—Entonces la teoría que todo el mundo apoya ahora es... —escuchar a Andru hablar de cosas disparatadas en sus descansos era algo que también se había vuelto costumbre en su rutina tan pacífica. Todos estaban haciendo lo de siempre, Sergey metido en su oficina alejada de todo el resto del casino, él haciendo sus guardias, Andru trabajando cómo croupier y Druan en algún lado del casino, tal vez cogiendo con alguien o intoxicándose hasta las cejas.
Él tomó un poco más de agua para mantenerse despierto, en algún punto tuvo que dejar el café porque en la madrugada, al parecer, se metía peor con su cerebro y el insomnio que tenía durante el día no era ni normal, así que aplicaba la de aquellas personas que no podían tomar café o se cagaban encima:
Agua fría.
Que iba a largar la vejiga orinando era otra cosa, pero esos eran detalles menores. Lo que importaba es que estaba tranquilo, en paz, sus vecinos ninfómanos eran una piedra en el riñón, pero de resto, todo fino. No podía quejarse, la verdad.
Habían pasado dos semanas desde su encontronazo con su vecino, y todo iba viento en popa. Sólo debía mantenerse así, disfrutar de su trabajo, que pese a lo que el título indicara, realmente, la seguridad de un casino era bastante laxa, mientras la gente se portara bien y no estuvieran ganando de forma sospechosamente seguida, todo bien.
Después de su descanso, regresó cómo siempre a cumplir con sus rondas, eran las dos de la mañana, sólo que el sitio estaba diseñado para que nadie supiera qué horas eran realmente, tal vez por eso seguía tan concurrido y de gente felizmente perdiendo dinero en las maquinas y en las mesas; en un punto, juró ver un rostro familiar en el bar a la distancia, pero le restó importancia.
A ese sitio sólo iba gente con plata, ningún conocido suyo aparte de Ryan iría a ese lugar, y Ryan odiaba los casinos.
En un punto, sintió que varios pares de ojos le observaban, aunque le restó importancia; era consciente que llamaba la atención con facilidad. Dos metros de puro músculo, papá, quien no lo viera era ciego.
Entre sus rotaciones, se percató que, cómo cosa rara, Sergey estaba fuera de la oficina y de hecho estaba en el bar; parecía estar atendiendo personalmente un escándalo. Bueno, cosas suyas, él debía enfocarse el área que le había tocado.
Y lo estuvo haciendo hasta que su comunicador sonó.
Sergey quería verle.
[...]
—A veces me pregunto cómo es que lo haces —le recibió Sergey sobándose el puente de la nariz.
—¿El qué? —preguntó desorientado, sentado frente al escritorio.
—Meterte en tantos problemas, ¿Qué le hiciste a Higgins y compañía?
—¿A quiénes? —volvió a preguntar, aún más desorientado—. Mira, si estás hablando de las últimas horas, yo no he hablado con nadie aparte de con Mike para confirmar el cambio de rotaciones; no he hablado con ningún cliente.
—Pues eso no fue lo que me dijeron ellos —le refutó su hermano—. De acuerdo a sus testimonios, tú te mostraste grosero con ellos, agrediste físicamente a una de las chicas, y acusaste a uno de sus integrantes de haberse robado algo.
—Mi loco, no sé de quiénes o qué me estáis hablando —dijo desesperado al no entender qué estaba pasando—. Podéis revisar las putas cámaras de seguridad si queréis, yo no he hecho un coño.
—No lo dudo, sólo que me parece extraño que, de la nada, un grupo de muchachos te señalen a ti cómo único agresor sólo porque sí —argumentó el canoso, mientras parecía buscar algo en su teléfono.
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222
RomanceCualquiera con sentido común sabe que las acciones tienen consecuencias, pero ¿Quién puede medir qué tan graves serán dichas consecuencias? Después de haber hecho cosas horribles, Segundo se encuentra en lo más bajo de su vida, y ahora debe volverse...