Había pasado el cumpleaños de Esther y Elizabeth, ambas estuvieron sonriendo todo el tiempo en su día, se notaba la felicidad que desbordaban, Esther nos abrazo a cada uno por tiempo indefinido al saber que nosotros habíamos preparado el pastel, torpemente correspondi al abrazo.
Ese día todos nos divertimos en la actividad del tiro con arco, por qué Esther quería probar nuestra puntería, aún que sospecho que el verdadero objetivo era burlarse de nuestros intentos de dar en el blanco.
Kaizer, solecito se podría decir que fue quién más humillado salió en la actividad, era terrible en arquería, su posición no era la correcta y uso poca fuerza al jalar, el blanco estaba aproximadamente a quince metros, la flecha de Kaizer apenas logro llegar a los dos metros antes de caer.
Fue lamentable de ver, por más que le indicaba como se tenía que hacer, su cuerpo era demasiado terco para aceptarlo, seguía mis indicaciones y a los segundos después se ponía en blanco, volviendo a hacer todo mal nuevamente.
Algunos se acoplaron fácilmente a la arquería, les había agradado el arma, pero no tenían la pasión, ni el encanto que tenían Esther y Lucía al usar su arco. Ambas las descubrí tratando de diseñar su futuro vestuario para el combate.
Los hilos de sus sueños se entrelazaban con la tela de la realidad, creando un tejido único lleno de promesas y aventuras.
Tenían una idea clara, más no sabían con quién mandarlo a confecciónar, dibujar el diseño, ambas al ver mi presencia, me preguntaron si sabía dibujar, solo asentí y rápidamente me jalaron a su lado para que las ayudara, no me negué, ya que no tenía nada que hacer.
Habían descartado por completo la armadura, y estuve de acuerdo de inmediato. Les iba a resultar frustrante e incómodo usar el arco con todo eso puesto. Era mejor dejar que la libertad y la agilidad fueran sus aliadas en la batalla, sin barreras que obstaculizaran su destreza.
Al saber que ellas no se iban a enfrentar directamente al enemigo, me refería que a una distancia prudente los podían mandar al otro mundo de los no-vivos. La estrategia y la precisión serían sus mayores armas en esta lucha contra las fuerzas oscuras.
El traje de Lucia era de un rojo carmesí, intenso y vibrante, que envolvía su figura con una sensualidad contenida. La tela, de un tejido suave y fluido, parece acariciar su piel, dejando entrever la silueta esbelta de una guerrera. El escote, pronunciado pero no ostentoso, revela un cuello delicado adornado con un fino encaje dorado, como una telaraña de luz que se extiende hacia abajo, abrazando sus hombros y descendiendo por sus brazos.
Las mangas, ajustadas hasta los codos, se ensanchan en delicados volantes que caen con gracia sobre sus manos, dejando al descubierto la piel de sus dedos, ágiles y fuertes. El encaje plateado, que recorre el borde de las mangas y el escote, se convierte en un intrincado bordado que adorna el pecho, creando un patrón de flores estilizadas que se funden con la tela como si fueran parte de la misma.
Un cinturón de cuero oscuro, con hebilla de metal adornado con un rubí brillante, ciñe su cintura, marcando la transición entre la parte superior del vestido, ceñida al cuerpo, y la falda, que se abre en suaves pliegues, como las pétalos de una rosa.
La capucha, un elemento de misterio y poder, se posa sobre su cabeza, ocultando parcialmente su cabello, que se derrama sobre sus hombros como una cascada de rubíes. La capucha, de la misma tela roja que el vestido, está adornada con un borde de encaje plateado que se funde con el que adorna el resto del atuendo, creando un conjunto armonioso y elegante.
Ella había quedado totalmente satisfecha con el resultado, el dibujo había quedado lo más detallado posible, ahora solo le tocaba esperar hasta que tenga los quince años para tomar sus medidas y confeccionarlo.
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La pequeña dama infernal.
FantasyEn las sombras de la agencia secreta en Londres, Dafne, una valiente joven de 28 años, se embarca en una peligrosa misión para enfrentar a la mafia italiana y capturar a su líder. Sin embargo, la traición de su envidiosa compañera la lleva a ser sec...