El tiempo había pasado rápidamente. Había crecido de manera sana y saludable. Apenas empecé a hablar, quise que me enseñaran a leer. Podía hablar el idioma y entenderlo, pero no leerlo. Necesitaba hacerlo, tenía que aprender más de este mundo, y ¿qué mejor que leer? La biblioteca del Ducado era grande y me llamaba la atención.
Hubo una pequeña batalla campal en mi familia. Mi papá quería traer un maestro de la academia, yo opinaba que era muy exagerado porque solo quería aprender a leer. Mi mamá le decía que no sea un tramposo, que había quedado que él enseñaba a leer a Samuel y ella a mí.
Ambos empezaron a discutir. Según las palabras de mi papá, no recordaba haber hecho tal promesa. Según las de mi mamá, bueno... podría decirte que jamás había escuchado insultar de una manera tan educada. Quedé fascinada por la manera de hablar de mamá y rápidamente me acerqué a ella. Jale sutilmente su vestido para llamar su atención y le expresé que quería aprender a leer con ella. Finalmente, mis padres dejaron de vernos a Samuel y a mí como si fuéramos un adorno más de la mansión.
Bueno, mini castillo.
Madre me enseñó con mucha paciencia y entusiasmo. Realmente no fue difícil de aprender, no le di muchos problemas con eso, ya que en mi antigua vida era políglota y manejaba varios idiomas a la perfección.
Al menos esto lo hacía por gusto propio y nadie me lo exigía. Era totalmente placentero aprender algo por tu voluntad y no por obligación.
A los dos meses, podía leer a la perfección, libros complejos incluso para un adulto. Mamá me sonreía y felicitaba constantemente cada vez que lograba hacerlo de manera perfecta. No me sentía presionada y eso era bueno.
Para ese entonces ya tenía un año cumplido. Mamá me propuso que podría enseñarme la etiqueta real. Yo asentí entusiasmada. Así fue como por las tardes iba a la oficina de mamá cada vez que tenía tiempo libre y empecé a aprender la etiqueta. Esto no era muy distinto a los modales que tenía en mi antigua vida, así que cuatro semanas fueron suficientes para aprender rápidamente.
Mamá me felicitó nuevamente y me comentó discretamente que Samuel había aprendido a dominar la etiqueta recientemente, así que era mejor ocultarlo, ya que daría de baja todo su esfuerzo.
Acepté comprendiendo la situación y a partir de ese día, empecé a ir todas las tardes a la biblioteca, leyendo todo libro que se me atravesaba. Al principio, Samuel venía a leer conmigo, pero pronto tuvo que irse con el abuelo para recibir entrenamiento para manifestar y controlar el aura.
A los siete meses, él había logrado dominarlo a la perfección. Papá había ido a acompañarlo en su entrenamiento, así que no lo veían mucho. Éramos mamá y yo solamente. Aprendí muchas cosas de ella: a tejer, coser, bordar y cocinar.
Esto último me llamó la atención, en especial lo que tenía que ver con repostería. Durante ese tiempo, iba a la biblioteca a leer. Una vez tenía bastante por ese día, me dirigía a la cocina, donde el chef parecía muy contento de recibirme.
Tenía el conocimiento de mi antigua vida, solo pude leer libros de cocina. Jamás lo puse en práctica porque mi progenitor decía que era inútil para un agente secreto, así que siempre le sugería cómo hacer nuevos platillos, qué condimentos agregarle a cierto plato y buscábamos siempre el menú adecuado.
Se volvió una rutina. A veces mamá se unía a cocinar con nosotros. Al principio me extrañó que supiera cocinar y ella rápidamente me explicó que desde pequeña fue muy independiente, miraba a los demás hacer y aprendía mirando.
Mi papá y hermano se llevaron una gran sorpresa cuando, a su regreso, preparamos la cena que fácilmente podría ser de un banquete. Después de que alabaran la cena, preguntó Samuel inocentemente si hubo un cambio de chef en su ausencia.
Les explicamos lo que estuvimos haciendo en su ausencia y esos dos nos miraron como si los hubiéramos traicionado, diciendo que era injusto que nosotras compartiéramos solo un pasatiempo nosotras dos solas.
Yo propuse que él compartiera un pasatiempo con mi papá y el problema acababa. Papá y Samuel se miraron pensativos el resto del día, pensando en un pasatiempo adecuado. Al final, optaron por que papá lo entrene en el arte de la espada y aprender ambos a pintar.
Para nuestra agradable sorpresa, Samuel aprendía muy bien, sobre todo el tener que pintar y destacó mucho más que mi papá. Supongo que no es de familia, ya que mamá quedó igual de sorprendida que papá.
El tiempo pasó volando y pronto faltó un día solamente para que Samuel realizara su ceremonia, se dirigiera hacia la PDLE junto a la primera división.
Nos mandaron a llamar temprano en la mañana. Miré a Rose confundida cuando me empezó a vestir con un hermoso vestido y ella me explicó rápidamente que hoy iban a realizar un nuevo retrato familiar.
Así pasó el día entre posar para retratos con todos juntos, sola con papá o mamá, una abrazando a Samuel solos.
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La pequeña dama infernal.
FantasyEn las sombras de la agencia secreta en Londres, Dafne, una valiente joven de 28 años, se embarca en una peligrosa misión para enfrentar a la mafia italiana y capturar a su líder. Sin embargo, la traición de su envidiosa compañera la lleva a ser sec...