Capítulo 33

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El tiempo se había ido rápidamente, aunque extrañaría a mis padres, este lugar era como mi hogar, como si estuviera en casa, la única excepción era Leroy, el príncipe heredero de Zakary y su maldito guardián que era un majestuoso león.

No me tomen a mal, adoro a los guardianes, más porque son lo más parecido a los animales de mi antigua vida. Siempre fui fanática de las criaturas felinas de diversas razas, no significa que no me gusten los perros, son hermosos, pero sinceramente los gatos eran más independientes y no daba tantos problemas en el cuidado, a excepción de las peleas que se daban en los techos.

Volviendo al tema, había conocido a la guardiana de Elizabeth, una grifo de esplendor incomparable, que me sacaba una cabeza de altura. La grifo Maleia, en su parte frontal, es un águila con plumas imponentes y negras, pico afilado como una navaja y garras que podrían desgarrar la piedra. La parte posterior es la de un león, con pelaje negro como la noche, patas que podrían aplastar un roble y cola que se extendía como una serpiente. Sus hermosos ojos eran iguales a los de su protegida, parecía que tenía el sol naciente en sus ojos como todo un legítimo Zakary.

La primera vez que la conocí, me rodeó examinando y analizando mi aura con su mirada penetrante. Pronto su pico tocó suavemente mi nariz y no sé si era sensación mía, pero una cálida sonrisa pareció cruzar sus ojos dorados. Luego se alejó, moviéndose con la gracia de un bailarín por todo su santuario construido para su comodidad. Pude ver cómo Elizabeth jugaba y conversaba en el idioma melódico de amoidy elvon.

El siguiente fue el guardián de mi hermano, un lobo con pelaje de un dorado crepuscular, esponjoso y suave, de un mismo tono al del cabello de Samuel. Sus ojos grises, como el cielo crepuscular, me cautivaban. Era como si mi alma estuviera entrelazada con la suya. Como si las nubes grises que prometían una tempestad se fundieran conmigo.

El lobo de mi hermano, un noble guardián llamado Splinter, también me sobrepasaba en tamaño. Su cabeza era grande y poderosa, con un hocico robusto. Su cola era espesa y tupida, y sus patas robustas y piernas largas le permitían moverse con agilidad. Mi hermano paseaba a Splinter por el extenso jardín de la mansión. Splinter jugaba sin cesar, mordiendo un palo con alegría. Mi hermano acarició su pelaje con delicadeza, y un aullido de felicidad resonó en el aire.

Llamé a mi hermano con un gesto de mano, este me lo devolvió con un ademán que me invitaba a acercarme. Quería negarme de inmediato, pero insistió y terminé cediendo con paso cauteloso para no atemorizar al guardián. Me dirigí hacia ellos y Splinter, tan pronto me vio, se abalanzó sobre mí con entusiasmo, movía su cola con rapidez, manifestando su alegría, y empezó a lamer mi rostro. No pude evitar soltar una carcajada.

Pronto mi hermano se acercó a donde me encontraba, ya que estaba a pocos pasos de mí, y le ordenó al lobo que se apartara en su lengua natal, con una voz suave. Este obedeció al instante. Mi hermano empezó a contarme con alegría sobre su guardián y este parecía complacido. Lo escuché con atención, una sonrisa adornando mi rostro.

Lo que no esperaba en absoluto es que ese día no iba a conocer a un solo guardián, me llevé una sorpresa grandiosa al conocer a los que faltaban.

Un magnífico pegaso apareció de repente, aunque podía distinguir sus peculiaridades. Tenía un cuerno en su cabeza, puntiagudo, que parecía tan letal como una espada forjada por los dioses. Su pelaje era peculiar, de un rojo intenso como el cabello de su protegido Louis, pero con algunas mechas de un tono verdoso y sus impactantes ojos como el profundo bosque místico, que parecían brillar con una luz propia. Este me sacaba la misma altura que los demás. Montaba a su protegido y a su hermana pequeña sobre su lomo.

Ellos saludaron desde el cielo, ambos parecían felices porque el brillo de sus ojos los delataba. El aterrizaje del pegaso fue tan maravilloso de ver que esperé pacientemente a que sus jinetes terminaran de bajar, para después ir en busca de Splinter, el lobo de mi hermano. Los dos jugaban entre ellos, era una escena tan extraña e hipnótica que me quedé embelesada.

Un brillo azul por el cielo llamó la atención de todos. Mi mandíbula cayó cuando pude apreciar al caballo de mar, tan grande como los otros guardianes. Tanto su jinete como él tenían ojos similares, pero lo más llamativo era el color del caballo: un azul oscuro casi negro, que parecía tener la galaxia en su cuerpo con los destellos brillantes que portaba y sus aletas finas, que parecían ser del mismo tono pero transparentes. La princesa heredera nos saludó también con un gesto educado y pude ver cómo Christian gritaba alegremente con las manos levantadas.

-Solamente faltan Elizabeth y su grifo Maleia para que todos los guardianes estén aquí -dije mientras saludaba a los recién llegados.

-Parece que tus palabras fueron predicciones, hermanita -Samuel levantó la mano para que viera llegar a las antes nombradas.

El aterrizaje de la grifo fue igual de elegante, y pronto por los árboles apareció un león con su protegido en su lomo. Casi rodé los ojos: habían pasado meses desde el "accidente", como él lo llamó en su defensa ante Aiden.

-Parece que no me contaron esta junta, futura élite -dijo Leroy, acercándose al lado de su hermana y mirándola de manera extraña mientras sonreía.

Pude ver cómo un ligero temblor en los hombros de Elizabeth puso en alerta a su guardiana, que se acercó con una expresión amenazante, posicionándose detrás de su protegida. Pude ver cómo Elizabeth se relajó visiblemente.

-No hubo ninguna junta, Leroy -explicó Louis con calma-. Simplemente desde el cielo pude verlos y me acerqué a saludar. Mi hermanita quería hablar con Keren.

-Qué coincidencia, Christian quería hacer lo mismo y me pidió venir hacia acá -Kristen sonrió, como si no notara el ambiente hostil que desprendía de mí.

-Yo solo los vi reunidos y decidí venir a verlos -explicó brevemente Elizabeth, como si temiera hablar de más y que Leroy reaccionara de manera negativa.

Todos sabían la evidente enemistad que teníamos Leroy y yo. Blair me respaldaba firmemente desde la conversación que tuvimos en el comedor y pegó el grito al cielo cuando, en un combate, se manifestó su poder. Como las leyes lo exigían, debían dar aviso de inmediato y detener cualquier cosa que estuviera haciendo, para evitar dañar su entorno o a las personas que lo rodeaban.

Leroy podía sentir la ola de poder que tenía e identificarlo. Antes habíamos peleado con espadas, y ahora el maestro nos estaba probando en una pelea totalmente desarmados. Había esquivado rápidamente el puñetazo que iba a recibir en la cara. Me agaché, barriendo sus pies con fuerza, y este cayó de trasero al tapete del suelo. Al igual que mi hermano, pasó exactamente lo mismo. La preocupación se reflejó en sus ojos y me alertó, retrocediendo rápidamente para avisar al maestro.

-Maestro, Leroy acaba de manifestar su poder... -volví a girar rápidamente mientras gritaba hacia el maestro, sin embargo, no pude terminar de avisarle.

Solté un grito de dolor cuando mi antebrazo izquierdo fue sujetado con fuerza sobrehumana. Me volví rápidamente para patearlo en la boca del estómago con toda mi fuerza. Este chilló de dolor, pero se negaba a soltarme y apretó con fuerza. Un sonido de crujido, que me hizo gritar, me había roto el hueso. Desgraciado.

Sin darme cuenta por el dolor que sentía, Zyran se había acercado con rapidez y le pegó en la sien con el mango de acero de la espada que portaba. Leroy cayó al suelo inconsciente con un golpe seco.

-Tranquila, Keren -me acarició la mejilla con ternura-. Está bien sentir dolor, no te castigues por gritar, ¿sí?

Había asentido con dificultad. Él rápidamente buscó una espada de madera como soporte para mi hueso, ahora roto. No quería mirar, sabía que la vista no sería agradable. Dirigí mi mirada a los demás niños. El maestro retenía en sus brazos a mi hermano, que lo golpeaba con fuerza tratando de soltarse de la llave que este tenía en él para no soltarse. Su pulsera de retención brillaba con intensidad.

La pulsera de retención se las había dado Aiden a todos los que habían manifestado su poder, para evitar daños hasta que lográramos controlar el poder en su totalidad. Solo Aiden podía quitarla de nuestra muñeca, ya que se había creado para eso. Brillaba cada vez que su poder se desbordaba y lo absorbía, enviándolo al campo de protección que tenía la fortaleza como potencia.

Blair vino corriendo hacia mi lugar con un pedazo de tela, haciendo una improvisada férula con esta. Me avisaron que iban a colocar el hueso en su lugar y asentí, mirando cómo Lucia estaba luchando contra Kaizer. Entendí de inmediato al ver a ambos forcejeando con el arco en las manos de Lucia. La pequeña Fleur estaba dispuesta a disparar con su arco hacia Leroy para que me soltara. Entendía a Kaizer, después de todo, él era su hermano.

Louis, que había estado reteniendo a las demás niñas que tenían intención de acercarse cuando escucharon mi grito, sabía que temía que Leroy perdiera la cabeza y las agrediera a ellas también.

Aiden llegó rápidamente alertado, y yo pegué un grito desgarrador cuando el hueso fue acomodado en su lugar. El protector del territorio separó a ambos niños tirados en el suelo forcejeando, y estos vinieron corriendo alertados al escuchar mi grito. El maestro le explicó rápidamente la situación, y este suspiró cansado.

Tenía que aceptar que después del suceso del comedor, Leroy y yo habíamos tenido disputas entre nosotros, muchas, demasiadas para contarlas. Siempre terminaba él gritando totalmente furioso, y yo encogiéndome de hombros con indiferencia y retirándome del lugar después de mirarlo fijamente con frialdad.

Sin embargo, desde la situación del comedor jamás habíamos llegado nuevamente al punto de agredirnos físicamente. Estábamos a punto, pero sin duda un par de bofetadas no habrían pasado. Siempre cuando llegaba a ese punto de mi límite de paciencia, Zyran me abrazaba suavemente mientras me repetía que tenía que pensar con la cabeza fría.

Leroy fue sancionado después de ese día. El regaño que la emperatriz le dio al enterarse fue cómico de ver. Estuve con un yeso en el brazo izquierdo aproximadamente tres semanas y media, hasta que se había curado por completo. Fue rápido, y con la ayuda del sanador que vino del templo no dolía mucho.

Ambos nos separaron aún más que antes. Los maestros y Aiden nos habían hecho mantener la distancia en su presencia lo máximo posible desde el incidente en el comedor. Ahora no podíamos estar en un mismo lugar juntos, y solo nos tolerábamos en el horario de comida. Tenía estrictamente prohibido acercarme a él.

Algo que tuve a mi favor y fue un alivio para Elizabeth, fue que desde un tiempo Blair y yo le acompañamos en los pasillos para que no anduviera sola. Siempre solía terminar en una discusión contra su mellizo, y yo cuando este venía dispuesto a llevarse arrastras a su hermana. Después de todo, me había salido con la mía. El precio fue un hueso roto, algo que estaba dispuesta a pagar completamente si era por el bienestar de Elizabeth.

Ella todavía no hablaba sobre el tema que sucedía con su mellizo. Parecía estar al borde de un ataque de pánico cada vez que intentábamos hablar sobre eso. Después decidimos no presionarla más hasta que ella se sienta mejor para contarlo. Solo podíamos servir de apoyo.

Las tardes de fin de semana siempre eran para enseñarle uno que otro truco nuevo a Esther y Lucia sobre el arco. Ellas pedían consejos, ambas compartían la pasión por la arquería, así que las convertía en buenas amigas. Eran inseparables, no quiere decir que no nos habláramos mucho.

De hecho, casi siempre tratábamos de juntarnos solo las niñas y hablar de trivialidades. Les ayudaba a elevar su autoestima y que tengan una confianza en sí mismas totalmente firme. Me agradaba saber que tenía su absoluta atención mientras asentían comprendiendo.

Regresando al tema actual, Leroy había cruzado miradas conmigo. El ambiente hostil entre nosotros se intensificó. Gruñó con molestia al ver mi presencia y estar en la obligación de irse, a menos que sea estrictamente necesario.

Montó el lomo de su león, y este rugió como acción intimidante, ocasionando todo lo contrario en mí y aumentando las ganas de aventarle una piedra en la cabeza para ver si mi idea de que sus inexistentes neuronas funcionen de manera correcta. Mi hermano tenía esa mirada de "Si lo haces te meterás en graves problemas". Lo miré y me encogí de hombros con indiferencia.

Mirando con mi típica postura de "Como si me importara mucho las consecuencias", me señaló con el dedo y amenazó en no permitirme montar a su guardián.

Le hice un gesto dramático de que me había partido el corazón con su amenaza, y este sonrió con burla al saber entender a la perfección mi sarcasmo. Pero en el fondo sabía que tenía ganas de montar aquel imponente lobo y terminé cediendo con un asentimiento de cabeza hacia él.

-¿Sobre qué querían hablar conmigo, niños? -Me volteó mirándolos y estos me hacen señales con las manos para que los siga.

Nos distanciamos rápidamente de la primera división, y Elizabeth saludó con un gesto de mano. Asentí devolviendo el gesto, y ella entendió de inmediato que me tendría que ir. Puso su absoluta atención hacia sus amigos. Me perdí junto a Christian y Lucía en el jardín de la vista de los demás.

-¿Sabés que en algunos días es dos de febrero? -Me preguntó lo obvio Christian.

-Por supuestamente tonto ¿Cómo la Erudita no lo sabría? -Dijo Kaizer apareciendo de la nada.

-Reina, no podría olvidarlo -Dijo Zyran apareciendo detrás de él también.

Cada vez que me llamaba por ese apodo sentía como mi mundo se detenía y el tiempo pasaba de manera lenta. Me burlaba de mí misma por sentirme así y la maldita aceleración de mi corazón cada que él aparecía hasta ahora no lograba irse.

Me había acostumbrado a eso al punto que era ya natural disimularlo, pero era irritante al saber que él tenía un efecto en mí. Trataba desesperadamente de eliminarlo, pero esto no parecía suceder, así que solo decidí ignorarlo hasta que se apagara por completo.

-Zyran tiene razón -Hablé sin mirarlo y asintió en respuesta - Jamás me olvidaría.

-Bueno, perdón -Habló Christian mientras se cruzaba de brazos -El cumpleaños de Esther es ese día.

-No olvidemos que en dos semanas, también es el cumpleaños de Elizabeth. -Dijo Blair apareciendo repentinamente entre los árboles del jardín.

-Creo que les empezaré a poner un collar con cascabel a cada uno, ¿Caso se creen fantasma para andar apareciendo de la nada? -Pregunté mientras me cruzaba de brazos, tratando de ocultar la sonrisa que quería aparecer en mis labios.

-Bueno, solecito ya parece uno -Dijo burlonamente Blair.

-Callate, elegida -Se puso a la defensiva rápidamente él.

-Oh vamos -Dijo acercándose rápidamente hacia su sitio -Solo te faltan las orejas y la cola, serías exactamente igual a un gato.
Algo me lo decía y era seguro. Ella lo molestaba a él y viceversa. Siempre se fastidiaban, pero jamás se ignoraban. Ninguno parecía molestarles la presencia del otro. Decían que así se llevaban, pero yo sé que en algunos años habrá más que eso.

Extrañamente, en los libros jamás hubo mención de los intereses románticos de la futura Élite. Bueno, raro no es, porque parecía que todo siempre iba en torno a Ámbar y parecía ser tan excesivo que a veces era cansado de leer.

<Todo sea por mi pequeña cabrita demente>

Me lo repetía siempre que me daban ganas de aventar el libro por la ventana, que algún loco de la calle lo lea, porque parecía que me iba a dar ceguera de tanto que me frotaba los ojos por bostezar.

-Somos todos, no te preocupes -Dijo Lucia, y esta parecía la más entusiasmada de todos.

<Es su mejor amiga, ¿Quién no estaría así por su cumpleaños? Aunque yo digo que siempre lo complicado es el regalo. Me sabía todos los traumas de mi mejor amigo, pero jamás supe cuál era su color favorito>

Antes era todo tan fácil, cuando solo te tenías que meter en TikTok y stalkear los compartidos de esa persona, hasta encontrar lo que quiere y lo compras como la buena amiga que eres.

Es una lástima.

-Estaba pensando en hacerle un pastel todos juntos -La alegría en los ojos de Lucia mientras hablaba no pasaba desapercibida.

-Claro, es buena idea -Habló Christian de acuerdo mientras se asentía frenéticamente, hasta que se detuvo abruptamente dándose cuenta de ese pequeño "detalle"-¿Quién lo hará?

-El cocinero -Contestó Kaizer rodando los ojos.

-No seas tonto, solecito -Habló juguetonamente Blair mientras le pellizcaba la nariz. -El chef tiene un horario, si le pedimos el favor este irá de chismoso con los sirvientes y Pinky se enterará de nuestros planes.

Kaizer le dio un manotazo suave mientras fingía molestia, pero el sonrojo de sus orejas fue más que evidente. Es tan lindo, no como el estúpido de su hermano.

<No sé por qué me huele esto a futuro compromiso y boda>

Pido ser la dama de honor.

-Yo sé hacer postres, solo tendrían que ayudarme para al menos decir que lo hicimos "todos" -Hablé finalmente mientras salía de mis pensamientos.

Todos repentinamente se quedaron callados, tenían los ojos abiertos de par en par y juré que escuché el típico grillito cuando el silencio absoluto se extendió por el jardín. Traté de aparentar tranquilidad, pero las miradas incrédulas que compartían uno a los otros me pusieron un poquito a la defensiva.

-Sí, sé cocinar. Estaba aburrida sin mi hermano con quien hacía travesuras en la mansión, y decidí aprender -Respondí antes de que preguntaran-. Ahórrense el drama, lo importante es la sorpresa para el cumpleaños de Pinky.

-Vaya, ella aprende a cocinar solo porque estaba aburrida y yo humildemente me tiro a mi camita a dormir -Habló Christian mientras negaba con la cabeza con dramatismo.

-Zafiro, podrás ser todo menos humilde -Hablé mientras le pegaba ligeramente en el hombro-. Que eres un príncipe, no te olvides.

-Es verdad, se me había olvidado -Levantó la cabeza como si recién se hubiera dado cuenta de eso y se frotó discretamente el hombro.

-Hombre, ¿Cómo se te va olvidar eso? Ni que fuera algo fácil de olvidar, lo dices como si fuera el almuerzo de ayer del que no me acuerdo -Dijo Blair. Esta miró los árboles pensativa-. ¿Qué almorzamos ayer?

-¿Pollo? -Dijo Kaizer indeciso.

-¿No fue el menú de ayer carne? -Debatió Christian.

-Serán tarados -Dije mientras les daba un sape a los dos y estos se quejaron-. Siempre ponen de todo en la mesa, nos servimos lo que queremos y ya.

-Es cierto, solecito comió pollo y Zafiro carne -Dijo Blair.

-Volviendo al tema, supongamos que lo del pastel ya está solucionado -Habló Zyran callando a todos-. ¿Se lo entregamos en la mañana entrando a su habitación? O sea, la levantamos con el pastel en la mano y la felicitamos con abrazos, después le entregamos los regalos.

-Eso mismo iba a decir -Hablé asintiendo conforme en su propuesta-. Ahora es lo importante, no vamos a dormir.

-¿Por qué? Mi bello rostro tiene que estar impecable ante manchas que tienen esas personas que no duermen a sus horas -Se quejó Christian.

-¿Crees que el pastel se hace en dos minutos? Lleva tiempo. Duerman en la tarde y levántense para cenar después de que verifiquemos que Pinky se fue a dormir, nos juntamos todos en la cocina para hacer el pastel -Dije rápidamente como una solución simple.

-No veo fallas en su plan -Se encogió de hombros Christian.

-Claro que no las hay, soy yo quien lo ideó -Me quejé mirándolo mal.

-De algo nos tenía que servir las clases de estratega -Se encogió de hombros Lucia.

-Bueno, bueno -Di dos aplausos mientras retrocedía dispuesta a retirarme-. El plan está hecho, recuerden bocas cerradas y fingir demencia ante Pinky.

-Sí, estoy de acuerdo -Habló Zyran mientras asentía.

Dispuesta a irme al sentir mi ritmo cardíaco acelerarse por la sonrisa que me dio, suponiendo que pronto mis mejillas se pusieron rojas ante el repentino calentamiento en ellas, me di la vuelta rápidamente, pero me acordé de algo y paré en seco sin voltearme.

-Vigilen a Zafiro para que no se le escape nada, si es necesario pónganle una media en la boca para que se calle -Ordené y ellos estuvieron de acuerdo mientras Christian se quejaba.

-Yo no soy soplón -Dijo este cruzándose de brazos.

-No, lo que pasa es que cuando agarras demasiada confianza eres distraído y no piensas antes de hablar -Dije para calmar su indignación-. ¿O me lo vas a negar?

-Pues mentira no es -Habló mientras caminaba hacia otra dirección del jardín-. Sospecharán si nos ven salir todos juntos, me voy retirando.

Asentí rápidamente mientras me apresuraba a caminar hacia donde se encuentra la primera división, a excepción de Leroy. Mi hermano preguntó por mi sonrojo y dije que había subido la temperatura de la fortaleza últimamente.

Este sin cuestionar me dio la razón, mientras me ponía al tanto de la conversación. Me ayudó a subirme al lomo de su lobo y despacio me empezó a pasear.

El tiempo pasó y quedaban horas para el cumpleaños de Esther. Nos dirigimos todos al comedor para la cena y rápidamente nos fuimos a nuestro sitio mientras tratábamos de mantener una conversación trivial.

Mientras comía charlando naturalmente, Esther hizo la pregunta que nos paralizó a toda la primera división. Los demás siguieron normalmente hablando con ella, pero nosotros nos mantuvimos callados.

-¿Se acuerdan de mi cumpleaños? -Los demás hablaron con ella, pero la primera división se mantuvo callada.

Esther se extrañó al estarnos callados y nosotros aparentamos naturalidad comiendo. Ella frunciendo el entrecejo confundida miró a Christian.

-¿Se acuerdan de mi cumpleaños? -Preguntó nuevamente a él.

-Sí, claro, de hecho estamos ha... -Habló Christian nervioso y miró fijamente a Zyran, este entendió de inmediato.

Miró a su hermano y golpeó su muslo con fuerza debajo de la mesa, sin que lo notaran los que no sabían del plan de la madrugada. Christian soltó un chillido de dolor y Esther lo miró extrañada.

-¿Qué le pasa? -Dijo ella preocupada.

-Es que le dio un calambre, déjalo que en un rato se le pase -Dije aparentando naturalidad.

-Bueno, nosotros ya terminamos -Se levantó Blair y se estiró con pereza fingida.

Era un hábito que se le había pegado al juntarse mucho conmigo. Los demás lo siguieron y fingieron bostezar, para mi desgracia yo bostecé de verdad por verlos.

Nos fuimos rápidamente en el ascensor y compartimos miradas cómplices, sin pronunciar palabra nos dirigimos cada uno hacia nuestra habitación a esperar la hora pactada. Me senté mientras meditaba en la alfombra y creé mandiles para cada uno.
Miré la hora y me levanté cuando faltaba unos pocos minutos para encontrarnos en el pasillo con los mandiles en la mano. Salí rápidamente y me encontré con toda la primera división en pijama, incluyéndome.

De manera silenciosa y rápida nos dirigimos hacia las escaleras. El ascensor era demasiado ruidoso para estas horas. Llegando al piso, volteé para ver a Christian frotándose los ojos mientras bostezaba.

-Les dije que durmieran en la tarde -Susurré solo para ellos mientras los regañaba.

-Es que a alguien se le ocurrió que era buena idea ir a molestar a Cielo en vez de dormir -Dijo Christian con pereza mientras miraba a Kaizer.

Kaizer fingió demencia y seguía mirando al frente del comedor abriendo las puertas de la cocina. Pude ver cómo Blair intentó ocultar una pequeña sonrisa.

Nos adentramos a la cocina. Mandé a buscar los ingredientes a todos mientras me ponía el mandil. Una vez todo lo necesario en la mesa, les entregué a cada uno sus mandiles. Se empezaron a poner y yo busqué bancos para llegar todos a la mesa. Rápidamente Zyran me ayudó al ver mis intenciones de hacerlo sola.

-Gracias -Susurré y este asintió mientras seguíamos moviendo los bancos.

Nos colocamos cada uno en un banco. Zyran se sentó a mi lado y Blair al otro mientras molestaba un poco a Kaizer. Negué con la cabeza, estos nunca se van a cansar de hacer eso. Lo más sencillo para Lucia y Christian, que estaba a punto de dormirse en la mesa, preparar el betún. Yo hacía la masa junto con Christian, mientras Blair preparaba el molde y Kaizer mantenía despierto a Christian.

-Me recuerda al libro que estoy leyendo -Susurré solo para mí olvidándome por completo que había alguien escuchando.

-Dime de qué trata el libro, me gustaría escucharte hablar de eso. -Dijo Zyran finalmente terminando con el silencio cómodo.

Estuve hablando del libro por horas entusiasmada, relatando algunos capítulos con evidente emoción mientras ambos preparábamos la masa para el pastel.

Así pasaron las horas. Lucia había hecho el betún que se me pasó decirle la cantidad y ahora teníamos diez recipientes llenos. Christian se había quedado dormido finalmente. Blair y Kaizer se habían entretenido en el diseño de los moldes, finalmente hicieron siete por el número de años que cumplía Esther. El color que querían para cada piso fue otra batalla campal entre ellos.

El pastel finalmente estuvo hecho. Era de siete pisos que el betún antes blanco lo convertimos en rosado. Tratamos de hacer el color exactamente parecido al cabello de Esther. Nos tardamos un buen tiempo en decidir el diseño y decorarlo, cada uno puso algo de su estilo. Blair había levantado a Christian de un manotazo y este lo hizo rápidamente, volviéndose a dormir al instante. Zyran y yo sonreímos orgullosos ante la obra maestra.

El aspecto de cada uno fue curioso. Lucia se había acercado lentamente hacia el puesto de Christian y le empezó a manchar de betún blanco la cara cuando nos dimos cuenta de que este era el único limpio, ya que la mayoría del tiempo estuvo dormido. Primero comenzó por la frente y después por la mejilla mientras sonreía de manera traviesa.

-Lucia, ponle más en la nariz -La alentó a seguir Blair.

Todos nos miramos divertidos. Algunos teníamos manchas de harina en la cara o la ropa. La mesa era un desastre absoluto. Lucia se había recogido el cabello un poco al hacer el betún, pero todo estaba listo exactamente como todos queríamos.

-Niños, aprovechen las horas que quedan para ducharse y dormir -Aplaudí para llamar su atención-. Levantarse a la hora que pactamos, yo hablaré con el señor Aiden para que deje entrar a los niños a la habitación de Pinky.

Asintieron y le pedí a Zyran que levantará a su hermano mientras yo me iba por otro pasillo. Toqué la puerta de la habitación del señor Aiden y este no abrió.

-Señor Aiden, si no abre la puerta la tumbó de una patada -Dije mientras me miraba las uñas con harina.

-Ya estoy despierto, ya estoy despierto... -Dijo rápidamente abriendo la puerta. Este con pijama se frotó los ojos.

Abrió los ojos al verme con mi aspecto, el cabello un poco desordenado, manchas de harina, betún y olor fuerte a pastel recién horneado.

Antes de que preguntara por mi aspecto, expliqué la situación rápidamente y él parecía un poco sorprendido, pero la sonrisa divertida de su rostro no desapareció en ningún momento. Estuvo de acuerdo con el permiso y me retiré a bañarme.

Ese día fue inolvidable. Las cocineras ayudaban con el pastel y nosotros caminamos adelante con nuestro regalo en mano. La primera división se había unido rápidamente al enterarse de nuestro plan de levantarla. Leroy fue obligado por el señor Aiden, pero el ambiente no cambió ante su llegada.

Abrí la puerta de su habitación y todos los niños nos acercamos a la cama de Esther. Un sirviente abrió las cortinas para que pasara la luz mañanera. Todos nos miramos cómplices y finalmente hice la señal.

-¡Feliz cumpleaños, Pinky! -Dijimos todos al unísono a excepción de Leroy.




























La pequeña dama infernal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora