XXXVI

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El chat iba a reventar, y las donaciones también.

Tras haber limpiado el desastre del otro dildo, que a muchos le había encantado, él incluido. Matthew había empezado con el tema del dildo y los nombres de usuario. Quien diera la donación más alta recibía el honor de ser escrito en ese juguete.

El muchacho iba anotando los user a medida que se sumaban las donaciones. Ya habían al menos veinte sujetos anotados allí, y con lo que costaba para conseguir que su user fuera escrito allí; con que cinco sujetos pagaran era suficiente para el alquiler de un mes.

Y Matthew ya tenía veinte anotados.

Y él se estaba planteando qué tan difícil sería recuperarse económicamente de ese gasto. Porque quería ver si el rubio cumplía con su palabra y le dibujaba un corazón cómo había dicho; y además, quería ver si lograba conectar de esa forma cómo Andru una vez le explicó.

Pero honestamente hablando, estaba claro que se trataba de lo primero más que nada.

Al final cedió ante sus deseos más mundanos y pagó esa maldita donación. En cuestión de segundos pasaron varias cosas, la primera y más obvia, que efectivamente ese monto había sido deducido sin ningún tipo de problema. Lo segundo, ya había recibido un texto de su primo preguntándole qué coño había hecho con su tarjeta de crédito.

Y la tercera que el rubio pareció sorprenderse, dejando de escribir por un instante. Pero cumplió con su palabra, dibujando sobre la jota de su user un pequeño corazón.

Bien podía disimularse cómo que el punto de la jota había quedado chueco.

Pero entre ellos estaba claro que era un corazón.

...

Hasta romántico había sonado eso último. Era mejor centrarse en lo qué estaba pasando en realidad y no en señales cruzadas e ideas fantásticas; y eso era que el carajito ese ya había empezado con el segundo espectáculo del directo, poniéndole un condón al juguete, capaz para que no se le borrara la tinta o algo así.

El ritmo en un inicio fue lento y profundo, que él mismo había empezado a imitar a la par mientras se masturbaba, hipnotizado con los movimientos y sonidos de Matthew; la velocidad e intensidad fueron aumentando progresivamente, cada vez siendo más violento, él siguiendo el compás, embelesado. Al cabo de un rato, el muchacho alcanzó el clímax, más no se detuvo allí, siguió dándose cariño pese a eso, su pene se encontraba semi erecto y seguía liberando semen sin ningún tipo de tregua. Él por su parte se seguía con su fiel mano, fantaseando con lo que sería montar a ese muchacho, hacerle llorar de placer, llevarlo al límite cómo estaba viendo en ese mismo instante.

Con los sonidos y su propia excitación, no duró demasiado después de que Matthew se corriera, así que él también alcanzó esa dulce gloria y su mente quedó en blanco.

Que explotara el mundo si así quería, ya nada importaba... Bueno, sí importaba, porque puto desastre el que hizo, tal vez por el tiempo, o tal vez porque llevaba años sin haberse venido que se le olvidó como era, pero carajo, menuda cantidad.

Que mantequilla. Concluyó, fastidiado a la par que empezaba a limpiarse, muy rico todo, pero no iba a estar tumbado todo lleno de su propio semen y pretender que nada pasó. Cuando ya estuvo todo limpio, agarró de nueva cuenta su teléfono, el directo tenía rato de haber terminado, lo que no había terminado era la ráfaga de mensajes de su primo por el tema de la tarjeta de crédito.

'Cálmate, te voy a pagar apenas nos veamos hoy.' Le escribió cómo única respuesta a lo que eran cómo veinte mensajes de Andru y un par de llamadas perdidas. Ya se arreglaría con su primo después, que bueno, tampoco era cómo si le quedara mucho tiempo para eso, ya debía empezar a alistarse para ir a trabajar.

222Donde viven las historias. Descúbrelo ahora