[5: Amenaza]

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Naruto: Es una chica resiliente

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Naruto: Es una chica resiliente. Intenta imaginarse cómo se sentiría él si estuviera en su lugar: solo, apartado de todo, considerado una persona de usar y tirar. No puede evitar sentir respeto por ella, y eso lo enfurece.

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A diferencia de Iwabee, Naruto no me hace daño al agarrarme.

Aunque me sujeta con fuerza. Y la forma en que me aplasta contra la pared, como intentando interponerse entre el resto del mundo y yo, me impide tomar aire sin acabar totalmente apretujada contra su enorme cuerpo.

—Señorita Hyūga —dice con voz ronca. Es casi un gruñido.

Trago saliva para humedecerme la garganta, que se me ha quedado seca, y entonces me doy cuenta de dónde tiene la mano: rodeándome el cuello. Casi por completo. Tiene los dedos tan largos que me alcanza la parte posterior de las orejas.

—¿Se puede saber qué haces? —me pregunta en voz baja y profunda. Me perfora con esos peculiares ojos suyos. 

El pulso, que he conseguido mantener a raya milagrosamente durante mi enfrentamiento con Iwabee, me late con más fuerza de pronto, y acto seguido se ralentiza hasta convertirse en un aleteo sosegado cuando Naruto agacha la cabeza y murmura pegado a mi sien »—: No llevamos casados ni veinticuatro horas. Hasta el periodo de luna de miel de las mantis religiosas dura más.

A Iwabee he podido quitármelo de encima con bastante facilidad. Con Naruto ya puedo ir olvidándome. Es como comparar a un perrito con un lobo huargo(lobos grandes).

—Pues ya ves... —Me tiembla la voz y no me hace ninguna gracia—. Intentando que no me maten y eso.

Naruto se queda rígido durante una fracción de segundo antes de apartarse, aunque no se aleja demasiado; apoya las palmas de las manos en la pared, a ambos lados de mi cabeza. Me fijo en que todavía lleva una vendada por culpa de la herida de ayer. 

Tengo la sensación de estar en una jaula. Naruto ha erigido una prisión con su cuerpo y su intensa mirada para dejarme clavada en el sitio. A continuación, se vuelve y le pregunta a Iwabee:—¿Estás bien?

Iwabee levanta la vista y asiente con los labios temblorosos. Unos cuantos licántropos se han congregado ya a su alrededor. Está Denki, que alterna la mirada entre Naruto y yo con una expresión de culpabilidad tan evidente que probablemente reconocería haber defraudado a Hacienda sin necesidad de presionarlo demasiado. 

Pero también Ino, que está examinando a Iwabee para asegurarse de que no le he infligido ninguna herida mortal, y esos dos licántropos a los que vi en la ceremonia, el hombre mayor y el barba de chivo, que me miran como si acabara de decirle a los niños de un orfanato que Papá Noel no existe.

Todos los que están en el pasillo parecen más que dispuestos a abrirme en canal y tal vez incluso a zamparse mis tripas. Cosa a la que yo me niego en rotundo.

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