XXIX

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Que regaño al otro día ni que nada, la tardanza fue que terminara de comer y se fuera al cuarto con intenciones de ver televisión a eso de las nueve. Su hermano le llamó hecho una fiera.

—¿Se puede saber dónde demonios estás? —le interrogó una vez que atendió el teléfono. El tono era el de alguien que era mejor tener bastante lejos.

—Estoy en el apartamento, se me hizo tarde —se lo pensó un poco—. Y pensé que sería peor si me aparecía tarde allá, así que decidí no ir.

—¿Y era demasiado problema el llamar y avisar que no ibas a venir? —le preguntó impasible—. Pensé que te había pasado algo, Segundo —le regañó—. No tengo problema con que me pidas días libres, para algo soy tu hermano y tu jefe, pero carajo, si no vas a venir, avisa al menos.

—Perdón, perdón —se rascó la nuca—. Sólo que, me sentía cansado, demasiado, no sé qué pasó ni siquiera escuché la alarma y...

—Está bien —le interrumpió su hermano un poco más calmado—. Me alegra saber que estés bien— vale, eso era nuevo y se sentía bien—¿Irás mañana a trabajar?

—Sí, iré mañana —respondió, su hermano insistió un par de veces más con el tema de que si necesitaba un aventón o se le hacía complicado, que le avisara.

Se sentía bien escuchar eso, sólo que le recordaba de una forma abstracta a Ryan y no sabía cómo sentirse al comparar a esos dos cuerpos, así que optó por mejor no pensar en eso. Era consciente que Sergey se preocupaba de una forma u otra por él, pero una cosa era saberlo y otra completamente diferente el confirmarlo.

Hablaron por un rato más de cosas un tanto más triviales antes de que su hermano se tuviera que despedir al tener que regresar a su trabajo —que parecía condena, honestamente—. Tras eso, él decidió echarse un baño para ver si así se sacaba la sensación tan rara que tenía en todo el cuerpo, mientras lo hacía, agradeció al cielo y todo lo demás que su cerebro se mantuvo en silencio, no había nada; sólo una cabeza vacía relajándose con el sonido de la ducha.

Ya limpio y con ropa cómoda se lanzó en la cama, encendió el televisor y se dispuso a verla hasta quedarse dormido; recientemente había logrado descargar una app pirata para ver todas las series y películas que se le cantaran, así se ahorraba lo de tener que pagar cómo 15 plataformas para tener contenido con el que entretenerse.

Empezó con una película de acción lo suficientemente interesante para distraer aún más su mente, luego se pasó a un canal de esos de naturaleza que su hermano insistían en que eran excelentes; cómo siempre, confirmando que no estaba del todo cuerdo. Él se aburría demasiado con esos, pero aún así pensó en darle una oportunidad, estaban pasando un especial de aves, ¿Qué era lo peor que podía pasar?

Había ido a trabajar cómo siempre, sólo que el casino en vez de tener sus colores habituales dorado, azul, negro y blanco; solamente era blanco y estaba vacío. Además, que sentía que muchas cosas estaban movidas de lugar, aún así caminó por el lugar intentando encontrar alguna respuesta hasta que se topó con Ryan, que parecía estar buscando un panda que se le había escapado en el lugar o algo así; pero insistió en que tenía miedo que Sergey lo encontrara porque el hombre lo estaba buscando para hacerse un maquillaje con la piel del animal.

En eso llegaba Andru, pero con el pelo blanco cómo su gemelo y no paraba de hablar sobre cómo había encontrado una cámara en su zapato y que le molestaba, que necesitaba quitársela. En un punto los tres terminaron caminando por el casino que no parecía cambiar pese a que se estaban moviendo, Andru se detenía a cada rato a revisarse el zapato por el tema de la cámara.

Y Ryan se andaba confundiendo con las direcciones que supuestamente había agarrado aquel panda, así que volvían al lugar de inicio; él le intentó quitar la cámara a Andru del zapato, pero su mano no servía. Y cuando estaba por gritarle a su primo que se quedara quieto, vio pasar una rata azul del tamaño de un perro frente a ellos.

222Donde viven las historias. Descúbrelo ahora