[15: Diferente]

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Ella no es como él se imaginaba

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Ella no es como él se imaginaba. No es que de niño hubiera fantaseado sobre cómo sería, pero había algo que habitaba los confines de su mente que jamás lo abandonaba, una ligera esperanza de que tal vez, un día...

Ella no es como él se imaginaba. Es más, en todos los aspectos.

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Mei Uchiha es aterradora. Sobre todo porque parece simpatiquísima.

Esperaba toparme con una mujer desquiciada y salvaje con ganas de pelea. Esperaba volatilidad. Amenazas contra nuestra integridad física. Lo que me encuentro en su lugar es una mujer encantadora con un lazo rosa contra el cáncer de mama prendido a la chaqueta de punto. 

No es que yo sea una experta a la hora de juzgar el carácter de los demás, pero parece agradable y muy amable. Sus latidos son sutiles, casi reservados. Puedo imaginármela perfectamente horneando galletas sin gluten para repartir entre sus amigas o los amigos de sus hijos después del entrenamiento, pero no secuestrando y matando gente.

—Naruto. —Ella se detiene a unos metros de nosotros e inclina la cabeza a modo de saludo. Al levantar la vista, las fosas nasales se le dilatan; está claro que capta el aroma de lo ocurrido entre Naruto y yo en el avión.

Quiero que me trague la tierra.

—Os doy la bienvenida a ti y a tu esposa vampira. —Se vuelve hacia mi marido. La persona que mató a su compañero. Diantres, esto es una liada—. Enhorabuena por la alianza.

—Mei. —Naruto no sonríe—. Gracias por recibirnos.

—Pamplinas. Este es tu territorio, alfa. —Hace un ademán con la mano como si estuviera de charla con una amiga. Vuelve la mirada hacia mí y, durante una fracción de segundo, su fachada de cortesía se viene abajo y yo me veo reflejada en sus ojos.

Soy una vampira.

Su enemiga.

En el siglo en el que estamos, los míos se han convertido en una de las cinco principales causas de muerte entre los suyos. Mi presencia le hace tanta gracia como tener un chicle pegado a la suela del zapato.

No obstante, soy el chicle de Naruto y él lo está dejando bien clarito: me ha apoyado la mano de forma posesiva en la parte baja de la espalda, y yo tengo los conocimientos suficientes de autodefensa como para saber que se ha situado de manera estratégica para defenderme con el cuerpo ante la más mínima señal de intimidación. 

Es imposible que los guardias de Mei —los ocho, la mitad de los cuales han adoptado su forma de lobo— no se hayan dado cuenta. A juzgar por la tensión que reflejan sus rostros, parecen creer que Naruto representa una amenaza considerable, pese a que lo superan ampliamente en número.

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