[20: Veneno]

455 85 44
                                    

El responsable lo pagará

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El responsable lo pagará.
Lenta
y dolorosamente.

.

.

Las siguientes horas son una vorágine de pura agonía.

El simple hecho de respirar resulta un calvario. El estómago me duele como si estuviera a punto de digerirse a sí mismo, como si un millar de criaturitas salvajes estuvieran pasándoselo en grande y grabando sus nombres en las paredes internas con un cuchillo oxidado. 

Hay unos cuantos momentos —y luego uno solo, largo y eterno— en los que estoy segura, segurísima, de que ha llegado mi hora. No hay ser vivo que soporte semejante nivel de tortura, y voy a morir.

Lo que no me parece mal. No puede haber nada peor que lo que estoy experimentando. Ansío el dulce alivio que puede proporcionarme la nada y toda esa vaina, pero, entonces, justo cuando estoy a punto de precipitarme hacia el vacío, algo me detiene.

Primero oigo a alguien —bueno, sí, a Naruto— dar órdenes. Ladrarlas, más bien. Gruñirlas. O igual no es Naruto, porque jamás lo he visto perder el control. Parece desesperado, lo que hace que quiera salir a rastras de mi rinconcito de dolor y asegurarle que todo va a ir bien. Bueno, puede que yo no lo cuente, pero el resto saldrá de perlas.

Y, sin embargo, pasan eones hasta que vuelvo a ser capaz de hablar. Me acerco muchas, muchísimas veces a la frontera de lo consciente, solo para volver a sumirme de nuevo en la sudorosa y sofocante oscuridad. Y cuando por fin consigo abrir los ojos...

—Hola de nuevo.

¿Doctor Iroha?, intento decir, pero tengo la lengua pegada al paladar.

Lo conozco. Es el médico oficial de la Garantía. Cuenta con autorización diplomática para acceder a territorio humano y todos los años se encargaba de hacerme un chequeo para comprobar que estaba lo bastante sana para... que me matasen si la alianza se iba al traste, supongo. 

Ahora debe de tener más obligaciones, cosa que me sabe fatal, porque está igual de decrépito que cuando yo tenía diez años. Aunque lo veo algo diferente. ¿Le ha dado por experimentar con el vello facial?

—La pequeña Hinata Hyūga. Cuánto tiempo.

—¿Pero qué es ese mostacho? —mascullo delirante, incapaz de mantener abiertos los párpados.

Chasquea la lengua.

Si tienes fuerzas para renegar de mi apariencia, lo mismo estos analgésicos no te hacen falta —murmura en la lengua, tan gruñón como de costumbre. No tendría ningún problema en pedirle disculpas, arrancarle la jeringuilla de las manos y ponerme la inyección yo misma, pero ya noto la aguja en el brazo.

La sensación de ardor disminuye. Oigo unas voces; no sé si en el interior de la habitación o a varios kilómetros de distancia.

—... su organismo lidia con el veneno. Se sumirá lentamente en un trance curativo. Se quedará muy quieta y parecerá que está muerta, pero no se preocupe, es algo normal en los vampiros.

PrometidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora