[26:¿Por qué?]

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Naruto piensa  que está siendo más benevolente con ella que con él mismo, y espera que jamás se dé cuenta

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Naruto piensa  que está siendo más benevolente
con ella que con él mismo, y espera que jamás se dé cuenta.

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En este piso no ha habido nunca cama. Yo estaba encantada con el armario y Sakura se las apañaba con el sofá cuando se quedaba a dormir. No obstante, por primera vez en la vida, desearía haber hecho lo que los humanos y haber comprado algo blandito donde poder desplomarme.

Como no es así, me conformo con tirarme al suelo y pasarme demasiado tiempo con la frente apoyada en las rodillas, intentando recobrar la compostura.

Parece que a esta servidora le acaban de romper el corazón por primera vez.

Sea lo que sea este patético y desgarrador sentimiento que inunda mi interior, es demasiado denso como para soportarlo. Porque Naruto tiene razón: nunca me he sentido en casa en ninguna parte y mi mejor amiga desapareció después de la peor discusión de nuestra vida; sí, probablemente de forma voluntaria, y sí, probablemente porque le dio la gana, porque no le importo tanto como ella me importa a mí. 

La soledad, el dolor y la decepción no me son desconocidos, pero esto, esta presión que siento dentro, no tiene remedio. ¿Cómo se soporta este peso?

Me aprieto los ojos con los dedos hasta que veo estrellitas, pero no encuentro ninguna respuesta.

Tardo cinco minutos en ducharme. Me froto con fuerza para quitarme el rechazo y la humillación de la piel, pero no lo consigo. Apenas me da tiempo a sacar una muda de ropa limpia y vestirme antes de que suene el timbre y la voz de Chōza me informe de que Naruto le ha pedido que venga a buscarme. Unos instantes después, estoy acomodándome en el asiento del copiloto de su coche.

—¿Qué tal estás, Hinata?

—Bien. —Intento esbozar una ligera sonrisa—. ¿Y tú?

—No muy bien.

—Lo siento. —Le lanzo una rápida ojeada. Y luego otra. Tal vez si me centro en el desasosiego de otra persona el mío se mitigue un poco—. ¿Puedo hacer yo algo?

—No.

Vuelvo la vista de nuevo hacia las farolas y espero impaciente a que Chōza deje de jugar con el coche y ponga el motor en marcha, aunque no sé por qué. No tengo motivos para estar impaciente, ya que no me esperan en ningún sitio. No tengo ningún lugar que pueda considerar mío.

—¿Has hablado con Shina últimamente? —pregunto. Si Naruto me manda a otro sitio, es probable que no vuelva a verla. Supongo que le he cogido demasiado cariño a ella también porque el corazón se me encoge aún más.

—No —responde Chōza—. Pero creo que es lo mejor.

Apoyo la sien contra la ventana. Me duele bastante la cabeza.

—¿Y eso?

—Es complicado.

Dejo escapar una risa amarga y mi aliento empaña el cristal. Las mismas putas palabras de Naruto. Parece ser que van de perlas para eludir y no decir la verdad.

—A los licántropos les encanta decir... —Un insecto me da un picotazo en la piel y yo muevo la mano para quitármelo de encima. Sin embargo, lo que me encuentro al volverme carece de toda lógica.

Chōza.

Con una jeringuilla en la mano.

Inyectándomela en el brazo.

Lo miro a los ojos, intentando entender lo que ocurre.

—Lo siento, Hinata —dice. Su voz es suave y la expresión triste de su mirada no hace sino aumentar el dolor de mi maltrecho corazón.

¿Por qué?, pregunto.

O no. No logro articular las palabras porque estoy cansada, soy incapaz de mover las extremidades y los párpados me pesan tanto que la oscuridad que se encuentra al otro lado se me antoja demasiado maravillosa como para...

Continua.

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