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El día del partido había llegado finalmente. Esos días los chicos del equipo habían seguido entrenando duro, y con ello la molestia que Sunoo tenía en la rodilla se acrecentaba. Mientras estaban terminando de preparar las cosas para el partido, me encontraba junto a él en la cancha, observando su forma de caminar con detenimiento para cerciorarme de que su rodilla estaba lo suficientemente bien para jugar. Él decía que sí, insistía en jugar el partido, pero a mí no me parecía la mejor idea del mundo.

¿Estás seguro de que estarás bien?
—Por supuesto que lo estaré. Después del partido podré descansar al fin.
—Está bien. Por favor, ten mucho cuidado, no te sobrecargues...

Sunoo pasó su mano por mi cintura, acercándome a él mientras balanceaba nuestros cuerpos de lado a lado con una pequeña sonrisa socarrona.

—Tranquila, mamá, voy a estar bien. Confía en mí, si me duele, pararé y le pediré al entrenador que me cambie.

Bufé ante su "divertido" apodo y lo abracé con fuerza, tratando de darle todo mi apoyo de esa forma tan tierna y cercana. Sunoo se separó unos centímetros de mí, dejándome algo confusa. Antes de poder preguntar qué hacía, sentí un pequeño beso en mis labios, y una sonrisa se adueñó de estos.

Deséame buena suerte.
—Tienes toda mi suerte contigo, Kim Sunoo.

Sus brazos fueron soltando suavemente el agarre que tenían alrededor de mi cintura, hasta dejarme marchar a la grada junto con la hermana de KeonHee. Él observó cada paso que di hasta el banquillo y, por supuesto, yo en cuanto tuve la oportunidad volví a fijar mi vista en él, uniendo una vez más nuestras miradas de forma cómplice. 

El partido había empezado de lo más tranquilo

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El partido había empezado de lo más tranquilo. Parecía que ambos equipos estaban tanteando terreno antes de darlo todo. Aunque era un juego calmado, Sunoo ya había tenido que salvar varios balones. Cada vez que lo veía agacharse o tirarse al suelo, sufría internamente por él. Si le pasaba algo durante el partido, iba a morir de los nervios. Los únicos que verdaderamente tenían la intención de salvar los balones eran KeonHee y él. Los demás chicos parecían querer únicamente un minuto de gloria tratando de marcarle puntos al equipo contrario, olvidándose por completo de que igual que se ataca... También se reciben balones, y hay que defenderlos.

Por culpa de ellos se notaba que el partido lo llevaban sólo dos personas, y por supuesto, esto no pasó desapercibido para el equipo contrario, que había comenzado a atacar con más fuerza. Sunoo ahora corría por la cancha de un lado a otro, salvando valones, pasándoselos a cualquiera de los colocadores... Haciendo locuras por la pista sólo para que el otro equipo no anotara punto.

Claramente, iban perdiendo el set por culpa de los cuatro jugadores que estorbaban en la pista y Sunoo parecía estar extremadamente cansado por el esfuerzo que estaba haciendo para cubrir toda la pista como podía. Algo que seguía sorprendiéndome de Sunoo era que, a pesar de su delicado cuerpo y rostro, era una persona robusta. Los pantalones cortos de su uniforme demostraban que estaba más que listo para ese momento. Todos y cada uno de sus músculos estaban completamente definidos y desarrollados.

Bebió un poco de bebida isotónica antes de terminar de colocar las rodilleras en su lugar y a modo de tradición le dio dos golpes a estas. Miró hacia el palco de la grada en el que yo estaba sentada para verle y nos dedicamos una pequeña sonrisa. Llevaba puesto el brillo que le había regalado días antes... Aquellos detalles jamás dejaban de sobrecogerme.

Volviendo al ahora y al momento, yo confiaba en él y en su virtuosidad con el balón. Al fin y al cabo era el líbero del equipo por su gran talento, por mucho que a todos los de su equipo les doliera aceptarlo.

Durante aquel tiempo con Sunoo me había demostrado que era una persona llena de valentía, personalidad y vitalidad. Era como el primer cálido rayo de sol que cae sobre ti en la tibia primavera, su mera presencia te llenaba por completo de energía.

Sólo tenía una única cosa clara: lo quería para siempre conmigo.

El silbato había resonado en el pabellón, reuniendo de nuevo a los jugadores para un último set. Dependían de este set para decidir si ganaban o perdían. Movía mis piernas de forma ansiosa al ver que ni aún en el último set las cosas parecían cambiar. Me parecía surrealista que el entrenador no hiciera nada para cambiar la situación, simplemente dejaba que los dos únicos jugadores que valían la pena se partieran la espalda jugando.

Punto, tras punto, tras punto, casi parecía haber uno a favor y uno en contra de forma planeada. Era un duelo en el que ninguno de los dos equipos planeaba rendirse, aunque se notara que uno tenía más facilidad que el otro para anotar punto. El marcador no dejaba de subir, Sunoo seguía de un lado a otro, la pelota parecía tener un imán que la atraía con rapidez a la Tierra, ni siquiera era capaz de entender cómo era capaz de detenerla a tiempo justo antes de que tocara el suelo.

El equipo contrario estaba a punto de conseguir los 25 puntos del último set. El marcador mostraba 23-24 a favor de los locales. Necesitaba un milagro para salvar el juego, y ese milagro tenía nombre y apellido. Todos teníamos fe en ese chico de pelo rosa que daba vueltas de un lado a otro, todos sabíamos que si alguien iba a marcar esos puntos sería él... ¿Y qué decir? No nos equivocamos. En apenas unos seis minutos más, Sunoo se había encargado de tirarse cerca de la red para frenar con su antebrazo que la pelota rozara el suelo. KeonHee fue quien recibió la pelota y, a decir verdad, no esperó siquiera a que alguien la colocara. Aprovechó la fuerza que ya tenía para hacer que chocara con el suelo de la pista contraria.

El silbato volvió a resonar y una ola de aplausos llenó el pabellón: habían ganado. Me levanté rápidamente de mi sitió para celebrar entre gritos y saltos con la hermana de KeonHee mientras observaba que Sunoo se encontraba cara a cara con el suelo, aún no se había levantado. Por un momento me asusté al pensar que quizá se había desmayado, pero toda preocupación salió volando cuando vi la forma en la que agitaba sus piernas con emoción y cómo su espalda subía y bajaba rápidamente.

Estaba llorando de felicidad.

"He pasado días sin diversión, este final es el indicado."

End Game.-Kim Sunoo y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora