Una vampira y un licántropo alfa, una alianza entre acérrimos enemigos, ¿Qué podría ser peor?
- Adaptación a los personajes de Naruto
- Protagonistas Naruto y Hinata
- La historia imágenes y personajes no me pertenecen, créditos a sus respectivos au...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Naruto: «Este matrimonio me va a traer problemas. Ella me va a traer problemas.»
.
.
Nuestra guerra, la de los vampiros y los licántropos, dio comienzo hace varios siglos con una cruenta escalada de violencia, alcanzó su punto álgido entre caudalosos torrentes de sangre multicolor y llegó a su fin con una triste tarta de crema de vainilla el día en que conocí a mi marido.
Que, mira tú por donde, resultó ser también el día de nuestra boda.
Nada que ver con la típica ceremonia que sueñas con tener cuando eres pequeña, ¿eh? Aunque, por otra parte, yo nunca he sido de las que sueñan. Solo me había planteado la idea de casarme una vez y fue durante mi horrorosa infancia.
Tras unos cuantos castigos demasiado severos y un intento de asesinato bastante torpe, Sakura y yo trazamos un plan de huida que iba a consistir en tirar unos cuantos petardos a modo de distracción, robarle el coche a nuestro profe de mates y hacerles un gesto obsceno con la mano a nuestros cuidadores por el espejo retrovisor.
—Pasaremos por la perrera y adoptaremos uno de esos chuchos peludos. robamos un batido para mí, un poco de sangre para ti, cruzamos a territorio humano y ya no nos ven más el pelo.
—¿Me dejarán entrar, aunque no sea humana? —pregunté, pese a que aquella no era ni mucho menos el mayor problema que tenía nuestro plan. Las dos éramos unas niñas de once años. Ninguna sabía conducir.
La paz entre especies entre las cinco grandes regiones dependía, literalmente, de que yo me quedase quietecita.
—Yo responderé por ti.
—¿Bastará con eso?
—¡Me casaré contigo! Creerán que eres humana: mi mujer humana.
A mí me pareció una propuesta de matrimonio bastante buena, de manera que asentí con solemnidad y respondí:—Acepto.
Aunque eso pasó hace catorce años y al final Sakura no se casó conmigo. A decir verdad, desapareció hace un tiempo. Yo estoy aquí sola, rodeada por un motón de recuerdos de boda carísimos que esperemos que logren engatusar a los invitados para que pasen por alto la falta de amor y compatibilidad genética entre el novio y yo, además del hecho de que no nos conocíamos de antes.
Intenté quedar con él. Les sugerí a los míos que les sugirieran a los suyos que fuéramos a comer la semana previa a la boda. Que nos tomásemos un café el día de antes. O un vaso de agua del grifo la misma mañana de la ceremonia; lo que fuera con tal de evitar un: ¿Qué tal? Encantada delante del oficiante. Después de que mi petición se derivase al consejo vampírico, recibí una llamada del ayudante de uno de los miembros. Se las arregló para ser cortés y al mismo tiempo dar a entender que me faltaba un tornillo.