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Veronica caminaba hasta su taquilla viendo a lo lejos como Jay y Mal conversaban

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Veronica caminaba hasta su taquilla viendo a lo lejos como Jay y Mal conversaban.

— Hola— saludó Jay algo más decaído de lo normal.

— Hola, ¿Está todo bien?— le preguntó preocupada rodenado su brazo con su mano.

Jay la miraba fijamente notando como aire en sus pulmones comenzaba a escasear, estaba segurísimo de que nadie en su vida se había preocupado tanto por él, sin contar a sus amigos claro, ellos eran su familia.

— Si, vamonos— le dijo agarrándola de la mano sabiendo que Mal iba a aprovechar ese momento para darle las galletas a Ben.

— Pero, yo tengo que coger mis...— ni siquiera le dio tiempo a quejarse cuando el moreno ya la había llevado hasta sus amigos que se habían sentado con el grupo de la rubia.

— Hola cariño— le saludó Hugo agarrándola de la cintura y sentándola a su lado separándola del agarre de Jay.

— ¿Iréis al partido?— preguntó el de pelo largo sentándose en el lado libre junto a Ronnie.

— Somos animadoras, dahh— se burló Lola abriendo los brazos mientras lo miraba de forma obvia.

— No perdáis de vista al número ocho.

— Ni al tres— siguió Hugo y Verónica frunció el ceño, el tres era su número favorito, que coincidencia.

— Marcaremos el tanto decisivo.

— Vamos a ver a Mal— dijo Evie levantándose de su sitio junto a Becca viendo que ya se había comido una de las galletas.

El resto de Vk's la siguieron de cerca pero Hugo se giró cuando notó la mano de Verónica entrelazándose con la suya mientras comenzaban a caminar.

— ¿Y tú a donde vas?— se burló el castaño parándose a mirarla.

— Jay me sacó antes a rastras, no me ha dejado coger mis apuntes— Hugo sonrió, pero luego recordó el agarre que su amigo había tenido anteriormente en la chica y frunció el ceño.

— No se si es buena idea— empezó pensando en que alguna parte del plan podría salir mal o podría afectarla de alguna forma.

— Solo voy a coger mis apuntes no a meterme en vuestras cosas— se quejó ella separándose de él y empezando a caminar otra vez.

Hugo corrió tras ella regañandose internamente por haberse comportado así, la rubia se había enfadado con él y no sabía porque se sentía frustrado por ello.

— ¿Que tal te sientes chaval?— pregunto Jay agarrando a Ben de los hombros mientras Verónica guardaba sus apuntes en su bolso ignorando la mirada de Hugo.

— Siento... siento deseos de cantar tu nombre— grito el joven príncipe haciendo que su cuñada frunciese el ceño.

— ¿Y a este que le ha dado ahora?— le preguntó a Carlos mientras cerraba su casillero, el peliblanco se encogió de hombros tratando de no verse muy obvio.

Antes de que Ben pudiese cantar Mal le tapó la boca sorprendida.

— ¿Eso son galletas?— le pregunto Ronnie a Jay quien sujetaba la bolsa, el moreno flaqueó ante el brillo en los ojos de la chica.

— Si.

— ¿Puedo probarlas?— Hugo frunció el ceño y negó hacia el de pelo largo, no estaba dispuesto a hechizarla.

— No, tú y yo tenemos que hablar de otra cosa, cariño— Jay los miró entrecerrando los ojos.

Hugo la agarró de la mano temiendo que la chica se apartase de su agarre, pero cuando no lo hizo se confío guiándola hasta la sombra de un gran árbol.

— ¿Que?— pregunto la chica una vez se detuvo.

Hugo suspiró mirando al suelo, no quería que la rubia estuviese enfadada con él y mucho menos que tomase ninguna pócima de amor.

— No quería enfadarte— empezó el chico alzando por fin su mirada para verla.

Verónica estaba de brazos cruzados mientras que el viento ondeaba su falda y sus piernas relucían al sol, eso hizo que Hugo se distrajese por un momento.

— No tengo pensado acoplarme a tu grupo, ni a tu vida, no es mi culpa que mi taquilla está justo al lado de la de Mal— le dijo ella.

— No me molesta nada de eso, Verónica. Sabes, es una historia muy larga— no sabía cómo iba a encontrar una excusa con la que tapar todo su plan.

— Tengo tiempo— respondió la chica.

Hugo masajeó el puente de su nariz frustrado, estaba notando como sus excusas se acaban y casi creyó que su cerebro se derretía.

— Ben siempre nos está dando charlas para que nos adaptemos mejor y nunca he entendido la necesidad de esas cosas— empezó sin saber cómo de bien o mal podría acabar aquello— Al final ha habido gente que nos ha aceptado sin querer que cambiemos— la miró y Verónica suspiró.

— ¿Y a donde quieres llegar con eso?

— No quiero que tu también pienses que tenemos que cambiar para encajar— se suponía que era una mentira, que solo estaba cumpliendo con el plan y salvando a los demás y con eso a si mismo, pero muy en el fondo supo que lo estaba diciendo enserio, que no quería que Verónica pensase mal de él ni creyese que nunca iba a encajar en la sociedad de Auradon como la gran mayoría pensaba.

La postura rígida de la chica dacayó en cuanto termino de hablar, sintió lástima porque sabía que una de las personas que les había hecho creer que nunca encajarían allí era su propia melliza y le dolió.

— Ben no lo hace con mala intención ni para que cambieis— habló esta vez más relajada agarrándose al brazo del castaño de forma cariñosa— solo quiere ayudaros para que os sintáis mejor aquí, no lo hace con malicia, dudo que Ben tenga una pizca de maldad dentro de él— había estado tanto tiempo con el príncipe que lo conocía y dudaba que pudiese hacer cualquier cosa con malas intenciones.

— ¿Tu y yo estamos bien?— la pregunta de Hugo le sonó casi como un niño pequeño que acababa de ser regañado por su madre y la rubia sonrió.

— Si.

Hugo la abrazo por los hombros sintiendo una paz que antes había desconocido inundarle por completo.

— Verita— la voz de Audrey sonó tras ellos haciendo que la rubia se separase de él caminando hasta su hermana— No voy a preguntar por eso porque no quiero discutir más— dijo señalando vagamente a Hugo— Tenemos que ir a probarnos los vestidos para la coronación antes del partido, no lo olvides y dile a Lola que viene con nosotras también.

— Vale, Drey— la morena asintió tragándose todo los comentarios negativos que deseaba soltar sobre el castaño, pero antes de que se pudiese ir su hermana la detuvo— Te quiero.

Audrey la miró helada, pocas veces Verónica le decía que la quería, pero sabía que cuando lo hacía lo sentía con todo su corazón, se sintió como una niña pequeña en navidad o en su cumpleaños y sonrió encantada olvidado la existencia de los villanos.

— Yo también te quiero, Verita— y con la sonrisa más grande y verdadera que había mostrado en meses se marchó siguiendo su camino.

— Se le ha visto feliz— le dijo Hugo.

— Lo se— Verónica también estaba mucho más alegre que antes y Hugo pensó que eso era imposible cuando aquella mañana casi grita de ilusión porque el hada madrina la había dejado desayunar tarta por haberse despertado antes.

Hugo había llegado a la conclusión de que había muchísimas cosas sobre Auradon que todavía no entendía, pero también sabia que si se trataba de Verónica quería aprenderlo todo y entenderlo a la perfección, quería entenderla, quería saber de ella.

𝐇𝐔𝐑𝐀𝐂𝐀𝐍- DescendantsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora