[12: Reunión en familia]

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Para Naruto últimamente la carga le resulta menos pesada, aunque se miente a sí mismo acerca de la razón, atribuyéndola a la costumbre y al hecho de que cada vez está más cómodo en su papel

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Para Naruto últimamente la carga le resulta menos pesada, aunque se miente a sí mismo acerca de la razón, atribuyéndola a la costumbre y al hecho de que cada vez
está más cómodo en su papel.

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La escena me recuerda a un sketch de un programa de humor, tan absurda que me apoyo en el marco de la puerta del despacho de Naruto y observo en silencio durante varios minutos, del todo entretenida.

Es por lo grandote que es. Y por la forma que tiene de manejar los aparatos pequeños, mirándolos con el ceño fruncido, como si fueran arañas venenosas. También por su modo de teclear con un solo dedo. 

Y porque no parece capaz de seguir unas sencillas instrucciones, pese a que Denki se lo está explicando todo con el tono de alguien que está deseando trascender y abandonar su cuerpo físico.

—... no se activará hasta que introduzcas esta línea de código.

—Ya lo he hecho —dice Naruto con voz cavernosa.

—Exactamente como yo la he escrito en este trozo de papel.

—Lo he hecho.

—Reconoce las mayúsculas y las minúsculas, alfa —añade, recordándose a sí mismo que Naruto es su jefe. Un jefe de lo más cabezota.

—La culpa es de este puto trasto.

Naruto levanta la mano, dispuesto a lanzarle una palabrota a un dispositivo que tiene pinta de caro, lo que lleva a Denki a exclamar con un nivel de pavor dostoievskiano: «Ay, mi madre. Ay, mi madre», lo que a su vez lleva a Naruto a afirmar: «Se ha atascado. Le daré un meneo y se arreglará», lo que por supuesto lleva a Denki, que se merece un aumento de sueldo estratosférico, al borde de las lágrimas.

Llegados a ese punto, me apiado de ambos y les digo:—No creo que una labor percusiva de mantenimiento sea la respuesta adecuada ante un error de codificación.

Ambos se vuelven hacia mí con los ojos abiertos como platos y ligeramente avergonzados. Como debe ser.

—Denki, ¿de verdad estás enseñando a Naruto a programar?

—Lo estoy intentando. —Denki nos mira a ambos. Normalmente está más cómodo conmigo si Naruto se encuentra presente, pero debe de saber que ahora mismo su alfa lo ha puesto en la lista negra.

—¿Cuántas veces lo han intentado ya?

—Unas cuantas —murmura Naruto.

Mientras Denki dice a su vez:—Dieciséis.

Lanzo un silbido.

—Pues vaya puño más grande. —La mirada se me va hacia las manos de Naruto.

—No pasa nada. Ya me las arreglaré con esto de programar cuando esté allí. Improvisaré y ya está. —Se pone en pie y Denki y yo intercambiamos una mirada incrédula mientras las palabras «analfabeto digital» flotan entre ambos en fuente Papyrus. Puede que la incompetencia de Naruto acabe zanjando nuestras diferencias—. Te llamaré y me guiarás por teléfono —dice con mayor seriedad esta vez.

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