Una vampira y un licántropo alfa, una alianza entre acérrimos enemigos, ¿Qué podría ser peor?
- Adaptación a los personajes de Naruto
- Protagonistas Naruto y Hinata
- La historia imágenes y personajes no me pertenecen, créditos a sus respectivos au...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ella le ha devuelto las ganas de dibujar.
.
.
Debo de haberme quedado dormida otra vez, porque cuando abro los ojos es casi medianoche. Ponerme una camiseta y unas mallas constituye una hazaña digna de mil ejércitos y me cuesta horrores.
Hace una semana que no me alimento y mi cuerpo debe de haberse recuperado lo suficiente como para exigir sustento, porque unos dolorosos retortijones se apoderan de mi estómago.
Me tambaleo escaleras abajo, intentando recordar si alguna vez he pasado tantos días sin beber sangre. Lo más cerca fue cuando me mudé de nuevo a territorio humano, antes de que Sakura me encontrase un vendedor clandestino que pudiera permitirme.
Para cuando me hice con una bolsita, habían pasado tres días y me sentía como si mis órganos internos estuvieran poniéndose las botas con ellos mismos.
Tal vez sea porque el cuerpo ya no me da para más, pero entro a trompicones en la cocina y al principio ni siquiera me percato de la presencia de Naruto y de Denki. Al verlos me quedo tiesa, igual que un cervatillo asustado, preguntándome por qué están con la cabeza pegada a un ordenador. Es un poco tarde para andar de reuniones.
—¿Le ha pasado algo a Shina? —pregunto, y ambos levantan la vista de la pantalla sorprendidos.
—Shina está bien.
Me relajo. Y luego vuelvo a ponerme en tensión.
—¿Neji ha dado con las imágenes de las cámaras?
Naruto niega con la cabeza.
—Tienen una cara muy larga, así que... Espera, Denki, ¿qué...?
Denki se ha levantado de la silla y me está abrazando.
Esto es una pesadilla. Al final resultará que los vampiros si pueden soñar.
—Gracias —dice—. Por lo que hiciste por Shina.
—¿Qué hice por...? Ah. —Esto es raro—. Oye, no ingerí el veneno a posta para protegerla, lo sabes, ¿no? Lo que pasa es que, por desgracia, los cacahuetes me gustan.
—Pero lo habrías hecho —murmura contra mi pelo.
—¿El qué?
—Protegerla.
Lo empujo con suavidad, demasiado hambrienta como para ponerme a discutir con él si soy buena persona o no. Creo que me cae mejor cuando me tiene miedo.
—Oye, tengo que alimentarme antes de que me dé por comerme uno de los peluches de Shina o... —Ahogo un grito—. Mierda.
—¿Qué?
—Mierda, mierda, mierda. Chispitas. El puto gato de Sakura. ¡Me había olvidado de él! ¿Alguien le ha dado de comer? —¿Cuánto tiempo pueden pasar los gatos sin comer? ¿Una hora? ¿Un mes?