[25: Un Error]

474 80 60
                                    

No debería habérselo contado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No debería habérselo contado. Ha cometido un error; varios, en realidad.

.

.

Algo se agita delante de mis narices, pero soy incapaz de enfocar la mirada. Es como cuando tienes una palabra en la punta de la lengua, como cuando notas que te sobreviene un estornudo, pero este no acaba de llegar.

La compañera de Naruto no es Shion. Repaso nuestras conversaciones anteriores, intentando recordar lo que sé con seguridad, lo que Naruto ha reconocido abiertamente y los huecos que he rellenado yo por mi cuenta. 

Noto cierta sensación en el pecho, algo burbujeante y para nada triste. Intento racionalizarlo y quitarle importancia, pero, al no conseguirlo, me obligo a desviar la atención y digo:—Vivo a cinco minutos de aquí. —Me mojo los labios y contemplo las familiares siluetas de mi antiguo barrio—. Vivía. —Me muerdo el labio inferior—. Bueno, supongo que aún puedo hablar en presente, porque el consejo se ha hecho cargo de mi alquiler.

—¿Quieres que nos pasemos?

—¿Por qué?

—Me gustaría ver dónde vives.

Resoplo.

—Desde un punto de vista arquitectónico, no es un edificio muy allá.

—No es por el edificio, Hinata.

Tardamos más de diez minutos en llegar, pero Naruto sigue mis indicaciones sin rechistar. Introduzco el código de la entrada principal, pero no llevo las llaves, así que, en cuanto llegamos a mi puerta, me quito una horquilla del pelo.

—Eres... —Deja escapar una risa suave y afectuosa mientras menea la cabeza.

Empujo la puerta y enarco una ceja.

—¿Soy...?

—Increíble.

Noto que el corazón se me hincha y me quedo sin espacio en el pecho.

—¿Cuánto tiempo viviste aquí? —pregunta, mientras me sigue al interior y echa un vistazo a su alrededor.

Hago cálculos.

—Unos cuatro años.

A la Garantía le corresponde percibir una pequeña compensación económica y yo utilicé casi todo mi dinero para agenciarme un carné humano falso y pagarnos la universidad a Sakura y a mí. 

Nos tocó apretarnos el cinturón unos cuantos años: tuvimos que compartir muchas cosas y apañárnoslas con la decoración sin ponernos demasiado exigentes. El resultado fue una mezcla de estilo minimalista y elegancia destartalada que a ambas nos generaba, al volver la vista atrás, un sentimiento de horror y afecto a partes iguales.

PrometidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora