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Volví a mirarme una vez más al espejo asegurándome que no hubiese nada que me hiciera ver demasiado provocativa.

—¡Estas hermosa Elise! —exclamo Lilian contenta parándose a mi lado.

—Ese idiota aparte de insensible un ciego total —comento Marion también de pie a mi otro lado.

Sonreí y me metí otra vez en mi gran closet donde había guardado el regalo.

—Wow de verdad quieres conquistarlo —me reí ante el comentario de Marion.

Las mire a las dos que también me sonreían.

Era el momento de dar ese otro paso de confianza en nuestra relación.

Quería que tuviéramos esa relación y llevarnos por un momento como aquella mañana.

Salimos de mi casa y cruzamos la calle, varios autos estaban estacionados fuera de la casa de los Fortier.

Entramos y ya la sala estaba a oscuras la mesita ratona estaba llena de vasos. La mesa del comedor ya no estaba allí y solo había una barra de barman.

Música y luces, todos bailaban e iban de un lado a otro con los vasos en sus manos.

Un sonriente Simon se acercó a nosotras y en especial con la mirada sobre Lilian.

—¿Quieren beber algo? —pregunto el a lo que las tres asentimos.

Nos dirigimos hacia la barra y el barman comenzó a preparar los tragos.

—Volveré en un momento necesito fumar uno —dijo Marion para luego salir hacia afuera.

—¡Hay una maldita fuente de chocolate! —exclamo Alban que apareció de repente.

Lilian, Simon y yo lo miramos confundidas por su emoción.

—Yo diría que tenemos que ver esa fuente de chocolate —dijo Lilian sonriente.

Asentí y los tres nos dirigimos a la fuente de chocolate. Varias fuentes con frutas habían a un costado mientras caía la cascada con chocolate.

Era obvio Emeric amaba el chocolate.

En un momento observe como Simon le extendía una frutilla a Lilian un gesto que me pareció muy dulce de su parte.

A mi mente volvió Emeric. ¿Dónde podía estar? Tenía que encontrarlo antes de que tomara más.

Deje a Lilian y Sali hacia el patio, y un grupo de chico estaba afuera fumando. Hasta que me percate de unos que estaban cerca del cobertizo.

Fruncí mi ceño y me acerqué, un alegre Zeus salió corriendo y todos empezaron a reírse.

—¡Oh mira ese perro! —exclamo uno que ya se notaba lo ebrio que estaba.

—¿Quieres un poquito? —la chica que estaba al lado del otro extendió la fruta con chocolate.

Y fue donde prácticamente corrí hacia ellos.

—¡Zeus! —dije a lo que el perrito me escucho.

<< Maldito Emeric podía haberlo encerrado en su cuarto >>

Mire el hocico de Zeus que tenía chocolate aprete mis labios y con esfuerzo levante al gran perro Golden en mis brazos.

—Te llevare a un lugar seguro —dije entrando por la cocina donde había menos gente.

La escalera y por toda la casa estaba repleta de personas.

Caminé por el pasillo en busca del cuarto de Emeric hasta que lo encontré. La puerta de su cuarto estaba entre abierta.

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