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Verónica caminaba por los pasillos de la academia de Auradon buscando a Becca por todas partes, su vestido estaba perfectamente planchado, su pelo recién peinado caía perfectamente por su espalda dejando a la vista sus ondas naturales, sus tacones...

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Verónica caminaba por los pasillos de la academia de Auradon buscando a Becca por todas partes, su vestido estaba perfectamente planchado, su pelo recién peinado caía perfectamente por su espalda dejando a la vista sus ondas naturales, sus tacones resonaban a cada paso que daba mientras que las joyas de sus manos y cuello brillaban con los rayos de luz que se colaban por las ventanas.

Si su abuela la hubiese visto en aquel momento sonreiría como la persona falsa que era estando completamente convencida de que si su nieta se mantuviese así siempre, igual de perfecta que Audrey, llegaría muchísimo más lejos de donde se encontraba y que de esa forma tal vez ella también estuviese con un príncipe.

Lo cierto era que iba tan arreglada porque el príncipe Ben diría cual era su primera proclama real y parecía ser algo realmente importante debido a la seriedad que Bestia le había dado

Giro una esquina notando como el vuelo de su vestido se movía al compás que su cuerpo y sonrió de forma arrogante, sabía que iba guapa y al parecer la gente con la que se había cruzado también lo había notado.

— ¡Becca!— gritó una vez vio a la castaña saliendo de una de las aulas de estudio— Llevo media hora buscándote— se quejó poniendo sus brazos en jarra.

Becca llevaba un vestido azul turquesa, el pelo recogido en un moño perfectamente colocado sin ningún pelo escapando de el, pero también sin parecer demasiado artificial, sus tacones blancos combinaban con los pequeños detalles que tenía el vestido y una delicada sombra azul relucía en sus párpados.

— Vas muy guapa— alago la castaña enganchando su brazo con el de su amiga encaminándose juntas hasta donde se suponía que darían la tan esperada noticia.

—- Tu tampoco te quedas atrás
Becky— ambas se miraron sonriendo y soltaron una risa.

Cuando aparecieron el lugar ya estaba repleto de personas pero aún así lograron abrirse paso hasta la primera fila donde Verónica no tardó de visualizar a su hermana con un despampanante vestido rosa y una coleta con un gran lazo del mismo color, ni siquiera se molestó en saludarla.

— Buu— Ronnie saltó dando un grito cuando unas manos se posaron en sus hombros asustandola— Tampoco ha sido para tanto— se burló Lola poniéndose está vez junto a ella.

— Poco más y me da un infarto— se quejó Vero suspirando.

— Como mi primera proclama real he decidido— comenzó a hablar Ben haciendo que todo el mundo quedase en silencio escuchandole
atentamente— brindarle la oportunidad a los chicos de la isla de los perdidos de estudiar aquí, en Auradon.

Los murmullos no tardaron en oírse y muchos de los presentes mostraron muecas horrorizadas ante la noticia, tenían miedo.

Verónica se miraba las uñas aburrida, la noticia sin duda era un bombazo, pero si los murmullos seguían Ben no podría seguir hablando y ella sabía que tendría bastante con todos los murmullos que se oirian a partir de aquel momento.

— Debido a que creo que ninguno de ellos es culpables de los delitos que sus padres cometieron he visto una gran oportunidad aquí, Auradon podría ayudar a esos chicos.

— ¿A los hijos de los villanos?— preguntó alguien dudoso.

— Si, empezaremos de a poco observando el progreso en el programa, espero que todo el mundo muestre su apoyo hacia esto y hacia mi— finalizó Ben con una radiante sonrisa y con los nervios todavía a flor de piel.

Todo el mundo comenzó a marcharse, pero estaba claro que la noticia tardaría mucho tiempo en abandonar tanto la boca como la mente de la gente de Auradon, ninguno quería a los hijos de los villanos alli, con ellos o por lo menos la mayoría pensaba así.

El trio de chicas camino hasta unos merenderos sentándose, poco después Ginna apareció con Edgar siguiéndola de cerca.

— ¿Y vosotras qué opináis?— dijo la pelirroja nada más sentarse junto a Lola.

— ¿De lo de los villanos?— preguntó Becca recibiendo un asentimiento por parte de Ginna— Yo creo que está bien que Ben muestre interés en todo el mundo y no solo en la gente de Auradon y en todas las personas privilegiadas.

— Esos chicos no son culpables de los delitos de sus padres— argumentó Verónica encogiéndose de hombros— igual que nosotros tampoco merecemos el mérito de los logros de nuestros padres.

— ¿Tu crees que serán guapos?— dijo Lola apoyando su mano en su puño y suspirando de forma soñadora.

— Y guapas— añadió el rubio sonriendo.

Verónica negó sonriendo, sin duda esos dos eran unos casos perdidos.

(...)

Mientras Ronnie caminaba hasta su habitación escucho unos gritos conocidos que la hicieron ralentizar el paso.

— Ellos no pertenecen aqui— repitió Audrey más alto mientras Ben suspiraba cansado.

— Todos merecemos una oportunidad Audrey, ellos no tienen la culpa de lo que sus padres hayan hecho y nosotros tampoco merecemos elogios por los méritos de nuestras familias— la morena apretó los labios en desacuerdo, ella creía que merecía la fama de su familia más que nadie y que esos chicos les traerían la ruina, que nada bueno podría salir de ahí.

— Esos chicos no van a ser buenos, ni siquiera has dicho quienes van a venir, ni a mí que soy tu novia— su voz se rompió, pero Verónica supo que todo era falso, su hermana siempre usaba la misma táctica con absolutamente todo el mundo y lo peor de todo era que se le daba malditamente bien.

Ben la abrazó suspirando creyendo que la discusión realmente afectaba a su novia sin saber que su cuñada observaba en silencio como nuevamente Audrey conseguía absolutamente todo lo que quería sin poner empeño, tal vez la morena si quería a Ben, pero esa no era una buena manera de querer a nadie y ella lo sabía, pero simplemente no quería cambiar y no lo haría.

— Vendrán los hijos de Jafar, Cruella de Vill, la madrastra malvada, Hans y Maléfica.

Verónica abrió la boca sorprendida ¿De verdad Bestia había aceptado traer aquí a la hija de Maléfica? Sonrió de oreja a oreja sabiendo que se avecinaban cosas interesantes, tal vez más problemas de los que podía imaginar, pero no le importaba.

— ¿¡De Maléfica!?— el grito de Audrey retumbó por el pasillo y entonces Ronnie siguió su camino sin molestarse en seguir escuchando la conversación que se desenlazaria en un torbellino de quejas y reproches por parte de su hermana.

«Muchas emociones por un día» se dijo a si misma sin quitar la sonrisa.

𝐇𝐔𝐑𝐀𝐂𝐀𝐍- DescendantsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora