Walter

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—Es una bebida que un amigo de Sevilla me ha mostrado.

—¡Ah, te refieres a Antonio! —exclama Charles Zobak, sentado frente a nosotros.

—Exactamente. Sabes de qué hablo, Charly. Una delicia algo... burda. Y sólo necesitas dos ingredientes. Vino (ni siquiera tiene que ser un vino costoso, puede ser del que consigues en el Walmart o... 7-Eleven). Y el toque final: Delaware Punch —dice Michael, sentado a mi lado en el sofá, mientras abrimos un vino frente a una chimenea. Los demás disfrutan de las comodidades del club a sus anchas.

—¿Delaware Punch? ¿La bebida de uva?

—¡Sí! La ha bautizado como Vampiresa. Puedes currártela echándole trozos de fruta o algún cítrico para asemejarlo al Clericot, pero el verdadero protagonista es el Delaware.

—Lástima que aquí sólo te reciban con Schweppes y refresco de cola.

—Lo tomaré en cuenta. —Levanto mi copa—. ¿Cómo sigue del tobillo? —pregunto a Charles.

—La he tenido negra estas últimas semanas, así que sólo me queda reír.

—¿Dónde está tu esposo? —inquiere Michael.

—Se molestó conmigo. No lo he visto desde hace un rato.

—¿Por qué?

—Me porté rudo con él.

—¿Qué?

—En el partido. No le gusta que sea competitivo.

—¿Por eso? ¿Por qué lo toma personal? De todos modos, ¿no eres quien lleva las riendas de la relación?

—No diría eso. Es un 50/50.

—¿Oh, sí?

—Patrick es muy inteligente. Y gana mejor que yo. Y... y a veces él...

—¿Te dejas penetrar por él?

Charles escupe su bebida al oírlo.

—Señor Zobak —frunzo el ceño.

—Ninguno de los dos somos unos pubertos. No te hagas el mojigato conmigo.

—¿Por qué es importante eso? ¿Y por qué lo estoy hablando con usted?

—Bueno, hijo, ¿sabes qué noto acá? A Patricio se le va la pinza de vez en cuando. Desde pequeño ha sido muy malhumorado y prepotente. Eso lo notaba las pocas veces que traté con él y por todo lo que Jason y Jacob me contaban. Pienso que se siente frustrado al no poder ejercer dominio total sobre ti, y cuando se ve amenazado por ti de cualquier modo, no halla otra forma de reaccionar más que esta. Es meramente una batalla de egos.

—¿De qué habla? No lo creo. Él a veces se molesta y ya. Tiene un temperamento fuerte. Más tarde estaremos bien.

—Sí, luego de que él ejerza dominio sobre ti nuevamente. ¿Sabes cómo? En la intimidad. Ese conflicto lo tuve con una expareja.

—¿Y qué pasa con su actual pareja? ¿Lo resolvieron? ¿Él se encarga de usted y nada más?

—¿Encargarse de mí? —Vislumbramos a su novio. Está parado junto al bufete, probando los mariscos. Es más grande que yo. Su espalda es ancha y la piel más bronceada que la mía. Sus brazos con venas y cicatrices me ponen tenso. Luce como alguien que ha matado seres vivos con sus propias manos—. Hijo, soy quien tiene la dicha de satisfacer a mi amado penetrándolo a él.

—¡Por qué sigo sentado aquí oyéndolos! —Charles se lamenta de no poder caminar, y yo permanezco boquiabierto.

—Okay, eso no importa. Conozco a Patrick. Está molesto. Se le pasará. Ni siquiera quería jugar con nosotros de todos modos. Su piel es sensible.

El libro de los hombres coloridosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora