Salí de aquel lugar, mi mente aún enredada en la maraña de emociones que me había dejado el encuentro. El pasillo, antes bullicioso y lleno de vida, ahora me parecía un túnel oscuro y silencioso. Mis pasos, antes decididos, se volvieron pesados y lentos, arrastrando mis pies hacia mi habitación.
Al entrar, la oscuridad me envolvió como una manta. El olor a madera y polvo me golpeó en la nariz, un aroma familiar que me transportaba a mi infancia. Me dirigí hacia la cama, mi cuerpo anhelando el descanso, pero al llegar, la imagen de mi obra, la cama sin hacer, me golpeó como un puñetazo en el estómago.
—Ay no— murmuré, sentándome en la cama y golpeándome la sien con la palma de la mano. —¿Keren Romanova, serás idiota? Dios, ¿por qué no pensé en eso?—
Las palabras se me escaparon en un susurro, cargadas de vergüenza y frustración. Me había olvidado por completo de hacer la cama, una tarea tan simple, tan básica, que ahora me parecía un acto de locura.
—Agh, con razón todos me miraban raro y yo pensando que era por las extrañas cosas que tenía en las manos— dije, un poco molesta conmigo misma.
El recuerdo de las miradas curiosas y las sonrisas burlonas me invadió. Me sentí como una niña pequeña, atrapada en un mundo que no entendía.
—Aparte de que también solo tengo 3 años y sé todo eso— pensé, una punzada de ironía recorriendo mi mente.
—Si después de esto me miran como si fuera una loca, no los voy a juzgar. Agh, no quiero pensar más, mejor me voy a dormir.—
Cerré los ojos, tratando de bloquear las imágenes y las palabras que me atormentaban. Pero la mente, como un perro que se niega a dejar de ladrar, seguía dando vueltas, recordándome mi torpeza, mi incapacidad para controlar mis poderes.
"Los arcos y flechas no se habían descubierto todavía en esos tiempos."
La frase me llegó como un susurro, una voz distante que me arrastraba a un mundo de fantasía, un mundo que yo conocía tan bien como mi propia mano.
"Después de que la familia Romanova Skiler fuera exiliada del imperio, una persona mostró su increíble invento a la familia real de Zakary y Mackenna, cuyos imperios estaban inestables por la constante batalla por el trono de los príncipes. Fue una gran ventaja para distraer a los nobles con el nuevo invento de aquella persona."
La historia del imperio de Zakary y Mackenna, con sus intrigas, sus batallas y sus personajes, se desplegó ante mis ojos como una película. La imagen del rey, con su corona de oro y su mirada fría, me llenó de una sensación de temor.
"Tampoco estaban avanzados con la tecnología. Todavía no habían descubierto la luz, ya que el imperio de Zakary y Mackenna, junto con todo el continente, dependía de la magia y sus recursos."
La magia, esa fuerza invisible y poderosa que dominaba el mundo, me fascinaba. La idea de que la luz, algo tan simple y cotidiano en mi mundo, fuera un lujo en aquel tiempo, me llenó de una extraña nostalgia.
"Por esa misma y más razones, la familia real y los nobles de alto rango del imperio de Kratos envidiaban y codiciaban la abundante magia de los imperios de Zakary y Mackenna durante siglos."
El imperio de Kratos, con su historia de guerras y ambiciones, me llenó de una sensación de tristeza. La lucha por el poder, la sed de conquista, me parecían tan absurdas como las disputas de los niños en el patio de la escuela.
"También se contaba en los libros antiguos que el imperio de Kratos era el primer puesto en población con magia y seres místicos. El segundo era Zakary y le seguía Mackenna."
La historia de los tres imperios, con sus fortalezas y debilidades, se entrelazaba en mi mente como un tejido complejo. La magia, como un hilo invisible, unía y separaba los destinos de aquellos mundos.
"Pero un día, el segundo príncipe del imperio de Kratos se escabulló en el bosque místico con clara intención de ser un contrato con el legendario dragón de la luna. Pero no contaba con que el dragón sabía sus intenciones de querer arrebatarle el trono al príncipe heredero y tener un imperio lleno de tiranía."
La imagen del dragón, con sus escamas plateadas y sus ojos grises, me llenó de una sensación de asombro. Era una criatura mítica, un ser de poder y sabiduría, que podía ver en los sueños y leer los pensamientos.
"Ya que el Dragón de la Luna poseía un don que le entregó la Dama Infernal, el don de leer los pensamientos de los demás, tener una gran intuición y además ver en sus sueños partes del futuro."
La Dama Infernal, la creadora del dragón, me llenó de una sensación de misterio. ¿Quién era ella? ¿Qué poderes poseía? ¿Cuál era su relación con el dragón? Las preguntas se acumulaban en mi mente, alimentando mi curiosidad.
"El grandioso dragón plateado descrito en los libros antiguos decía que tenía los ojos de un profundo gris eléctrico y escamas color plateadas y una gran diamante blanco incrustado en la frente, alas con escamas también de diamantes blancos."
La descripción del dragón me cautivó. Era una criatura majestuosa, llena de belleza y poder. Su presencia me llenaba de una sensación de respeto y admiración.
"El dragón se rehusó totalmente y duramente cuando el segundo príncipe le propuso un contrato. El segundo príncipe, enojado por ser rechazado por aquel dragón, se abalanzó contra el dragón con clara intención de cortarle sus alas."
La furia del segundo príncipe, su ambición desmedida, me llenó de una sensación de repulsión. Era un ser egoísta, que no dudaba en poner en peligro al mundo por su propio beneficio.
"El dragón legendario era el rey del bosque místico. Todos en el Imperio Kratos le tenían un profundo respeto porque él había sido el principal causante de que la mayoría de la población naciera con magia."
El dragón, como un padre protector, había cuidado de su pueblo, había bendecido al imperio con su magia. Su sacrificio, su decisión de abandonar el imperio, me llenó de una profunda tristeza.
"Era un guardián esencial del Imperio Kratos y se creía que si le cortabas las alas al dragón y lo unías a tu cuerpo con tu magia, podrías tener un poder nunca antes visto y serías tan poderoso que podrías conquistar imperios y reinados con solo un aleteo de sus alas."
La leyenda del dragón, su poder, su capacidad de conceder deseos, me llenó de una sensación de asombro. Era una fuerza irresistible, un arma de destrucción masiva, que podía cambiar el curso de la historia.
"El dragón, furioso por tal hazaña ya que ningún ser humano se había atrevido a llegar a tanto, claro que lo codiciaban, pero el miedo que le tenían era tan grande que no se atrevían a hacerle algo."
El miedo, la codicia, la ambición, eran las fuerzas que movían a los hombres. El dragón, con su poder, había mantenido un equilibrio precario, un orden que ahora se había roto.
"Recordó las palabras de la Dama Infernal, su creadora, y gritó fuerte que en todo el Imperio Kratos logró escuchar: "¿Cómo te atreviste, muchacho? Yo, el Dragón de la Luna, dejo de ser el guardián de Kratos llevando conmigo toda la magia que di como bendición al Imperio Kratos. La pequeña Dama Infernal acabará con el descendiente y actual emperador en ese entonces tu descendiente".
Las palabras del dragón, cargadas de furia y dolor, resonaron en mi mente. Su decisión, su sacrificio, me llenaron de una sensación de respeto y admiración.
"Y se fue, desapareció literalmente como el humo. Al poco tiempo, todos en el Imperio se desmayaron, incluyendo la familia real y el segundo príncipe. Una vez lograron abrir sus ojos, se sentían extrañamente débiles y probaron desesperadamente usar su magia."
La magia, esa fuerza que había dado vida al imperio, se había ido. El imperio, despojado de su poder, se había convertido en un barco a la deriva, a merced de las olas.
"Después de ese suceso, el Imperio Kratos cayó en desgracia y el segundo príncipe decidió revelarse cuando el imperio estaba tan vulnerable, matando así a toda la familia imperial y convirtiéndose en emperador. El ahora emperador de Kratos, molesto, decidió ir detrás del legendario dragón plateado, pero falló en la búsqueda y quedó entre los ciudadanos como una leyenda."
La ambición del segundo príncipe, su sed de poder, lo habían llevado a la cima. Pero su victoria había sido efímera, su imperio, un castillo de naipes, se había desmoronado bajo el peso de la tiranía.
"Pasó tiempo y el emperador de Kratos en ese entonces dirigió su imperio lleno de tiranía, pobreza y solo dando lujos a los que compartían su misma ambición, rompiendo los tratados de paz con los imperios Zakary y Mackenna en busca de obtener sus imperios, fracasando en el proceso. Crió a sus hijos para ser unos completos tiranos como él y así pasó generación tras generación, manteniendo la guerra con los imperios Zakary y Mackenna."
La historia del imperio de Kratos, con su decadencia y su violencia, me llenó de una sensación de tristeza. La ambición, la codicia, habían destruido a un imperio, habían condenado a un pueblo a la miseria.
—Dios, ¿eso fue recuerdo de la novela? —dije levantándome de la cama y cogiendo papel y tinta— los voy a apuntar para no olvidarme ningún detalle, me puede servir en el futuro.
Estaba tan concentrada escribiendo que, una vez terminé, me quedé leyendo y repasando lo que decía aquella hoja hasta que sentí una mano en mi hombro. Me tensé y enseguida fiché dónde estaba mi arco y flecha. Le doblé la mano hasta que soltó un grito. Apenas me soltó, fui hasta donde se encontraba mi arco y le puse una flecha apuntando.
—¡Regístrate antes de que hagas un movimiento en falso! Esta flecha atravesará tu corazón y llevará a tu muerte —dije con voz firme, entrecerrando los ojos por la oscuridad de la habitación y calculando que ya eran las 5 de la mañana por cómo se iluminaba el cielo, aunque seguía un tanto oscuro.
—Señorita, soy yo, Dante —dijo dando un paso adelante y pude identificar su cara. Solté un suspiro de alivio.
—Pido disculpas, me encontraba con la guardia baja y cuando sentí que alguien me agarró por atrás, me puse a la defensiva —dije saliendo al balcón y me di cuenta de que estaba con mi vestido para dormir. —Tampoco es que usted lo haya hecho bien, no se puede tocar a una persona por la espalda, ni aparecer de la nada en su habitación, recuerde que soy un niña y la princesa de este Ducado.
—Lo siento, princesa Romanova —Agachó la cabeza aceptado su error— no volverá a suceder.
—Está bien, comandante —hablé mientras asentía.
—¿No va preguntar cómo llegué tan rápido? —cuestionó Dante.
—Bueno, se puede deducir rápidamente —me apoyé en la barandilla del balcón—. Lo más lógico sería que mi padre te haya enviado un mensaje de emergencia para que vuelvas inmediatamente. Además, es probable que hayas utilizado un collar de teletransportación para llegar aquí apenas terminaste la misión, fue enviado por la torre sur por órdenes del emperador, eres el comandante y te necesitan en la batalla.
Suponía eso, pero trataba de mostrarme indiferente y con cara neutra para ocultar mi nerviosismo.
—Tienes toda la razón, hice exactamente todo lo que mencionaste anteriormente —dijo Dante. Casi suelto un suspiro de alivio, pero lo suprimí y seguí con mi cara neutra. Con voz tranquila, dije:
—Qué bueno, Dante. Hice un movimiento de mano y apareció una hamaca.
Me senté tranquilamente como si fuera lo más normal del mundo lo que acabo de hacer y Dante abrió la mandíbula y frunció el ceño con confusión. Le dije que tomara asiento antes de hablar y, desorientado, hizo caso. Levantó la mano como si pidiera permiso para hablar y solo asentí con la cabeza
—Tengo dos preguntas —dijo Dante bajando la mano— La primera, ¿cómo fue que hiciste eso? Y la segunda, ¿qué o cómo se llama en lo que estamos sentados?
Antes de responder a sus preguntas, empecé a balancear la hamaca. Al principio, Dante se sorprendió y estaba temeroso, y cuando sentí que empezó a relajarse, dije:
—Respondiendo a tus preguntas, logré hacer "esto", como le dices, porque hace un día descubrí este poder poco común. Y antes de que preguntes cómo tengo poderes sin tener un guardia, la respuesta es que no lo sé, ni yo. —dije para evitar que me interrumpiera— Y lo que estamos sentados se llama hamaca y sirve para sentarte, balancearse y relajarte, también te cubre del sol.
—Mm, bueno —Dante parecía un poco confundido y le dejé pensarlo unos minutos— Señorita Romanova, vengo a darle mi informe de la misión que me dió.
Se levantó y se arrodilló delante mío y dijo:
—Lo siento, princesa, las cosas se complicaron en el ducado Fleur y solo pude salvar a la pequeña princesa Fleur. Logré infiltrarme en el Palacio de Mackenna y dejarla en la alcoba del emperador y la emperatriz. La pequeña princesa Fleur lloraba. Lograron despertarlos, pero solo pudieron ver una sombra antes de que desapareciera. —informó este.
—¿Pero cómo solamente pudiste salvar a la princesa? ¿El duque y la duquesa qué? —cuestioné rápidamente y el sentimiento de culpa pronto apareció en mi pecho
—Princesa Romanova, era imposible salvarlos, cuando llegue la Duquesa estaba envenenada por una daga que le clavaron, el duque había ingerido el veneno también al tocarla, estaban completamente rodeados por el fuego. —informó de manera rápida y breve.
—Quiero cada detalle de lo sucedido en la misión, comandante —ordené tragando apenas el nudo en la garganta que tenía.
ESTÁS LEYENDO
La pequeña dama infernal.
FantasíaEn las sombras de la agencia secreta en Londres, Dafne, una valiente joven de 28 años, se embarca en una peligrosa misión para enfrentar a la mafia italiana y capturar a su líder. Sin embargo, la traición de su envidiosa compañera la lleva a ser sec...