo más casual Ryan—. Ah y te manda saludos, dice que te extraña.
—Dile que yo no a él —respondió con una mueca de asco, la sola idea le daba fatiga, capaz el hombre tenía una jungla en la entrepierna y por allí se asomaría alguna rata—. Eh, y gracias por calmar las cosas, Ryan. Me dio cosa con el muchacho por eso te llamé.
—No hay de que —le contestó cómo siempre entusiasta—. Y dime, ¿Hay alguna novedad amorosa? Javier me contó que se encontró contigo en la ciudad, ¿Ustedes creen en las segundas oportunidades? O sea, no es por ser metiche, ustedes no se veían muy bien juntos pero si sienten que hay una nueva chispa naciendo, ¿Por qué no intentarlo? Sólo digo, pero si hay alguien más en tu vida —tomó una pausa, perdiendo un poco el hilo de la conversación—. Han pasado tres años ya, ¿No?
—Sí, más o menos —contestó, jugando con una servilleta que estaba en su mesa—. Te informo que voy para dos años sin una gota de alcohol en mi sistema —se le ocurrió decir, no tenía a más nadie que comentarle ese logro, estaba seguro que ni sus primos ni hermano entenderían lo que para él significaba eso.
—¡¿En serio?! ¡Que bien! —la felicidad de Ryan era superior a la propia por esa noticia—. Espero que lo hayas hecho por las razones correctas, o sea, que no estuvieras super enfermo o algo así y era obligatorio que lo dejaras.
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222
RomanceCualquiera con sentido común sabe que las acciones tienen consecuencias, pero ¿Quién puede medir qué tan graves serán dichas consecuencias? Después de haber hecho cosas horribles, Segundo se encuentra en lo más bajo de su vida, y ahora debe volverse...