—Es aun más vergonzoso tener en cuenta que no es la primera vez que recibimos a un invitado cuya fama ignoramos por ignorantes —digo frente al escritor de romance que Patrick nos facilitó entrevistar.
—Y si hay algo que se nos da bien, es ser ignorantes —añade Julian. Le cuesta mantener los ojos abiertos. El invitado no parece cómodo. Su aspecto y personalidad son difíciles de descifrar—. Yo sí he visto... sus películas... Unas cuántas. Me refiero a las películas que han adaptado de sus libros... ¿Cómo se llamaban?...
—No estoy entendiendo esta dinámica —dice el invitado.
—Una disculpa, señor Bolton. Usted se dedica a la escritura desde muy joven, ¿no es así? Leí que publicó su primer libro a los veinte.
—Estación Serendipia —dice.
—¿Qué significa? —interviene Julian.
—Una serendipia es algo fortuito. Un hallazgo afortunado.
—¿Un ejemplo?
—Una moneda bajo un cojín. El calcetín que creíste haber perdido. En el libro se hace alusión a un hombre que halla al amor de su vida en una estación del metro.
—¿Usted ha tenido esa clase de experiencias?
—Todos hemos pasado por algo así. Pero a veces ocurren las falsas serendipias. Es mi versión de creer haberse enamorado a primera vista, pero sólo se trata de una falsa alarma.
—A mí me pasó recientemente... —sin que lo esperemos, Julian solloza—. Yolanda, si estás viendo esto...
—Bueno —lo interrumpo—, también he visto un par de películas que se han basado en sus libros. Desconozco qué tan fiel sean al material original, pero... todo es tan natural... espontáneo... sin rayar en lo cursi. ¿Cómo lo hace? Mi última cita fue en un paintball. Honestamente, creo que no lo he estado haciendo bien —reímos.
—Es difícil de explicar.
—¿Se basa en experiencias propias?
—Anhelos.
—¿Anhelos?
—Seré honesto, jamás he estado con alguien a quien denominaría «mi pareja». Tengo poca experiencia en el amor en ese sentido. Soy bastante torpe para socializar en general. De pequeño veía películas. Leía mucho. Me he caracterizado por mi gran imaginación. Creo que lo que plasmo en mis libros es la percepción que tengo sobre el amor. Mis expectativas y anhelos.
—¿Una tesis?
—Por así decirlo —sonríe—. Luego de estudiar tanto ese fenómeno en que dos personas comparten un mismo sentimiento, pese a tantas variableshe logrado comprender muchas cosas. Hay risas, llanto, tropiezos, desigualdad, monotonía... Quizá mis expectativas son difíciles de llenar y mi destino es morir solo o casarme con alguien que no me soporte.
—Entonces, y haber si entendí, su fórmula secreta para un romance natural y espontáneo es plasmar anhelos. Pudiera ser... tratar como le gustaría ser tratado.
—Si te gusta ser abrazado, abraza tú primero —concluye—. Creo que ese tipo de cosas se trabajan. No caen del cielo. Por desgracia, soy bastante holgazán en ese sentido.
—A mí me gustan las mujeres grandes —expresa Julian, y luego eructa—. Lo siento. Grandes, ¿me entienden?
—Le gustan gordas —explico.
—Ah... Está bien. A mí me gustan las personas que usan anteojos —admite Khal Bolton.
—A mí me gusta una persona blanca. Es la primera vez que salgo con alguien más alto que yo.
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El libro de los hombres coloridos
Ficción GeneralUna antología de historias de romance y drama, entrelazadas, donde hombres coloridos y peculiares son protagonistas.