3|| Pruebas

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Otra vez mire el mail de Marion que se mostraba en la pantalla de la computadora.

"Se que estas bien y más por las personas que te acompañan, no quita el hecho de que no te extrañe niña rica. Por cierto, Lilian quiere mandarte fotos del maldito pastel que hizo.

Bastien se fue a una escuela de verano, Simon se volvió una rata de estudio y Alban está de vacaciones con sus abuelos. Se que esto no debe interesarte, aunque no eres la única que desapareció sin dejar rastro.

Esto de que no tengas móvil me estresa, pero te juro que solo con saber que estas bien me pone feliz.

Por favor no te contagies del dramatismo de Giulia, palabras de Lilian.

Te quiero Elise xoxo"

Solté un suspiro pensando en las semanas que habían pasado.

—Vamos deja esos papeles y... —Giulia me tomo de la mano.

—Sabes que es importante que estés preparada —dije mirando con poca emoción a Giulia.

Ella me miro a los ojos, sus ojos eran de color verde y su cabello era castaño, su nariz casi perfecta y sus cejas arregladas.

—Eres la mujer más hermosa de todas y sobretodo la más inteligente... ahora sonríe y cabeza en alto —ella me dio un toque en la nariz.

Salimos de su cuarto y nos dirigimos hacia el patio de su hogar.

La familia estaba toda reunida para despedirnos.

—¿Sabes que siempre podrás contar con nosotros? —dijo el tío André levantando su copa y mirando a mi padre.

—Lo mismo digo... de verdad gracias por todo esto —agrego papa mirando a su hermano.

—No dudes nunca en pedirnos ayuda cuando lo necesites Ignace —el tío Charles extendió su copa hacia papa— recuerda que nuestros padres no son su única familia que aquí nos tienen a nosotros.

Recorrí con mi mirada la mesa y mi madre abrazaba a la tía Simone que se encontraba entre llantos.

Ahora entendía porque Giulia lloraba por lo mínimo.

Mire a mis dos primos que me envolvieron entre sus brazos. La cena cálida y llena de risas no falto.

Camine hacia la cocina y el tío Charle se encontraba eligiendo una botella de vino.

—Elise no te vi —dijo el tío sorprendido de verme.

Sonreí y tomé de la alacena una bolsa de malvavisco.

—Elise... solo quiero decirte una cosa —mire extrañada al tío Charle, que no parecía haber bebido.

—Soy toda oídos —dije sonriente.

—Tu eres la única que tendrá el poder de cambiar las cosas no te fíes de los Fortier no puedes confiar en ellos —el hizo una pausa mirando fijamente a los ojos— no cometas el mismo error que tu abuelo.

Dicho esto, salió de la cocina con la botella en sus manos, dejándome con la extraña sensación en el pecho.

Sali de allí dirigiéndome al sitio donde se encontraban mis primos, casi en la oscuridad con la luna sobre nosotros.

Los tres nos recostamos sobre el césped con la mirada al cielo.

—Estoy orgulloso de ti Elise —dijo Francis a mi lado— cualquiera diría que una persona no puede cambiar de un día para el otro... pero tu eres el claro ejemplo de que con un corazon roto, es como la bebida, te sientes en un punto donde nada importa y es cuando nos ponemos a prueba como personas...

Confía en MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora