[10: Aliados]

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Naruto no es un hombre imprudente ni descuidado ni confiado

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Naruto no es un hombre imprudente ni descuidado ni confiado. Pero reconoce a una aliada formidable en cuanto la ve.

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La casa tiene muchas habitaciones del todo apropiadas donde mantener una conversación discreta, pero acabamos sentándonos a la mesa de la cocina, con una taza de un líquido negro humeante delante de Naruto mientras el sol comienza a despuntar.

Como casi siempre, me he pasado la noche despierta. Y él también, a juzgar por sus pronunciadas ojeras, aunque los esculpidos rasgos de su rostro resultan tan bellos como de costumbre. 

Lleva unos días sin afeitarse y es evidente que le vendría fenomenal echarse una cabezadita y pasarse un par de semanas sin tener que lidiar con gente que intenta sublevarse.

Aunque tengo la ligera sospecha de que ninguna de las dos cosas va a ser posible.

—No entendía por qué habías aceptado —me dice entre sorbo y sorbo, con un tono casi relajado. 

Todas nuestras otras interacciones han estado cargadas de tensión, sobre todo después de que me pillara en situaciones comprometidas. No es que ahora seamos amigos del alma, pero me pregunto si el Naruto que tengo delante es el Naruto que asoma cuando no está dedicando todos sus esfuerzos a intentar proteger a su manada. 

Una presencia constante, tranquilizadora y fornida. Incluso estuvo a punto de esbozar una sonrisa cuando me vio bajar las escaleras y me hizo un gesto para que tomara asiento frente a él.

»—Por qué te ofrecías otra vez como Garantía.

—¿Pensabas que tenía complejo de mártir? —Me llevo las piernas al pecho mientras contemplo cómo cierra los labios en torno al borde de la taza—. No guardo lealtad a los vampiros. Ni a los humanos, salvo a una persona, y pienso encontrarla.

Deja la taza en la mesa y me pregunta sin rodeos:—¿Estás segura de que sigue viva?

—Espero que sí. —Se me encoge el corazón—. Y si no, tengo que averiguar de todos modos lo que le ha pasado. —Si no lo descubro, nadie volverá a pensar en ella. Nadie más conocerá su nombre aparte del puñado de huérfanos que la atormentaban por ser frentona, los compañeros de trabajo que jamás descubrieron su sentido del humor y los ligues con los que salía pero que no le hacían demasiado caso. Es inaceptable—. Ella haría lo mismo por mí.

Naruto asiente de inmediato. Sospecho que la lealtad es un concepto que le resulta dolorosamente familiar.

—¿Sabes en qué artículo estaba trabajando? ¿Cuál es el motivo que la llevó a interesarse por Shina?

—No. Solía comentar de pasada los reportajes en los que estaba trabajando y normalmente cubría asuntos financieros.

—¿Delitos?

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