[29: Decisiones]

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Quedan muchas cuestiones por resolver y su manada lo necesita más que nunca, pero no puede concentrarse en otra cosa que no sea ella

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Quedan muchas cuestiones por resolver y su manada lo necesita más que nunca, pero no puede concentrarse en otra cosa que no sea ella. Ahora Naruto entiende por qué algunos alfas hacen voto de castidad y renuncian al amor.

Ella lo distrae. Sus sentimientos por ella lo distraen.

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Hay una cosa que voy a estar echándome en cara hasta el día en que me muera, hasta el día en que desaparezca y no sea más que polvo: que durante todas las semanas que conviví con los licántropos, jamás se me ocurrió preguntarme qué pasaba con su ropa cuando adoptaban forma de lobo.

Hay que ver lo maliciosa que soy.

Y tras los acontecimientos de la noche más aterradora de mi vida, sentada en las escaleras del Nido mientras Shion me cura el corte que me ha hecho mi padre en la clavícula, soy incapaz de dejar estar el tema.

—¿Creías que la ropa se transformaba también por arte de magia? —Denki se apoya en la barandilla. La única razón por la que sigue aquí es para tomarme el pelo. O puede que su interés sea genuino; a saber. Lo que está claro es que echo de menos la época en que mi presencia lo traumatizaba—. ¿Pensabas que al final aparecía un lobo vestido con un chalequito y una pajarita? ¿En serio?

—Yo qué sé lo que creía. Pero es que ha sido muy fuerte ver a Sakura clavarle los dientes a Kaguya en la garganta mientras una camiseta rosa le colgaba hecha jirones del cuello. —Me froto la cara con las manos, intentando olvidar las últimas dos horas. Cuando vuelvo a levantar la vista, veo que Sai, Shikamaru y unos cuantos segundos más han salido del despacho de mi padre. 

Se detienen frente a nosotros y...

Todos sabemos que estaban interrogando a Chōza. Me pregunto si aún parece que el Áster haya tenido lugar ahí dentro, con las paredes recubiertas de salpicaduras de sangre plateado con púrpura y verde. La más horripilante de las flores pintada a dedo por el niño más macabro del mundo.

—¿Y sigue y sigue con lo de la ropa? —pregunta Sai.

Denki asiente con un profundo suspiro. 

Shion reprime una sonrisa.

—Me gustaría saber qué demonios pensaba que le pasaba a la ropa —farfulla Shikamaru.

—No pensaba nada —digo a la defensiva.

—Eso está claro —murmura Denki.

—¿No debería intimidarte mi presencia? ¿Y qué haces aquí, a todo esto?

No creo que jamás haya habido tantos licántropos en territorio vampiro.

—Naruto pensó que la ayuda de un experto en informática podría venirle bien y, francamente, ya no intimidas ni a las moscas.

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