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Caminamos por el pasillo ya habíamos decidido que proyecto presentaríamos para química.

Un tema que a Emeric le gradaba y tanto que también me agradaba que estuviese algo más motivado.

Entramos a la clase de filosofía una materia que no me gustaba para nada.

Mis amigas mágicamente se sentaron junto a los chicos incluso Marion que no parecía reaccionar a que Alban estuviese sentado con ella.

Igual entre Emeric y yo ya no había tanto odio como en un principio.

Cada uno sumergido en sus pensamientos, algunas que otras miradas por parte de los chismosos de nuestros compañeros.

Que tampoco me preocupaban demasiado.

—No quiero pensar en estos momentos —dije al ver la hoja con la actividad.

—Te quejas porque si y además nunca piensas —comento el con seriedad a mi lado.

No le respondí porque estaba de buen humor.

—¿Trajiste paraguas? —dijo Marion dándose la vuelta.

Enarque una ceja y ella me mostro su teléfono que salía el pronóstico del tiempo.

—Puedo cubrirte si no quieres mojarte —comento Alban moviendo sus cejas.

—Mira yo si traje pueden utilizarlo —dijo Simon sacando un coso rectangular.

—Eres siempre tan precavido —Marion y yo miramos a Lilian.

Las dos empezamos a reír incluido Alban menos Emeric que nada le hacía reír.

Hasta que su teléfono sonó mire a Emeric porque se quedó un minuto mirando la pantalla.

—Es Zeus —él se levantó de la silla sin agarrar sus pertenecías y yo Sali detrás de él.

Cruce miradas con la profesora que solo asintió, Emeric empezó a correr a toda velocidad y yo que iba detrás de él.

Pequeñas gotas empezaron a caer del cielo, me subí al auto y el salió a toda velocidad.

El esquivaba a los autos lo mire al ver como agarraba el volante con firmeza.

Al llegar a la veterinaria la lluvia se había largado con todo. Entramos y el no espero ni dijo nada paso directo a la habitación donde Zeus estaba sobre una camilla.

—Lo siento mucho... —dijo el doctor a lo que salió.

—No me puedes hacer esto Zeus —el tomo la cabeza de Zeus que ya estaba dormido.

No pude contener las lágrimas y me acerqué a Emeric.

—Esto es injusto ¿Por qué? ¡MALDITA SEA! —exclamo el sin parar de llorar— ¡Tenías que quedarte a mi lado! ¡Zeus!

Las lágrimas no paraban de salir de mis ojos me acerque a él pero el paso a mi lado saliendo por la puerta.

Con mi cara empapada en lágrimas lo seguí él se detuvo al lado de su auto la lluvia caía sobre nosotros son parar.

No lo dude y lo envolví en mis brazos el escondió su rostro en mi cuello dejándose llevar por las lágrimas.

—¿Por qué? ¿Por qué el?! Me dejo solo... —cerré mis ojos sintiendo como su pecho se movía y su alma destrozada.

—No estás solo... estoy aquí contigo no digas eso —lo abrace con más fuerzas.

Sus brazos envolvieron mi cuerpo y sin parar de llorar.

—Me duele mucho —sollozo el en mi hombro.

El agua de la lluvia nos empapo por completo pero no me importo.

—Niños vengan aquí... pueden enfermarse —una mujer con un paraguas apareció a nuestro lado.

Mire a la mujer apoyando mi cabeza de costado y sin soltar a Emeric.

Los ojos de la mujer miraron los míos.

—Muy pocas personas se quedan bajo la lluvia llorando contigo... y esperan a que pase la tormenta

Sentí los brazos de Emeric abrazarme más fuerte.

—Solo uno puede ayudar al otro los dos se mojarán y la tormenta nunca pasara... —ella me extendió el paraguas y yo lo tome.

La mujer se dio la vuelta y se alejó desapareciendo más allá en la calle.

Ya el agua no caía sobre nosotros solo era un destrozado Emeric llorando sobre mi hombro.

Pasaron unos minutos hasta que los dos nos separamos lentamente.

El me miro sus ojos rojizos e hinchados me observaban miro mi mano como sostenía el paraguas.

Sin apartar su mirada llevó su mano y la poso sobre la mía para sostener el paraguas.

Entramos nuevamente con las gotas que caían de nuestras ropas. El doctor se acercó a nosotros haciendo la pregunta que haríamos con Zeus.

Los dos tomamos asiento y yo tome su mano, su mirada estaba perdida.

El veterinario apareció con una pequeña cajita en sus manos.

Yo la tome entre mis manos para luego salir de allí.

—¿Quieres que maneje yo? —pregunte a lo que él solo me extendió las llaves.

Pero se detuvo para apretar mi mano donde tenía la llave.

—Está lloviendo... no tienes tanta practica —dijo el con su voz rasposa— no quiero per... no quiero que suceda nada malo.

Yo asentí y el volvió a tomar las llaves, subimos al auto y regresamos a casa.

Un auto que reconocía estaba estacionado en la casa de Emeric. Lo acompañe y entramos mis padres y sus padres, incluyendo nuestros amigos estaban ahí.

Natacha se puso de pie para acerarse a su hijo pero el la esquivo.

—¿Qué sucedió hija? Salieron del instituto sin decir nada —comento mama acercándose a mi preocupada.

Baje la mirada a la cajita que traía en mis manos.

—Zeus... murió —dije dejando escapar unas lágrimas— lo siento por preocuparlos.

Pasé por el lado de mama y seguí a Emeric, él se había despojado de sus ropas y se había metido debajo de sus sabanas.

—Quiero estar solo —dijo a lo que yo solo asentí para luego salir de allí.

Estaba pasando un mal momento y lo entendía no había algo más doloroso que perder a una mascota. Pero de lo que estaba segura era que no lo dejaría solo en ningún momento.

Confía en MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora